DECARGUE ⇒ DIOS Y LA LOGICA
DIOS
Y LA
LÓGICA
Gordon H. Clark
Al pensar en Dios, los calvinistas casi inmediatamente repetimos el Catecismo Menor y decimos, «Dios es espíritu, infinito, eterno, e incambiable.» Quizás no pausamos para esclarecer nuestras ideas acerca del espíritu, pero sí avanzamos hacia los atributos de «sabiduría, santidad, justicia, bondad, y verdad.» Pero pausemos: Espíritu, Sabiduría, Verdad. El Salmo 31:5 habla de Dios como «Dios de verdad.» Juan 17:3 dice «Esta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero…» 1 Juan 5:6 dice, «el Espíritu es la verdad.» Versos como estos nos indican que Dios es un ser racional y pensante cuyo pensamiento exhibe las estructuras de la lógica Aristotélica.
Si alguien objeta a la lógica Aristotélica en esta conexión – y presumimos que no lo querría remplazar con la lógica simbología Booleana-Russelliana – permitamos que se le pregunte y que responda si acaso es cierto para Dios que si todos los perros tienen dientes, ¿algunos spaniels los tienen también? Aquellos quienes contrastan una «lógica meramente humana» con una lógica divina, ¿querrán decir que para Dios todos los perros tienen dientes pero los spaniels no? De modo similar, con una aritmética «meramente humana»: dos más dos es igual a cuatro para el hombre, ¿pero para Dios, será igual a once? Desde los tiempos en que Bernardo desconfió de Abelardo, se ha vuelto una marca de pietismo en algunos rincones el descartar el «razonamiento meramente humano»; y durante el presente tiempo, autores existencialistas y neo-ortodoxos objetan a las inferencias «en línea directa» e insisten que la fe deberá «esquivar» a la lógica. Por tanto, no sólo se rehúsan a tomar la lógica como axioma, sino que se reservan el derecho de repudiarla. En oposición a esta visión, el siguiente argumento continuará insistiendo en la necesidad de la lógica; y con relación a la contención de que las Escrituras no pueden ser axiomáticas porque la lógica deberá serlo, será necesario deletrear en mayor detalle el significado de la revelación Escrituraria.
Ahora, ya que en este contexto la revelación verbal es una revelación de Dios, la discusión empezará con la relación entre Dios y la lógica. Luego vendrá la relación entre la lógica y las Escrituras. Y finalmente, la discusión se enfocará hacia la lógica en el hombre.
LA LÓGICA Y DIOS
Lo mejor sería empezar enfocando nuestra atención hacia algunas de las características que las Escrituras atribuyen a Dios. Nada sorprendente hay en afirmar que Dios es omnisciente. Esta es una noción común en la teología Cristiana. Pero, más allá, Dios es eternamente omnisciente. El no ha aprendido su conocimiento. Ya que Dios existe a partir de Sí mismo, independiente de todo lo demás, ciertamente el Creador de todo lo demás, El mismo debe ser la fuente de Su propio conocimiento. Este punto importante tiene su historia.
Al principio de la era Cristiana, Philo, el erudito Judío de Alejandría, hizo un ajuste a la filosofía Platónica para traerla acorde a la teología del Antiguo Testamento. Platón había basado su sistema sobre tres principios originales e independientes: el Mundo de las Ideas, el Demiurgo y el espacio caótico. Aunque los tres eran igualmente eternos e independientes uno del otro, el Demiurgo formó el espacio caótico hasta este mundo visible utilizando las Ideas como su modelo. Para Platón, el Mundo de las Ideas no era sólo independiente de, sino también en un sentido superior al hacedor del cielo y la tierra. Él está moralmente obligado, y de hecho voluntariamente se somete, a las Ideas acerca de la justicia, el hombre, la igualdad, y el número.
Philo, sin embargo, dice «Dios ha sido denominado de acuerdo al uno y a la unidad; o bien incluso la unidad ha sido denominada de acuerdo al Dios único, ya que todo número, como el tiempo, es más joven que el cosmos, mientras que Dios es anterior que el cosmos y su creador.» Esto significa que Dios es la fuente y determinante de toda verdad. Generalmente los Cristianos, incluso los de poca educación, comprenden que el agua, la leche, el alcohol y la gasolina se congelan a temperaturas diferentes porque Dios los creó de esa manera. Dios pudo haber hecho que un fluído intoxicante se congelara a cero Fahrenheit y pudo haber hecho que el producto de la vaca se congelara a cuarenta; sin embargo, El quiso que fuera de otra forma. Por tanto, tras el acto de creación hay un decreto eterno. Fue el propósito eterno de Dios que hubiesen tales líquidos, y por tanto podemos decir que las particularidades de la naturaleza fueron determinados antes de que hubiera una naturaleza.
De modo similar, en todas las demás variantes de la verdad, Dios deberá ser reconocido como soberano. Fue Su decreto que una proposición fuese verdadera como que la otra fuese falsa. Ya sea una proposición de tipo física, psicológica, moral o teológica, es Dios quien hace que sea de esa forma. Una proposición es verdadera porque Dios piensa que lo es.
Quizás para lograr cierta entereza formal, una muestra de documentación Escrituraria sea apropiada. El Salmo 147:5 dice, «Grande es nuestro Señor y mucho su poder, y su entendimiento es infinito.» Si no podemos concluír estrictamente de este verso que el poder de Dios es el origen de su entendimiento, por lo menos no existe duda de que su omnisciencia es aseverada. 1 Samuel 2:3 dice «el Señor es Dios de sabiduría.» Efesios 1:8 habla de la sabiduría y la prudencia de Dios. En Romanos 16:27 tenemos la frase «Dios sólo sabio», y en 1 Timoteo 1:17 la similar frase «el sólo sabio Dios». Aún más referencias, además de una excelente exposición acerca de ellas, pueden ser encontradas en La Existencia y los Atributos de Dios, por Stephen Charnock, capítulos VIII y IX. De este distinguido autor algunas líneas necesitan ser incluidas acá.
«Dios se conoce a Sí porque Su conocimiento con Su voluntad son la causa de todas las demás cosas;… Él es la primera verdad, y por tanto es el primer objeto de su conocimiento… Siendo que Él es todo conocimiento, también tiene en Sí el más excelente objeto del conocimiento… Ningún objeto es tan inteligible para Dios como lo es Dios a Sí mismo… ya que Su entendimiento es Su esencia, El mismo. Dios conoce Su propio decreto y voluntad, y por tanto debe conocer todas las cosas… Dios debe conocer lo que ha decretado que deba ocurrir… Dios debe conocerlo porque lo ha traído a cabo por Su voluntad… Por tanto, los conoce porque sabe lo que quiso decretar. El conocimiento de Dios no se deduce de las cosas mismas, porque si así fuese el conocimiento de Dios tuviese una causa fuera de Sí… De la forma en que Dios observa cosas posibles en el vidrio de su propio poder, así también ve cosas futuras en el vidrio de su propia voluntad.»
Una gran porción del material de Charnock tiene como propósito enumerar los objetos del conocimiento de Dios. Acá, sin embargo, las citas fueron colocadas para señalar que el conocimiento de Dios depende de Su voluntad y de nada externo a El mismo. Por tanto, podemos repetir con Philo que Dios no debe ser denominado bajo la idea de unidad, o de bondad, o de verdad; por su parte, la unidad, la bondad y la verdad deben ser denominadas bajo el decreto de Dios.
LA LÓGICA ES DIOS
Se espera que estas citas acerca de la relación entre Dios y la verdad sean vistas como pertinentes a la discusión acerca de la lógica. En todo caso, el tema sobre la lógica podría ser más claramente introducido a través de una referencia Escritural más. El bien conocido prólogo al Evangelio de Juan pudiera ser parafraseado, «en el principio era la Lógica, y la Lógica era con Dios, y la Lógica era Dios… en la lógica era la vida y la vida era la luz de los hombres.»
Esta paráfrasis – o mejor dicho, traducción – no sólo sonaría extraña a oídos devotos, sino que también pudiera sonar molestoso y ofensivo. Pero el choque sólo mide la distancia del devoto al lenguaje y pensamiento del Nuevo Testamento en Griego. Por qué debería ser ofensivo llamar a Cristo «Lógica», cuando a la vez no ofende llamarle «Verbo» es difícil de explicarse, pero frecuentemente es el caso. Incluso Agustín, al insistir en que Dios es verdad, ha sido sujeto a la anti-intelectual acusación de haber «reducido» a Dios a una proposición. En todo caso, el fuerte intelectualismo de la palabra Logos se observa en varias de sus traducciones posibles: pensar, computar, contabilizar (finanzas), estimar, proporcionar (matemáticas), explicación, teoría o argumento, principio o ley, razón, fórmula, debate, narrativa, habla, deliberación, discusión, oráculo, oración y sabiduría.
Cualquier traducción de Juan 1:1 que oscurezca este énfasis sobre la mente o la razón es una mala traducción. Y si cualquiera tiene quejas de que la idea de proporción ó debate oscurece la personalidad de la segunda persona de la Trinidad, esa persona necesita alterar su concepto acerca de la personalidad. En el principio, pues, era la Lógica.
Que la Lógica sea la luz de los hombres es una proposición que bien pudiera introducir la sección luego de la siguiente acerca de la relación de la lógica con el hombre. Pero la noción de que la Lógica es Dios nos traerá a la conclusión de la presente sección. Los seguidores de Bernard no sólo entretienen sospechas acerca de la lógica, sino que teólogos aún más sistemáticos han sido cuidadosos con cualquier propuesta que tornaría a un principio abstracto como superior a Dios. El presente argumento, en consonancia con ambos Philo y Charnock, no hace tal cosa. La ley de la contradicción no debe ser tomada como axioma antes de, o independientemente de Dios. La ley es Dios pensando.
Por esta razón también, la ley de la contradicción no es subsecuente a Dios. Si alguien dice que la lógica depende del pensar de Dios, es dependiente sólo en el sentido de que es la característica del pensar de Dios. No es subsecuente temporalmente, ya que Dios es eterno y nunca hubo un tiempo en que Dios existiera sin pensar lógicamente. Uno no debe suponer que la voluntad de Dios existiese como una sustancia inerte antes de que El deseara pensar.
Así como no hay prioridad temporal, tampoco hay prioridad lógica ni analítica. No sólo era la Lógica el principio, sino que la Lógica era Dios. Si esta inusual traducción del prólogo de Juan aún molesta a alguien, quizás permita que Dios era Su pensar. Dios no es un sub-estrato pasivo ni potencial; El es actualidad o actividad. Esta es la terminología filosófica para expresar la idea Bíblica de que Dios es un Dios viviente. Por tanto, la lógica ha de ser considerada como la actividad de la voluntad de Dios.
Aunque la teología de Aristóteles no es mejor (y probablemente sea peor) que su epistemología, utilizó una frase para describir a Dios, que, con un leve cambio, pudiera ser de ayuda. Este definió a Dios como «pensamiento-que- piensa-pensamientos». Aristóteles desarrolló el significado de esta frase para poder negar la omnisciencia. Pero si estamos claros de que el pensamiento que el pensamiento piensa incluye el pensamiento sobre un mundo que sería creado – ya que para Aristóteles, Dios no tiene conocimiento de las cosas inferiores a él – la definición Aristotélica de Dios como «pensamiento-que-piensa- pensamientos» pudiera ayudarnos a comprender que la lógica, la ley de la contradicción, no es ni anterior ni subsecuente a la actividad de Dios.
Esta conclusión pudiera perturbar a algunos pensadores analíticos. Quizás quisieran separar a la lógica de Dios. Al hacer eso, se quejarían de que la presente construcción termina uniendo dos axiomas en uno sólo. Y si son dos, uno de ellos deberá ser anterior; en ese caso, deberíamos aceptar a Dios sin lógica, o a la lógica sin Dios; y luego quedaría el otro. Pero esta no es la pre-suposición propuesta acá. Dios y la lógica son uno y el mismo principio, ya que Juan escribió que la Lógica era Dios. Por el momento, esto deberá ser suficiente para indicar la relación de Dios con la lógica. Ahora pasaremos a lo que en el principio parecía ser la pregunta más pertinente, la cuestión de la lógica y las Escrituras.
LA LÓGICA Y LAS ESCRITURAS
Existe un malentendido menor que puede ser fácilmente desechado antes de discutir la relación entre la lógica y las Escrituras. Alguien con un vivo sentido de la historia pudiera preguntarse por qué la revelación y las Escrituras son equiparadas, cuando la palabra directa hacia Moisés, Samuel y los profetas es una revelación aún más clara. Esta observación fue posible simplemente por brevedad previa. Por supuesto que la palabra hacia Moisés fue revelación, de hecho, revelación par excellence, si se quiere. Pero nosotros no somos Moisés. Por tanto, si el problema es explicar cómo conocemos en esta época, uno no pudiera utilizar la experiencia personal de Moisés. Hoy día tenemos las Escrituras. Como reza la Confesión de Westminster, «Le plació al Señor… revelarse a sí… y luego… comprometer su revelación completamente por escrito, lo cual hace que las sagradas Escrituras sean totalmente necesarias, habiendo ya cesado aquellas formas anteriores en que Dios reveló su voluntad a su gente.» Lo que Dios dijo a Moisés está en la Biblia; las palabras son idénticas; la revelación es la misma.
En esto, pudiera ser anticipada la relación de la lógica a las Escritras. Primeramente, las Escrituras, las palabras escritas de la Biblia, son la mente de Dios. Lo que se dice en las Escrituras es el pensamiento de Dios. En las polémicas religiosas contemporáneas, la visión Bíblica de la Biblia, la postura histórica de la Reforma, o – lo que es lo mismo – la doctrina de la inspiración plena y verbal, es castigada como Bibliolatría. Los liberales acusan a los Luteranos y a los Calvinistas de adorar a un libro en vez de adorar a Dios. Aparentemente piensan que hacemos genuflexión a la Biblia sobre el púlpito, y nos ridiculizan como si besáramos la sortija de un papa de papel.
Esta caricatura nace de su modo de pensar materialista – un materialismo que quizás no sea aparente en otras discusiones – pero que viene a la superficie cuando dirigen su fuego en contra del fundamentalismo*. Ellos piensan que la Biblia es un libro material con contenido de papel y un encuadernado de cuero. Que los contenidos sean los pensamientos de Dios, expresados en las propias palabras de Dios, es una postura a la que están tan invenciblemente antagonizados que no pueden ni siquiera admitir que sea la postura fundamentalista*.
No obstante, mantenemos que la Biblia expresa la mente de Dios.
Conceptualmente, es la mente de Dios, o más correctamente, una parte de la mente de Dios. Por esta razón el Apóstol Pablo, refiriéndose a la revelación que le fue dada, y de hecho dada a los Corintios a través de él, es capaz de decir, «Tenemos la mente de Cristo.» También en Filipenses 2:5 él les exhorta, «Haya en ustedes la misma mente que hubo también en Cristo Jesús». Hacia el mismo propósito apunto su modesta afirmación en 1 Corintios 7:40 «Yo creo también que tengo el Espíritu de Dios.» La Biblia, entonces, es la mente o pensamiento de Dios. No es un fetiche físico, como un crucifijo. Y dudo que haya habido siquiera un campesino fundamentalista* lo suficientemente ignorante para que orase a un libro negro con bordes rojos. De modo similar, la acusación de que la Biblia es un papa de papel falla el blanco por la misma razón. La Biblia consiste en pensamientos, no en papel, y los pensamientos son los del Dios omnisciente e infalible, no los de Inocente III.
* Nota: Vale notar que durante el tiempo en que Clark escribía, y en cuanto a su uso particular, la palabra «fundamentalismo» no tenía la connotación negativa que hoy le afecta, ya que estaba carente de los aspectos socio-culturales y políticos típicos de nuestro tiempo. El fundamentalismo de Clark sólo se refiere a la antítesis del liberalismo, especialmente en lo que concierne a la Bibliología y a la Hermenéutica.
EL AXIOMA PROPUESTO
Sobre esta base – esto es, sobre la base de que las Escrituras son la mente de Dios – la relación con la lógica puede ser fácilmente esclarecida. Como debe ser esperado, si Dios ha hablado, lo ha hecho de forma lógica. Las Escrituras por tanto deberán exhibir una organización lógica, tal como de hecho lo exhiben. Por ejemplo, Romanos 4:2 es un silogismo entimemático hipotético-destructivo. Romanos 5:13 es un silogismo hipotético constructivo. 1 Corintios 15:15-18 es una serie de proposiciones en cadena, en el cual el predicado de una es el sujeto de la otra. Obviamente, ejemplos de formas lógicas establecidas como estas pueden ser ampliamente enumeradas.
Existe, por supuesto, mucho en las Escrituras que no es silogístico. Las secciones históricas son en gran parte narrativas; sin embargo, cada oración declarativa es una unidad lógica. Estas oraciones son verdades; como tales, son objetos de conocimiento. Cada una de ellas tiene, o quizás deberíamos decir, cada una de ellas es un predicado fijado a un sujeto. Sólo de esa manera pueden contener un significado.
Aún en las palabras singulares mismas, como muy ciertamente es visto en los casos de sustantivos y verbos, la lógica está incrustada. Si las Escrituras dicen, «David fue el Rey de Israel», no significa que David era el Presidente de Babilonia; y ciertamente no significa que Churchill fue el Primer Ministro de China. Esto para decir que las palabras David, Rey e Israel tienen significados definidos. La vieja difamación de que las Escrituras son una bola de cera y que la interpretación es infinitamente elástica está claramente equivocada. Si no hubiese límites para la interpretación, pudiéramos interpretar la difamación misma como una aceptación de la plena y verbal inspiración. Ya que la difamación no puede ser interpretada de esa forma, tampoco puede ser el Nacimiento Virginal interpretado como un mito, ni la Resurrección como un símbolo de la primavera. Sin duda habrá algunos asuntos difíciles de comprender que los indoctos arrancan para su propia destrucción, pero las dificultades no son mayores que las encontradas en Aristóteles o en Plotino, y contra estos filósofos nunca se dirigen con semejantes difamaciones. Más aún, sólo algunos asuntos son difíciles. En cuanto al resto, los protestantes siempre han insistido en la perspicuidad de las Escrituras.
Tampoco necesitamos perder el tiempo repitiendo la explicación Aristotélica acerca de las palabras ambiguas. El hecho de que una palabra deba significar una cosa y no su contradicción es la evidencia de la ley de la contradicción en todo lenguaje racional. Esta exhibición de la lógica incrustada en las Escrituras explica por qué las Escrituras, y no la ley de la contradicción, es seleccionada como el axioma. Si nos quedáramos meramente asumiendo la ley de la contradicción, no estuviésemos mejor que lo que estuvo Kant. Su noción de que el conocimiento requería categorías a priori merece gran respeto. De una vez por todas, y de forma positiva – el halago a la vía negativa y no intencional de Hume – Kant demostró la necesidad de los axiomas, presuposiciones o equipaje a priori. No obstante, este sine qua non no es suficiente para producir el conocimiento. Por tanto, la ley de la contradicción como tal y por sí sólo no es hecho el axioma de este argumento.
Por una razón similar, Dios como distinto de las Escrituras no se hará el axioma de este argumento. Sin duda esta vuelta parecerá extraña a muchos teólogos*. Lucirá particularmente extraña luego de los énfasis previos acerca de la mente de Dios como el origen de toda verdad. ¿No debe ser Dios el axioma? Por ejemplo, el primer artículo de la Confesión de Augsburgo provee la doctrina de Dios, y la doctrina de las Escrituras apenas aparece en el documento completo. En la Confesión de Francia del 1559, el primer artículo trata sobre Dios, y las Escrituras son discutidas en las cinco subsiguientes. La Confesión Belga muestra este mismo orden. La Confesión de Escocia del 1560 empieza con Dios y luego llega a las Escrituras sólo en el artículo diecinueve. Los Treinta y Nueve Artículos empiezan con la Trinidad, y se llega a las Escrituras en los artículos seis y los siguientes. Si Dios es soberano, parece muy razonable colocarle primero en el sistema.
Sin embargo, varios otros credos, especialmente la Confesión de Westminster, enuncian la doctrina de las Escrituras justo al principio. La explicación es simple: nuestro conocimiento de Dios viene de la Biblia. Podemos aseverar que cada proposición es verdadera porque Dios piensa que lo es, y podemos seguir a Charnock en todo su gran detalle, pero el escenario completo es basado en las Escrituras. Supongamos que no fuese así. «Dios» como axioma, aparte de las
Escrituras, sería sólo un nombre. Debemos especificar cuál Dios. El sistema mejor conocido donde «Dios» fue hecho un axioma es el de Spinoza. Para él, todo los teoremas son deducidos de la Deus sive Natura. Pero es la Natura la que define el Dios de Spinoza. Dioses diferentes pueden ser hechos axiomas de otros sistemas. Por tanto, lo importante no es presuponer a Dios, sino definir la mente del Dios que ha de ser presupuesto. Por tanto, las Escrituras son ofrecidas acá como el axioma. Esto provee definición y contenido, sin lo cual un axioma sería inútil.
Así es como Dios, las Escrituras, y la lógica están juntamente ligadas. Los Pietistas no deben quejarse de que el énfasis sobre la lógica es una deificación de un abstracto, o que sea el razonamiento humano divorciado de Dios. El énfasis en la lógica está estrictamente en acorde con el prólogo de Juan, y no es más que un reconocimiento de la naturaleza de Dios. ¿No parecería peculiar que, en esta conexión, un teólogo pueda estar tan fuertemente sujeto a la doctrina de la Expiación, o un Pietista a la idea de la santificación, que sin duda es explicada sólo en algunas porciones de las Escrituras, y aún así sean hostiles hacia – o sospechosos de – la racionalidad y la lógica que cada verso de las Escrituras exhibe?
*Nota: Este punto en particular podrá ser observado como unos de los distanciamientos principales entre el sistema propuesto por Gordon Clark, contra el de Cornelio Van Til. Su frase acá escrita «Sin duda esta vuelta parecerá extraña a muchos teólogos» no sólo vino a ser un hecho, sino que fue el centro de toda una controversia que, discutiblemente, continúa hasta nuestros días. Entre estas dos perspectivas, quien traduce y el autor de esta nota actualmente está de acuerdo con la perspectiva expuesta acá. Más información se ofrece en el libro «The Clark Van-Til Controversy», por Herman Hoeksema.
LA LÓGICA EN EL HOMBRE
Entendiendo esto acerca de la mente de Dios, el siguiente paso es la creación del hombre en la imagen de Dios. Los animales no-racionales no fueron creados en su imagen; pero Dios sopló su espíritu en la forma terrenal, y Adán vino a ser un tipo de alma superior a los animales.
Para ser precisos, uno no debería hablar sobre la imagen de Dios en el hombre. El hombre no es algo en que en alguna parte la imagen de Dios puede ser hallada junto con otras cosas. El hombre es la imagen. Esto, por supuesto, no se refiere al cuerpo del hombre. El cuerpo es un instrumento o herramienta que el hombre utiliza. El mismo es el aliento de Dios, el espíritu de Dios soplado en el barro, la mente, el ego pensante. Por tanto, el hombre es racional en la semejanza de la racionalidad de Dios. Su mente está estructurada como lo describió la lógica Aristotélica. Por eso es que creemos que los spaniels tienen dientes. Además de los bien conocidos versos en el capítulo uno, Génesis 5:1 y 9:6 ambos repiten la idea. 1 Corintios 11:7 dice «el hombre… es la imagen y la gloria de Dios». Ver también Colosenses 3:10 y Santiago 3:9. Otros versos, que no son tan explícitos, no obstante añaden a nuestra información. Compárese con Hebreos 1:3, Hebreos 2:6-8 y el Salmo 8. Pero la consideración conclusiva es que a través de la Biblia completa, el Dios racional ha otorgado al hombre un mensaje inteligible.
Es extraño que alguna persona que se piense ser Cristiano desprecie la lógica. Por supuesto, tal persona no tiene intención de despreciar la mente de Dios; pero así piensa que la lógica en el hombre es pecaminosa, aún más pecaminosa que las otras partes de la naturaleza caída del hombre. Esto, sin embargo, no tiene sentido alguno. La ley de la contradicción no puede ser pecaminosa. Muy por el contrario, son nuestras violaciones a la ley de la contradicción las que son pecaminosas. Sin embargo, las constricciones que algunos autores devotos colocan sobre la lógica «meramente humana» son sorprendentes. ¿Puede ser que una piadosa estupidez en verdad quiera decir que un silogismo que es válido para nosotros es inválido para Dios? Si dos más dos es igual a cuatro en nuestra aritmética, tiene Dios una aritmética diferente en el que dos más dos sea igual a tres, o quizás cinco? El hecho es que el Hijo de Dios es el razonamiento de Dios – pues Cristo es la sabiduría de Dios así como el poder de Dios – además del hecho de que la imagen en el hombre es el tal llamado «razonamiento humano», es suficiente para probar que este tal llamado «razonamiento humano» no es tan humano sino divino.
Por supuesto, las Escrituras dicen que los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos ni sus caminos nuestros caminos. Pero, ¿será buena exégesis interpretar de esto que su lógica, su aritmética, su verdad no son los nuestros? Si esto fuera así, ¿cuáles serían las consecuencias? Significaría que no sólo nuestras sumas y restas están todas equivocadas, sino también que todos nuestros pensamientos – en la historia así como en la aritmética – están todos errados. Si por ejemplo, pensamos que David era el Rey de Israel, y los pensamientos de Dios no son los nuestros, entonces se deduce que Dios no piensa que David era el Rey de Israel. En la mente de Dios, quizás David era el primer ministro de Babilonia.
Para evitar este irracionalismo, lo cual por supuesto es una negación de la imagen divina, debemos insistir que la verdad es la misma para Dios y para los hombres. Naturalmente, es posible que no conozcamos la verdad acerca de algunas materias. Pero si algo sabemos, lo que sabemos debe ser idéntico a lo que Dios sabe. Dios conoce toda la verdad, y a menos que sepamos algo de lo que Dios sabe, nuestras ideas están erradas. Es absolutamente esencial, por tanto, insistir en que existe un área de coincidencia entre la mente de Dios y nuestra mente.
LA LÓGICA Y EL LENGUAJE
Este punto nos trae al asunto central acerca del lenguaje. Este no se desarrolló a partir de, ni tampoco fue su propósito restringido a, las necesidades físicas de la vida terrenal. Dios le otorgó a Adán una mente para comprender la ley divina, y le otorgó el lenguaje para permitirle hablar con Dios. Desde el principio, la intención del lenguaje fue la alabanza. En el Te Deum, por medio del lenguaje, y a pesar del hecho de que se canta con música, le ofrecemos «halagos metafísicos» a Dios. El debate sobre la adecuacia del lenguaje para expresar las verdades de Dios es un falso dilema. Las palabras son meros símbolos o señales. Cualquier signo sería adecuado. El verdadero asunto es: ¿Posee el hombre la idea de simbolizar? Si puede pensar sobre Dios, entonces puede utilizar el sonido Dios, Deus, Theos ó Elohim. La palabra no hace diferencia, y el signo es ipso facto literal y adecuado.
La visión Cristiana es que Dios creó a Adán como una mente racional. La estructura de la mente de Adán era la misma que la de Dios. Dios piensa que el afirmar lo consecuente es una falacia; y la mente de Adán fue formada sobre los principios de la identidad y la contradicción. Esta visión Cristiana acerca de Dios, el hombre y el lenguaje no cabe dentro de ninguna filosofía empírica. En cambio, es una especie de racionalismo a priori. La mente del hombre no está inicialmente en blanco; está estructurada. De hecho, un vacío sin estructura no es una mente. Ni tampoco una hoja de papel en blanco pudiera extraer ninguna ley universal de la lógica a partir de experiencias finitas. Ninguna proposición universal ni necesaria puede ser deducida a partir de la observación sensorial. La universalidad y la necesidad sólo pueden ser a priori.
Esto no quiere decir que toda la verdad pueda ser deducida a partir de la lógica solamente. Los racionalistas del siglo diecisiete se trazaron una tarea imposible. Aún si el argumento ontológico fuese válido, es imposible deducir Cur Deus Homo, la Trinidad, o la resurrección final. Los axiomas a los que las formas lógicas a priori deben ser aplicadas son las proposiciones que Dios reveló a Adán y a los profetas subsiguientes.
LÓGICA: CONCLUSIÓN
La lógica es irremplazable. No es una tautología arbitraria, un marco útil entre otros. Varios sistemas para catalogar libros en una biblioteca son posibles, y varios de ellos son igualmente convenientes. Todos son arbitrarios. La sección de historia puede ser designada por el 800 tan fácilmente como por el 400. Sin embargo, no hay sustituto para la ley de la contradicción. Si «perro» es el equivalente de «no-perro», y si 2 = 3 = 4, no sólo desaparece la zoología y las matemáticas, sino también Victor Hugo y Johann Wolfgang von Goethe desaparecen. Estos dos hombres son ejemplos particularmente apropiados, ya que ambos, en especial Goethe, eran romanticistas. Aún así, sin lógica, Goethe no pudo haber atacado la lógica del Evangelio de Juan (I, 1224-1237).
Geschrieben steht: «Im anfang war das Wort!»
Hier stockich schon! Wer hilft mir weiter fort?
Mir hilft der Geist! Auf einmal seh’ ich
Rath und schreib’getrost: «Im Anfang war die That!» [1]
[1] Una traducción no-oficial al castellano pudiera ser: » ‘En el principio era el Verbo’
No obstante, Goethe puede expresar su rechazo del Logos divino de Juan 1:1, y expresar su aceptación de la experiencia romántica, sólo utilizando la misma lógica que desprecia.
Repito, aún si luce hartante: La lógica está fija, es universal, necesario e irremplazable. La irracionalidad contradice la enseñanza Bíblica desde el principio hasta el fin. El Dios de Abraham, Isaac y Jacob no está demente. Dios es un ser racional, la arquitectura de cuya mente es la lógica
¡He aquí, estoy obstruido! ¿Quién me colocará en acuerdo? ¡El Espíritu me está asistiendo! Ahora veo lo que necesito. Y escribo con certeza: ‘En el principio era la Hazaña’!»
FUENTE: Una colección de artículos, comentarios y ensayos sobre teología, filosofía y vida del “Agustín de América”
TRADUCCION: Alexander Rodriguez
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