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EL CONSEJO IMPÎO

Vincent Cheung

 

Un versículo muy citado en Proverbios dice, “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad” (11:14, RV60). Estas palabras se usan para enseñar que el Cristiano debiese tomar en consideración el consejo de otros mientras toma decisiones importantes; algunos las usan para justificar sus esfuerzos por imponer sus sugerencias más bien medio insulsas sobre sus víctimas. Aunque, como lo traduce RV,1 el versículo se refiere más a la guerra que a la toma personal de decisiones, pocos percibirían el principio como completamente inaplicable. Además, al menos otro versículo en Proverbios replantea la enseñanza aparentemente sin limitarla a la guerra: “Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman” (15:22).

 Esto no quiere decir que los creyentes debiesen escuchar las sugerencias de otros sin aplicar criterios ni discriminar. El Salmo 1 comienza de esta manera: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado” (v. 1). O, para hacer explícito el paralelismo en el versículo:

Bienaventurado el hombre que no:

(1) Anda en consejo de malos o
(2) anda en camino de pecadores o
(3) se sienta en la silla de los escarnecedores.

 

Aunque no me opongo a tomar las tres frases señaladas como toscamente equivalentes, se puede decir algo para el entendimiento, que ellas ilustran las etapas progresivas de maldad en las que entra alguien que se extravía de Dios. Con cada etapa, el impío se torna más resuelta y se incrementa su hostilidad contra la justicia.

 El sendero hacia la apostasía y la perdición comienza cuando uno escucha “el consejo de los malos.” Esto es suficiente para restringir la aplicación de los dos versículos de Proverbios antes citados. Aunque debemos prestar atención al consejo de otros, la Biblia excluye el consejo impío, y declara que el hombre justo rechaza tal consejo.

El consejo de los malos a veces es explícito y gráfico:

 Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas. Si dijeren: Ven con nosotros; pongamos asechanzas para derramar sangre, acechemos sin motivo al inocente; los tragaremos vivos como el Seol, y enteros, como los que caen en un abismo; hallaremos riquezas de toda clase, llenaremos nuestras casas de despojos; echa tu suerte entre nosotros; tengamos todos una bolsa. Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas, porque sus pies corren hacia el mal, y van presurosos a derramar sangre. (Proverbios 1:10-16).

Esperamos que aquellos que se llaman a sí mismos Cristianos sepan que no han de seguir este tipo de invitaciones, aunque casi nos encontramos a menudo muy sorprendidos en este sentido. El mensaje distorsionado del evangelio predicado hoy por muchos debe ser culpado por la gran cantidad de falsos conversos en nuestras iglesias. Aun así, incluso algunos no creyentes se rehúsan a seguir a los criminales.

 No todo consejo impío es tan obviamente adverso a la fe bíblica. Comenzando por cualquier a priori o telos no-Cristiano, cualquier proceso válido de razonamiento resulta en proposiciones que son cuestionables. Podemos obtener muchos ejemplos del libro de Jeffrey J. Fox titulado Cómo Convertirse en CEO,2 en el cual el autor da una cantidad de “normas para elevarse hasta la cima de cualquier organización.”

 Un aspecto reconfortante de este libro es su ruptura con el sentido común colectivo. El “sentido común” es sobreestimado. A menudo uno escucha la exclamación, “¡Eso es simple sentido común!” Pero a menudo ésta es la razón por la cual el curso propuesto de acción no debiese ser seguido. En su uso ordinario el término significa “sano juicio práctico que es independiente del conocimiento o del entrenamiento especializado, o de cosas similares; inteligencia normal innata.”3 Pero estoy tanto encantado como divertido de encontrar mi definición de “sentido común” en el Merriam-Webster: “las opiniones no reflexivas de la gente ordinaria; juicio sano y prudente, pero a menudo poco sofisticado.”

Basado en cualquier definición del término, me opongo a la noción popular, afirmada incluso por algunos teólogos, de que el Libro de Proverbios es una compilación de dichos de “sentido común.” Algunos dicen que mucho de lo que se halla en Proverbios, o incluso otras partes de la Escritura, es solo “simple sentido común,” como si este fuese un argumento para que sus oyentes sigan la Biblia. Pero, ¿Para cuántas personas es sentido común pensar, “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia” (Proverbios 9:10)? Incluso Cristianos profesantes dejan de entender que la devoción a Dios debe comenzar e impregnar la búsqueda de la sabiduría y el conocimiento.

En nuestro tiempo, el sentido común rechaza la noción misma de que, “La necedad está ligada en el corazón del muchacho…” (Proverbios 22:15). El versículo enseña la depravación humana, que la necedad está “ligada” incluso en los corazones de aquellos supuestamente menos corrompidos por el mal. Pero el sentido común contemporáneo nos dice que todos, y especialmente el niño, nace inocente y que es inherentemente bueno. Esta premisa anti-bíblica da como resultado currículos que maximizan la auto-expresión del niño en lugar de la auto-disciplina. Una filosofía Cristiana de la educación debe enfatizar las instrucciones verbales y la excelencia moral, no la participación del estudiante y la creatividad desenfrenada.

Y, ciertamente, si el niño es inherentemente inocente y bueno, el castigo físico constituye un abuso y no una disciplina. De modo que, una negación de la primera porción de Proverbios 22:15 también requiere un rechazo de la segunda parte: “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él.” Se desprende que Proverbios 13:24; 23:13-14 y 29:15 son todos descartados como falsos y primitivos: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”; “No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol”; “La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.”

 La Biblia se opone a lo que piensa el hombre pecaminoso. Proverbios, como el resto de la Escritura, no enseña el sentido común – enseña en su contra. Por ambas definiciones del término, la Biblia rechaza el sentido común – la “inteligencia normal innata” ha sido lisiada por los efectos intelectuales del pecado, y ningún Cristiano cree que la Biblia enseña “las opiniones no reflexivas de la gente ordinaria.” La Escritura es revelación divina verbal, no sentido común.

 Sin embargo, aún sin la objeción religiosa, la “inteligencia normal innata” no siempre llega a las mismas conclusiones, aunque a menudo se alcanza un consenso ingenuo por parte de una mayoría. Fox sugiere muchas normas que se desvían del sentido común de la cultura colectiva, y por esto le aplaudo. Por ejemplo, “No te tomes un trago con la pandilla,” “Evade todos los partidos en la oficina,” “No te lleves el trabajo de la oficina a casa,” “Evita a los superiores cuando viajes,” y “Come en tu cuarto de hotel” parece diferir mucho de la sabiduría convencional. Fox mismo es un hombre de éxito en términos de su carrera, y asumiendo que sigue sus propios principios, su ejemplo muestra que evadir todos los partidos que se forman en la oficina no lo condena a uno al olvido por parte de la corporación.

 Bajo el título “Estudie estos libros,”5 estoy contento de encontrar el Webster’s Tirad Unabridged Dictionary y la Biblia, aunque es probable que esta última se incluya sólo para ampliar la conciencia moral y cultural de uno, en lugar de ser reverenciada como revelación divina. El Arte de la Guerra es superior a otras obras seculares contemporáneas, y sé que existe El Arte de la Guerra para Ejecutivos. Leer El Príncipe de Maquiavelo es al menos más refinado que ¿Quién se llevó mi queso?

 Sin embargo, nuestro propósito es descubrir si sus sugerencias, a pesar de su naturaleza aparentemente irreligiosa y amoral, escapan de la designación, “el consejo de los malos.” De manera directa, uno cuestiona si El Arte de la Guerra y El Príncipe pueden aplicarse a los negocios de acuerdo a los principios bíblicos. Tome como otro ejemplo, “Siempre tome el empleo que ofrezca más dinero.” Fox da varias razones que validan tal norma:

Primero, todos sus beneficios, incentivos, bonos y aumentos subsecuentes se basarán en su salario… Segundo, mientras más se le pague, más visible será a la gerencia de más alto nivel… Cuarto, si dos personas son candidatas para una promoción en un puesto… la persona que recibe el salario más alto siempre obtiene el puesto…

Asumamos que todas las razones que provee son ciertas, pero respaldan la norma en cuestión sólo si se presupone un cierto propósito o meta. Si esta meta no se deriva de la revelación bíblica, entonces lo que Fox propone aquí no puede ser consistente con la perspectiva Cristiana.

 Se podría decir que Fox no está tratando de escribir un libro religioso, de modo que solamente asume lo que sería el caso en un entorno de negocios. Sin embargo, este punto tiene poca relevancia para el Cristiano, puesto que su fe le compromete a obedecer la Escritura en todos los aspectos de su vida. Por lo tanto, antes que entienda la teleología del trabajo, tal y como se prescribe en la Biblia, no puede discernir si “Siempre tome el empleo que ofrezca más dinero” se aplica a él. Puede ser verdad que uno debiese tomar el empleo que ofrezca más dinero una vez que los puntos Cristianos de interés hayan sido considerados, pero entonces el principio ya no puede permanecer tal y como ha sido declarado por Fox, sino que, por consiguiente, debe ser modificado.

 Incluso Cristianos han producido el tipo de libros que aquí se examinan, y en tales casos no permiten que la Escritura controle su pensamiento mientras escriben. Dado que solo están escribiendo acerca de negocios, puede parecer inapropiado introducir presuposiciones religiosas en la discusión; sin embargo, cuando lo hacen sin premisas bíblicas, inevitablemente permiten que otro conjunto de presuposiciones domine el contenido. Si el éxito profesional es la meta más alta de uno en su sistema de pensamiento, entonces sus prácticas sociales y espirituales van a reflejar tal teleología. Sin embargo, si el conocimiento de Dios es lo supremo, todas esas otras categorías subsidiarias son dominadas e impregnadas por presuposiciones teológicas.

 Es imposible escribir un libro neutral sobre los negocios o sobre cualquier otro tema; o será un libro Cristiano o uno no-Cristiano. Por lo tanto, el libro de Fox cae bajo la categoría de “el consejo de los malos.” Aunque no aboga por el crimen o la lascivia descarada, al menos intenta ser religiosamente neutral. Los Cristianos bien informados pueden encontrar allí muchas sugerencias que pueden ser útiles después de algunas modificaciones, pero la mayor parte de los creyentes no pueden estar seguros cuáles normas son consistentes con la Escritura y cuáles no lo son.

 Aquellos que “andan en el consejo de los malos” pronto comienzan a “estar en el camino de los pecadores” (v. 1). A menudo que uno contempla o sigue ideas antagónicas a la fe Cristiana, comienza a viajar por el mismo sendero de los pecadores. Su simpatía por su estilo de vida llega a ser cada vez más grande, de modo que ahora se halla con los malos. Cuando finalmente se “sienta en la silla de los escarnecedores” (v. 1), se ha unido completamente a los impíos. Ahora tiene un lugar en su mesa. Más que perseguir el sendero de la maldad, ahora es uno de los “escarnecedores” que se burla de las cosas de Dios, despreciando a aquellos que exponen y siguen Sus preceptos.

 Tal es el camino a la perdición, y comienza con prestar atención al consejo impío. La mayor parte de Cristianos profesantes “caminan en el consejo de los malos” diariamente, pero muchos también se hallan “en el camino de los pecadores” y se “sientan en la silla de los escarnecedores” sin darse cuenta, en parte quizá debido al auto-engaño. Uno que brinda un servicio de labios a la Biblia puede no obstante afirmar y seguir el consejo impío de los no-Cristianos, y burlarse de aquellos que hablan y actúan de acuerdo a la Escritura.

 La caída de la rectitud comienza con la admiración y el respeto hacia el pensamiento impío, y finaliza en un compañerismo íntimo con los malos. Derek Kidner escribe,

Consejo, camino y silla… llaman la atención a los ámbitos del pensamiento, la conducta y el sentido de pertenencia, en los cuales se toma la decisión personal de alianza de una persona y luego se lleva a cabo… las tres frases completas muestran tres aspectos, de hecho tres grados, del apartarse de Dios, describiendo la conformidad con este mundo en tres niveles diferentes: aceptando su consejo, siendo parte de sus caminos, y adoptando la más fatal de sus actitudes – pues los escarnecedores, si no es que son los pecadores más escandalosos, son los que se hallan más lejos del arrepentimiento…

 Con este excelente resumen procedemos al siguiente versículo.

Uno podría esperar, siendo lo que son la estructura y contenido del versículo anterior, que el versículo 2 pudiese contrastar el consejo, conducta y compañerismo del justo, el piadoso y el reverente en comparación con lo que se ha dicho en el versículo 1. Más bien, dice, “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.”

 El Salmo avanza inmediatamente a la ley del Señor. Esta nos advierte que, “Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman” (Proverbios 15:22) no requiere muchos consejeros humanos. De hecho, el Salmo 119:24 dice, “Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.” Proverbios 15:22 aún se aplica a los consejeros humanos, pero deben estar afirmados en los preceptos de Dios.

Aunque existe una autoridad última para todos los Cristianos, a saber, la totalidad de la Escritura, no existe un principio unificador del que provengan todas las filosofías seculares.

 Los primeros principios de los sistemas no-Cristianos se oponen unos a otros, su pensamiento se halla en total confusión.

Como hemos observado, el giro hacia la vida malvada comienza a partir del pensamiento pecaminoso, de modo que el versículo 2 aborda el tema en su nivel fundamental cuando dice del hombre justo que, “su delicia está en la ley del Señor, y en su ley medita de día y de noche.” “Deleitarse” en la ley de Dios es pensar en ella “día y noche”; uno cuyo pensamiento no esté impregnado con la Escritura no puede afirmar amar la palabra de Dios. Spurgeon escribe, “Quizás algunos de ustedes pueden afirmar una especie de pureza negativa, porque no andan en el camino de los impíos; pero, permítanme preguntarles – ¿Se halla tu delicia en la ley de Dios? ¿Estudias la Palabra de Dios? ¿Haces de ella algo tan primordial como tu mano derecha – tu mejor compañía y guía a cada momento?”

 “Meditar” en la Escritura significa pensar en ella, reflexionar en su significado e implicación. Aunque la palabra puede significar “mascullar; hacer sonidos con la boca,” no requiere esta traducción “murmurar su ley de día y de noche” (NJB). El GNT dice que el justo “la estudia de día y de noche.” La idea a enfatizarse es la contemplación de la revelación divina por parte del intelecto, ya sea que se hable en voz alta o no. Para citar a Kidner una vez más, “La mente fue el primer bastión a defender, en el versículo 1, y es tratada como la clave hacia la totalidad del hombre… El salmo se contenta con desarrollar este único tema, implicando con ello que cualquier cosa que moldee realmente el pensamiento del hombre moldea su vida.”

 Podemos ver esto en el mandamiento de Dios a Josué: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8). Su instrucción para la crianza de los hijos es también similar: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6-7).

 El conocimiento viene antes de la práctica y la aplicación, y la repetición refuerza los preceptos de Dios en la mente. Este siempre ha sido el camino del justo: “Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo” (2 Timoteo 2:7). ¿Qué distingue al impío del justo? El primero sigue el consejo impío, mientras que el segundo se deleita y piensa en la Escritura. Esta diferencia básica en los pensamientos divide a los dos grupos. Los versículos 5 y 6 dicen, “Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos. Porque JEHOVÁ conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá.”

 Los Cristianos profesantes pueden realizar muchas buenas obras en el nombre de Cristo, pero sus pensamientos les traicionan; “Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7). El Cristianismo contemporáneo, una versión aberrante de la fe verdadera, busca minimizar la relevancia de la posición teológica que uno tenga; solamente el amor y la unidad son importantes. Pero la Biblia dice que nuestros pensamientos nos definen, y son el punto de partida del cual se deriva la totalidad de nuestras vidas. Por lo tanto, que aquellos que profesan el nombre de Cristo dejen de prostituirse tras la sabiduría de este mundo, e insistan en la antítesis irreconciliable que existe entre la cosmovisión bíblica y todos los sistemas seculares.

 Puede que el lector esté aún preocupado de que, si todo el consejo no-Cristiano es malo, entonces uno no puede confiar en su médico, o incluso en el manual del automóvil. Voy a contestar esto con un ejemplo personal. Un dentista me dijo que tenía caries, pero varios minutos más tarde entró otro y me dijo que no tenía. ¿Tenía caries? Si hubiese conseguido una tercera opinión, no había garantía de que un cuarto dentista hubiese estado de acuerdo con el tercero. Y se supone que este era un problema simple. Cualquier cosa que carezca de revelación divina es, en el mejor de los casos, incierta, una premisa o teología no- Cristiana conducirá obligatoriamente a una conclusión no-Cristiana. Por otro lado, el camino del justo es el lema de la Reforma, sola Scriptura – solamente la Escritura.

Traducido por Donald Herrera Terán