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 TEOCENTRISMO VS. ANTROPOCENTRISMO

 VINCENT CHEUNG

 

TRADUCCIÓN: Raul Loyola Román

 

También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Mas no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquéllos.

(2 Timóteo3.1-9)

 

 La característica principal de los no-cristianos, si estamos hablando de la doctrina o su carácter, es que son «amadores de sí mismos», «amantes de los placeres,» y no «amantes de Dios» Esto es similar a lo que queremos decir cuando afirmamos que la doctrina y la ética cristiana está centrada en Dios, mientras que la doctrina no cristiana y la ética está centrada en el hombre. Llamo uno de pensamiento teocéntrico, y a otro de pensamiento antropocéntrico.

El pensamiento antropocéntrico coloca al hombre en el centro de una cosmovisión, y presenta ciertas suposiciones sobre el hombre que se considera esencial y no negociable. Estos supuestos se consideran esenciales y no negociables, no porque sean razonablemente necesarios, sino porque no son deseables y consistentes con las inclinaciones impías de los no regenerados. Ellas son racionalmente arbitrarias e injustificadas. Una vez que estos supuestos están presentes, todas las otras cosas son categorizadas, priorizadas e interpretadas relacionándolas con esa preocupación central, el hombre, de una manera que sea consistente y controlado por esas suposiciones esenciales e innegociables.

Por ejemplo, si el hombre considera importante contar con el libre albedrío, entonces esa es una suposición básica por la cual así mismo la naturaleza y la acción de Dios son interpretadas. Los cristianos son a menudo incapaces de romper con el pensamiento centrado en el hombre, por lo que introducen preocupaciones antropocéntricas en sus construcciones teológicas de esa forma, tenemos herejías, como el Arminianismo y el teísmo abierto. Un ejemplo más sutil sería una doctrina engañosa como compatibilismo. Una teología centrada en Dios atribuiría todo poder, toda causa y toda libertad a Dios, y negaría que el hombre tiene libre albedrío. El fundamento de la responsabilidad moral descansaría únicamente en la soberanía de Dios, y no en alguna libertad o elección del hombre.

La naturaleza del centro, o fundamento, de una cosmovisión determina el restante del sistema de pensamiento de una persona. Por ejemplo, un sistema centrado en el hombre puede asumir la fiabilidad de sensación humana en lugar de la fiabilidad de la revelación humana, y al hacer esto, el sistema también puede depender del método falaz de la experimentación científica. Los cristianos que permanecen cautivos al pensamiento centrado en el hombre, así mismo hacen de la confiabilidad de la sensación una pre-condición para cualquier confiabilidad en la revelación divina. Eso coloca al propio hombre como el centro de todo conocimiento. Hay una escuela de pensamiento que hace esto, pero al mismo tiempo, es famosa por afirmar que Dios es la presuposición o precondición de todo conocimiento! Cuando Pablo escribe: los » impostores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.» Ella está centrada en Dios en apariencia, al menos para aquellos que son engañados por sus afirmaciones, pero en realidad es centrado en el hombre.

Entonces, cuando dice respecto a ética centrada al hombre, cierto y errado no son definidos por mandamientos divinos, sino en la relación de una acción en particular con los suposiciones básicas sobre el hombre. Por lo tanto, debido a que la dignidad y el bienestar del hombre es lo más importante, una acción puede considerarse moralmente aceptable, simplemente porque, la opinión del pensamiento antropocéntrico, no afecta el bienestar de ningún hombre. Es completamente irrelevante si la acción es consistente con los mandamientos de Dios o de la honra. Así, por ejemplo, algunos no cristianos sostienen que la homosexualidad es moralmente aceptable, ya que no inflige ningún daño a otras personas. ¿Pero por qué este es el patrón de juicio moral? ¿Y como –el daño- es definido? Se puede argumentar que la homosexualidad es perjudicial en algún sentido, incluso cuando es evaluada por un padrón antropocéntrico.

Un ejemplo de compromiso en el ámbito de la ética cristiana es el absolutismo ideal. En ese sistema predominante de ética, en primer lugar, los mandamientos de Dios son priorizados, frecuentemente no de acuerdo con la revelación, sino de acuerdo con la opinión del hombre.

En segundo lugar, muchas situaciones son echas a presentar

dilemas, según el juicio del hombre, en la que dos mandamientos divinos (o ambos) parecen aplicarse, mas una persona debe violar uno de ellos para obedecer el resto. En tercer lugar, el mandamiento que se considera ser el superior es obedecido, y el otro es quebrantado, en cuanto a la violación de este, sin fundamento bíblico para así el, no es considera como pecado. El absolutismo ideal es en realidad un relativismo disfrazado.

La rebelión es bien explicita, mas la blasfemia está implícita. Esto es cuando Dios dio los mandamientos, él no tenía la inteligencia o perspicacia para darse cuenta de que ellos crearían dilemas éticos en muchas situaciones, en las cuales sería imposible de cumplir todos los mandamientos relevantes. Más parece que el hombre detecta más fácilmente estos dilemas. Puede que no seamos capaces de matar a Dios, mas podemos por lo menos engañarlo. Por lo tanto, damos prioridad a sus mandamientos, a veces de acuerdo con su revelación, a veces, de acuerdo a nuestro propio juicio, y decidimos obedecer solamente aquellos que consideramos viables en cualquier situación.

¿Puede El esperar más de nosotros? ¿O Qué? ¿Obediencia total a todos los mandamientos en cada situación? ¿Dios realmente piensa que él es Dios? ¿Y si alguien llama a la puerta y exige saber la ubicación de un amigo para que pueda matarlo? Este es el caso de la prueba clásica. ¿No Es más importante proteger la vida de un hombre que decir la verdad, sin embargo la verdad sea el principio por el cual Dios actúa, a través del cual el establece el valor de la vida, y por el cual Él nos da testimonio del evangelio de la gracia? ¿Mas no existe manera de obedecer los dos mandamientos, existe? ¿O Qué usted diría? Trataríamos de someter al atacante, o recusaríamos revelar la información y sufrir el riesgo de tortura, o incluso sacrificar nuestra propia vida para salvar a un amigo? Usted debe estar bromeando. Nosotros le dimos sólo dos opciones para elegir. El pensamiento centrado en el hombre no puede procesar el coraje abnegado y el sacrificio. Deje de confundirnos a nosotros.

Tenga en cuenta lo que eso significa para Jesucristo. La Escritura dice que él fue tentado, mas nunca pecó. ¿Qué significa esto de acuerdo con los proponentes del absolutismo ideal? Ellos Dicen que a los mandamientos divinos frecuentemente se contradicen debido a las circunstancias en las cuales se aplican, y cuando se contradicen, lo que hay que hacer es obedecer el mandamiento superior, mientras que desobedecer el mandamiento menor no es contado como pecado.

Esto significa que, a su juicio, Jesús podría haber matado a miles de personas con sus propias manos – hombres, mujeres y niños -, pero mientras estuviese obedeciendo el mandamiento superior en cada caso, el nunca habría pecado o asesinado a alguien. O, él podría haber cometido fornicación, así mismo actos homosexuales, incluso cientos de miles de veces. Él podría haber cometido estupro a

millares de mujeres y niños. Él podría haber robado cientos de miles de veces, y mentido cientos de veces. Si él fue obligado a hacerlo hizo en cada caso para obedecer a un mandamiento superior, entonces el no pecó.

Por lo menos por implicación, esa es su idea de la impecabilidad de Cristo. Si ellos no abandonan el absolutismo ideal después de haber sido clara y reiteradamente explicado a ellos, entonces deberían ser juzgados por la iglesia y excomulgados. Las personas que saben que su doctrina implica tal blasfemia acerca de Cristo y todavía insisten no pueden considerarse cristianas. Y todos aquellos que comparten su pecado. La única visión correcta es reconocer que los mandamientos de Dios no se contradicen entre sí, y que siempre es lógicamente posible obedecerlos a todos ellos.

A la luz del material citado arriba sobre el pensamiento antropocéntrico, o pensamiento teocéntrico solamente requiere una breve explicación. En lugar de colocar al

hombre, y lo que se considera su capacidad inherente de descubrir información, en el centro de un sistema de pensamiento, este pensamiento coloca a Dios y su revelación en el centro del sistema. Los supuestos básicos dicen respecto a los atributos de Dios – que es el creador, sustentador, gobernador, y eterno, omnipresente, omnisciente, omnipotente, santo, misericordioso justo, y así sucesivamente – y los atributos de la Escritura – que ella es inspirada, verdadera, completa, racional, consistente autoritativa y así sucesivamente. Esas suposiciones son esenciales y no negociables. Y ya que están presentes, todas las demás cosas son categorizadas, priorizadas e interpretadas en relación a esta preocupación central, Dios, de un manera consistente y controlado por esas suposiciones esenciales y no negociables.

Así mismo, el resto del sistema también es muy diferente de una cosmovisión centrada en el hombre. Cuando se trata de doctrinas, la majestad y soberanía de Dios son determinativas, y no la dignidad y la libertad humana. Ya sea que estemos hablando de metafísica o soteriología, las conclusiones correctas concuerdan con este principio.

Y cuando se trata de la ética, la preocupación central no es la comodidad y el bienestar del hombre, sino la honra de Dios. Los mandamientos de Dios definen lo cierto y errado, y todos sus mandamientos deben ser obedecidos en toda situación. No existe ninguna situación en la que las circunstancias requieran que una persona desobedezca un mandato divino. Tal vez el desobedecerá a causa de defectos en su inteligencia y carácter, mas ninguna situación es una imposibilidad lógica para proporcionar una obediencia completa a todos los mandamientos Divinos.

Es evidente, que estas dos formas de pensar y de estos dos tipos de sistemas no sólo son apenas radicalmente diferentes, sino que, los principios básicos están en conflicto. Los dos sistemas en realidad nunca pueden concordar verdaderamente en algo. Una persona no puede retener el mismo fundamento y modificar solamente los

detalles. Por esta razón, para un no-cristiano poder concordar con Dios, debe primero abandonar sus principios antropocéntricos y abrazar principios teocéntricos. Por lo tanto, una persona que viene a la fe en Jesucristo no sólo tiene que añadir un pedazo de información a su actual filosofía antropocéntrica. Sino, él debe renuncia a toda su cosmovisión, y adoptar un nuevo fundamento, una nueva manera de pensamiento, una nueva estructura en su sistema intelectual.

Ninguna persuasión sobre la base de suposiciones antropocéntricas puede lograr esto, pues las suposiciones antropocéntricas no pueden llevar a conclusiones teocéntricas, y la forma en que está adoptando un nuevo conjunto completo de principios teocéntricos. De esa forma, que eso sea efecto o no en ocasión de una presentación de argumentos, este evento se produce cuando Dios lo transforma mediante una acción directa sobre el alma. Esto es lo que llamamos la conversión. El producto es una persona que no sólo muestra una apariencia de piedad, sino también posee su propio poder.

 

Fuente: Reflexiones sobre la Segunda Epístola a Timoteo

 

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