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SUPRALAPSARIANISMO

SUPRALAPSARIANISMO

Vincent Cheung

Traduccion: Raul Loyola Román

Como el propósito de la creación del hombre, la Biblia enseña que el hombre fue creado por la voluntad de Dios y para la gloria de Dios:

Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. (Apocalipsis 4:11)

Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra, todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice. (Isaías 43:6-7)

En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. (Efesios 1:11-12)

Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová. Y ellos lo hicieron así. (Éxodo 14:4)

¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles? (Romanos 9:22-24)

Algunas personas sugieren que la naturaliza amorosa de Dios lo obliga a crear objetos de afección para satisfacer una necesidad en Él de expresarse a Sí mismo en comunión, generosidad y sacrificio. Sin embargo, es herético decir que Dios necesite algo. Como Pablo dice en Hechos 17:25, “ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.” Dios es eternamente auto existente, y por eso también es auto suficiente. Debido a que el hombre no es eterno, sino que hay un tiempo de origen antes del cual él no existía, y ya que “para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” (2 Pedro 3:8), si Dios pudo existir sin el hombre, Él podría haber continuado existiendo sin el hombre eternamente. Por lo tanto, la creación del hombre no está relacionada con ninguna necesidad en Dios. Es más, incluso antes de la creación del hombre, Dios ya había creado los ángeles, y antes de eso, los miembros de la trinidad se amaban entre Sí. Incluso si el amor necesitara expresión, Dios no necesitaba crear al hombre.

En lugar de eso, como los pasajes de arriba indican, Dios creó a los electos y los réprobos porque Él deseó manifestarse a Sí mismo y ser glorificado a través de ellos. Aunque los reprobados no glorifiquen conscientemente a Dios, Él se glorifica a Sí mismo a través de ellos por medio de lo que Él los causa a hacer y lo que Él hace en ellos. Él es glorificado por medio de los electos en su salvación y en los reprobados en su condenación.
Esto nos lleva a considerar el orden de los decretos eternos. Si los ítems del plan de Dios fueran ubicados en el orden en el cual Él los decidió, ¿cuál sería ese orden? Por supuesto, Dios es eterno e omnisciente, por eso no existe un punto en su pensamiento en el cual no sabía todo o en el cual Él no había decidido todo; por lo tanto, cuando hablamos de orden en la mente de Dios, nos estamos refiriendo a un orden lógico, no a un orden cronológico.

El decreto de Dios de ser glorificado viene primero, y para cumplir esto, se decreta que Cristo debería someter todas las cosas y entregarlas al Padre. Para cumplir esto, se decreta que Cristo debería salvar un pueblo escogido desde una humanidad caída pera transformarse en sus coherederos. Para lograr esto, se decreta que la humanidad debe caer en pecado. Entonces, para lograr esto, se decreta que Dios debe crear la humanidad. Este es el orden de propósito y diseño. El orden es revertido en la ejecución, comienza con la creación y culmina en la gloria de Dios.

Podemos ilustrar esto con una analogía de la vida humana. Suponga que mi propósito es llegar a mi oficina. Para lograr esto, debo decidir que yo debería conducir mi automóvil hacia aquel lugar. Para lograr esto, debo decidir que yo debería entrar en mi automóvil. Para lograr esto, debo decidir salir de mi casa. Para lograr esto, debo decidir vestirme. Para lograr esto, debo decidir salir de la cama. El propósito final se ubica primero en el orden de las decisiones, y la primera cosa que debo hacer para lograr este propósito se ubica al final en el orden. El orden es al revés en la ejecución, de forma que el último ítem en el orden del propósito y diseño ahora es el primer ítem. Primero debo salir de la cama, después vestirme, después salir de mi casa, etc. El resultado final es que llego a mi oficina, y mi propósito se cumple.

La naturaleza del propósito y el diseño necesita un esquema supralapsariano de los decretos eternos, en los cuales el decreto de elección y reprobación aparece antes que el decreto de la caída de la humanidad, y en el cual el decreto primero el decreto Divino de elección y reprobación, luego decreto de la caída de la humanidad y finalmente decreto de la creación de la humanidad (resumen mio revisar) de la caída de la humanidad aparece antes que el decreto de la creación de la humanidad.

El esquema infralapsariano ubica el decreto de elección y reprobación después del decreto de la caída de la humanidad.

Una razón para esto es colocar los decretos de forma que el decreto de reprobación se aplique a pecadores, mientras que los supralapsarianistas dirían que –Dios decreta la caída de la humanidad para que se cumpla el decreto de la reprobación–.

El supralapsarianismo es el orden bíblico y racional. El infralapsarianismo confunde concepción lógica con ejecución histórica, así no sólo contraría los hechos, como también hace un contrasentido de algunos de los decretos divinos. Cualquier decreto, deja el propósito del decreto inespecífico hasta el siguiente decreto. Pero no hay razón para ello, así se vuelve arbitrario. El infralapsarianismo es, por implicación, blasfemo, ya que insulta la inteligencia de Dios y niega su racionalidad.

Los infralapsarianistas replican que el supralapsarianismo socava la justicia de Dios, pero para afirmar esto ellos introducen un estándar de justicia privado y no bíblico, uno que rechaza la soberanía absoluta de Dios y viola la inferencia lógica estricta, y después evalúan los decretos divinos por medio de él. Su intento de defender la sumisión de Dios a un estándar humano de justicia se vuelve una subversión contra su soberanía y justicia divina, y la negación de una simple habilidad de hacer planes lógicos y disposiciones en la mente de Dios. Así su objeción comete otro acto de blasfemia.

Louis Berkhof, cuando explica algunas de las objeciones contra el supralapsarianismo, escribe, “A pesar de sus aparentes pretensiones no soluciona el problema del pecado. Lo haría si se atreviera a decir que Dios decretó introducir el pecado en el mundo haciendo uso de su propia y directa eficiencia.” Más yo me atrevo a decir eso. De hecho, no me atrevo a negarlo, porque si lo hiciera, yo estaría diciendo que algún otro poder tiene la habilidad de generar y controlar el pecado por medio de su “directa eficiencia.” Trasladar el poder divino a humanos y demonios, es la blasfemia del dualismo.

Berkhof continua, “Algunos supralapsarianos, es verdad, presentan el decreto como la causa eficiente del pecado; pero a pesar de ello, no quieren que esto se interpreten forma que Dios se convierta en el autor del pecado.” Pero yo afirmo que Dios es el soberano y justo autor del pecado, por la misma razón que ya he argumentado. Negar que Dios es el autor del pecado necesariamente implica alguna forma de dualismo, y eso se suma al rechazo del teísmo bíblico. El resultado, nuevamente, es blasfemia.

Pero Berkhof persiste: “Se hace notar que el esquema supralapsariano es ilógico porque hace del decreto de elección y preterición se refiera a seres no existentes, es decir, hombres que no existen sino como meras posibilidades, aún en la mente de Dios; los cuales no existen todavía en el decreto divino, y que por tanto no pueden contemplarse como creados, sino solamente como creables.” Esto es objeción estúpidamente desconcertante. En un orden lógico, el propósito final es concebido primero, y entonces cada decreto sucesivo es hecho para cumplir el anterior. Así, obviamente, el decreto que concierne a la creación del hombre debería ser precedido por un decreto que requiera la creación del hombre se lleve a cabo pero aún representa al hombre como una mera posibilidad. Una mujer puede decidir usar un hermoso vestido en una reunión de ex alumnos de su escuela antes de que ella compre el vestido. De hecho, es porque ella decidió usar un hermoso vestido en la reunión que ella, entonces, decide comprarlo. El infralapsarianismo confunde el arden del propósito y diseño con el orden de ejecución. Él se queja que en el supralapsarianismo Dios decreta la identidad de los réprobos sin ver su pecaminosidad. Sin embargo, la Biblia afirma explícitamente esta visión, que la reprobación es incondicional, y que Dios creó algunas personas para salvación y otras para perdición “da la misma masa” (Romanos 9:21). Los réprobos no se crean a sí mismos; Dios los creó, y los creó como réprobos.

En el infralapsarianismo, debido a que el decreto de elección y reprobación se ubica después del decreto de la caída de la humanidad, significa que en el punto cuando Dios decreta la caída de la humanidad, Él lo hace sin saber por qué lo decreta o que hará con ello. Si Él tiene la redención en mente, y así la distinción entre salvos y condenados, entonces Él sabe porque está decretando la caída de la humanidad, entonces en este punto Él ya ha hecho decisiones sobre la redención, y así se afirma el supralapsarianismo. Esto significa que en el infralapsarianismo, en el punto donde Dios decreta la caída de la humanidad, Él lo hace sólo porque Él desea que la humanidad caiga.

Los infralapsarianistas esconden atrás de su estándar humano de justicia, que Dios debe designar como reprobados sólo a aquellos que ya son culpables, ¿pero no es mejor para Dios decretar que toda la humanidad debe caer en pecado sin ninguna razón para ello y sin pensar en redención? En la otra mano, aunque los supralapsarianistas deban decir que Dios puede decretar la caída de la humanidad sólo porque Él lo quiere, en su esquema, Dios decreta la caída de la humanidad para que existan pecadores para salvar o condenar.

La mayor objeción contra el esquema supralapsariano se coloca como una oposición a la idea que Dios debe designar las identidades de los reprobados antes que Él decrete su caída en pecado. En el supralapsarianismo, Dios primero decreta que debe haber réprobos, y entonces Él decreta la caída para que esos reprobados puedan materializarse. Nuevamente, la objeción es contra la reprobación incondicional. Para decirlo de otra forma, la objeción es contra la soberanía absoluta de Dios, o el hecho de que Dios es Dios.

Entonces, la objeción contra la reprobación incondicional es que esto es injusto – que es, no de acuerdo a algún estándar expuesto en la Escritura, sino de acuerdo a la pecaminosa intuición del hombre. ¡Él no gusta de esa idea! En cualquier caso, cuando Dios ejecuta el castigo sobre los réprobos, ellos ya han caído en pecado, así Dios no castiga a nadie que sea inocente o sin pecado, excepto cuando causó el sufrimiento de Cristo. Incluso entonces, el castigo infligido era justo en la mente de Dios porque Cristo estaba llevando la culpa de los electos (Isaías 53:10).

Nuevamente, la objeción contra el supralapsarianismo realmente es una negación de que Dios es Dios, y que Él no es un hombre o una mera criatura. Algunos dicen que creen en Dios, pero no creen verdaderamente. Esto es un crimen atrás de sistemas teológicos falsos tales como el liberalismo, el arminianismo y un calvinismo inconsistente. Verdaderamente no existe una objeción bíblica o racional contra el supralapsarianismo. La gente simplemente no quiere permitir la total soberanía de Dios sobre su propia creación. Una vez que abandonamos las suposiciones falsas y centradas en el hombre, la ofensa de la soberanía divina absoluta desaparece. Si vamos a abandonar esas suposiciones es otro asunto. La obra del Espíritu en la santificación es necesaria para que renunciemos a cualquier tipo de autonomía humana y pensamiento centrado en el hombre, incluyendo el tipo de “libertad” relativo e ilusorio que aparece tan frecuentemente en la forma popular del calvinismo.

Así como ocurre con muchas controversias, el verdadero asunto en este desacuerdo entre el supralapsarianismo y el infralapsarianismo es si estamos deseando “permitir” a Dios ser Dios en sus propios términos. Un supralapsarianismo consistente es la única posición que honra a Dios, la Escritura y la lógica. Y es la única posición centrada en Dios. Una de las cosas que aprendemos de la doctrina es que Dios activamente decreta y causa la caída de la humanidad como uno de los pasos por los cuales Él cumplirá su plan eterno. El pecado no fue un accidente, y la redención no fue sólo la reacción de Dios. Como dice la Escritura, “Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, Y aun al impío para el día malo” (Proverbios 16:4). Así el supralapsarianismo resulta en gloria y reverencia hacia Dios.

Vincent Cheung

Traducción: Raul Loyola R.

https://www.facebook.com/raul.loyolaroman

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Supralapsarianismo

Gordon Clark Haddon
 

TRADUCCION : Raul  Loyola Román  

«… por Dios, que creó el universo para que multiforme  sabiduría de Dios pudiese ser ahora  conocida por medio de la iglesia, por gobernadores y autoridad en [dominios] celestiales… » (Efesios 3:9,10, traducción del autor).

La visión de que Dios creó el universo para manifestar su multiforme sabiduría es, como dice Hodge, la visión supralapsariana. Contra esta interpretación, Hodge plantea cuatro objeciones:

(1) El pasaje es el único en la Escritura previsto como directamente afirmando el supralapsarianismo, y el  supralapsarianismo es extraño al Nuevo Testamento.

(2) Aparte de las objeciones doctrinales, esta interpretación requiere una conexión no-natural sobre las  cláusulas. La idea de creación es totalmente subordinada y no esencial: ella  podría haber sido omitida sin afectar sustancialmente el sentido del pasaje.

(3) El tema del pasaje dice respecto a la predicación de Pablo, solamente  conectando a la cláusula de propósito con la predicación de Pablo es que la unidad del texto puede ser preservada.

(4) La palabra ahora, en contraste con el encubrimiento anterior, apoya la referencia a la predicación de Pablo. Fue la predicación de Pablo que tenía puesto ahora un fin al misterio oculto. Estas son las cuatro objeciones de Hodge.

Consideremos la  última  primeramente. Es cierto que fue la predicación de Pablo que fundó la Iglesia, y la fundación de la Iglesia dio a conocer la sabiduría de Dios y los poderes del cielo. La interpretación Supralapsariana no niega que la predicación de Pablo no haya jugado un papel tan importante en el plan eterno de Dios. Pero aun así, la  predicación de Pablo no fue la causa inmediata de la revelación de la sabiduría de Dios. Fue la existencia de la Iglesia, que fue la causa inmediata. Todavía la gramática nos impide decir que la Iglesia fue fundada para que  la sabiduría de Dios pudiese ser revelada. Es cierto que la Iglesia fue fundada para revelar la sabiduría de Dios, pero eso no es lo que dice el versículo. Ahora bien, si varios eventos ocurrieran, llevando  a la revelación de la sabiduría de Dios, incluyendo la fundación de la Iglesia, la predicación de Pablo, y, ciertamente, la muerte y resurrección de Cristo
que Pablo predicó, la palabra ahora en el versículo no puede ser utilizado para seleccionar la predicación de Pablo en contraste con otros eventos mencionados en el pasaje. Por lo tanto, la cuarta objeción de  Hodge  es pobre.

Ahora, la primera objeción dice: Ese es el único pasaje en la Escritura previsto como directamente afirmando el supralapsarianismo, y el  supralapsarianismo es  extraño al Nuevo Testamento. La última parte de la objeción es sin duda un –petitio principii-, es decir, Hodge utiliza un argumento circular. Si este versículo enseña el supralapsarianismo, entonces la doctrina no es extraña al Nuevo Testamento. En primer lugar, debemos  determinar lo que el versículo quiere decir; entonces debemos saber lo que está en el Nuevo Testamento y lo que no.

De hecho, si este versículo fuese en realidad el único versículo en la Biblia con insinuaciones supralapsarianas, estaríamos justificados en albergar alguna sospecha en cuanto a la interpretación. Hodge no dice explícitamente que este es el único  versículo, él dice que es el único versículo previsto como directamente afirmando el  supralapsarianismo .

Bueno, en realidad, aunque este versículo afirma directamente toda la compleja visión  supralapsariana. Pocos versículos de las Escrituras afirman directamente o  todo de una doctrina importante. Por lo tanto, debemos reconocer grados de explicación, de afirmaciones parciales, e incluso fragmentarios de  una doctrina. Y con este reconocimiento, regularmente examinado  en el desarrollo de una doctrina, es claro que este versículo no permanece solo en la sospecha.

El Supralapsarianismo, por toda su insistencia en un cierto orden lógico de los decretos divinos, es esencialmente, así nos parece, la visión indiscutible que Dios controla el universo con un propósito. Dios actúa con un propósito. Él tenía un fin en vista y ve el fin desde el principio. Cada verso en la Escritura que de una forma u otra, se refiere a la multiforme sabiduría de Dios, cualquier declaración que indique que un evento anterior es con el propósito de causa de un hecho subsiguiente, toda mención de un plan eterno exhaustivo, contribuye para una interpretación teológica, y por lo tanto, supralapsariana de control de la historia por  Dios. En este sentido, Efesios 3:10 claramente no está solo.

La conexión entre supralapsarianismo y el hecho de que Dios siempre actúa con propósito depende de la observación de que el orden lógico de cualquier plan es el reverso exacto de su ejecución temporal. El primer paso en cualquier planificación es el fin a ser  alcanzado, entonces los medios son  decididos con  base este fin, hasta que, por ultimo, la primera cosa  que se hace es descubierta. La ejecución en el tiempo se invierte al orden de la planificación. Por lo tanto, la creación, como es la primera en la historia, debe ser lógicamente la última en los decretos divinos.

Por lo tanto, todo pasaje de la Escritura que se refiere a la sabiduría de Dios también  apoya Efesios 3:10.

Consideremos ahora la objeción numero dos. Hodge reivindica  que la interpretación  supralapsaria de este versículo impone una conexión no- natural sobre las cláusulas. La idea de la creación, dice el, es totalmente no-esencial y podría haber sido omitido sin afectar sustancialmente sentido del pasaje.

No es  evidente que  Hodge no sabe cómo tratar con referencia a la creación? Él afirma que no es esencial, una consideración  incidental  e impensada que  no afecta el significado del pasaje. Este estilo de escritura descuidada, no parece ser el estilo habitual de Pablo.

Por ejemplo, en Gálatas 1:1, Pablo dice: » Pablo, apóstol, no por investidura ni mediación humanas, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que lo levantó de entre los muertos. » ¿Por qué ahora que Pablo menciona Dios resucitó a Jesucristo? Si se trataba de un examen casual, sin conexión lógica con el significado del pasaje, una consideración incidental  destinada sólo para hablar de algún aspecto de la gloria de Dios, Pablo podría haber dicho el Del mismo modo, «Dios, que creó el universo.»
 
Pero es bastante claro que Pablo tenía un propósito consciente para seleccionar la  Resurrección en lugar de la creación. Él quería hacer hincapié, en contra de sus detractores, que el tenia la autoridad apostólica que había recibido de Jesucristo mismo. Y Jesús Cristo fue capaz de darle  esta autoridad porque no estaba muerto, pero
fue resucitado por Dios.

Así, como Pablo elige la idea de resurrección en lugar de en la creación en  Gálatas 1:1, el  también opta por la creación en lugar de la resurrección en Efesios 3:9, porque la idea de la creación contribuye con cierto sentido para su pensamiento.

Ciertamente, la interpretación teológica o supralapsaria de  Efesios 3:10 acomoda la idea de creación y, por otro lado, una interpretación que no puede  dar ningún sentido a estas palabras es una mala interpretación.

La objeción que queda es que sólo haciendo de la predicación de Pablo o antecedente de cláusula de propósito puede preservar la unidad de contexto. O parece ser el caso inverso. Hodge no sólo  falla en  reconocer la mención de la creación , y así disminuir la unidad,  pero además,  el énfasis sobre el propósito, que va desde la creación hasta el presente, unifica el pasaje  de un de forma muy satisfactoria.

 La comprensión teológica de la operación de Dios, de hecho, nos permite combinar las tres interpretaciones, incluyendo la  segunda que en sí mismo tiene poco que ver a su favor, un pensamiento unificado. Puesto que Dios lo hace todo con un propósito de preparar  lo que sigue,  podemos decir que Dio guardo  el secreto oculto para revelarlo ahora, y que Pablo predicó el evangelio para revelarlo ahora. Pero si Dios no hubiera creado el mundo, no habría ningún Pablo para predicar, ninguna  iglesia en la que la revelación podría ser hecha, ningún poder celestial sobre  en el cual imprimir la idea de la sabiduría multiforme de Dios. Solamente   conectando  la cláusula de propósito
antecedente inmediato con respecto ala creación,  un sentido de  unificación puede ser obtenido a partir del pasaje como un todo.

Así que en conclusión, si bien es la otra interpretación  sea gramaticalmente  posible, la idea de que Dios creó el mundo con el propósito de revelar su sabiduría se torna en tal sentido  mejor.

Fuente: Efesios, Gordon Clark, Trinity Foundation, páginas 110-114.

TRADUCCION : Raul  Loyola Román 

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