MANDATO A LOS HEREJES
Vincent Cheung
TRADUCCIÓN: Raul Loyola Român
Como te rogué cuando fui a Macedonia, que permanecieses en Efeso para que pudieses mandar a ciertos hombres que no enseñen falsas doctrinas ni los mismos se dediquen por más tiempo a los mitos y genealogías interminables. Estas controversias promueven más de la obra de Dios la cual es por la fe. (1 Tim. 1:3-4)
Uno de los principales deberes del ministerio cristiano es combatir las falsas doctrinas. Probablemente Pablo tiene algo definido en mente cuando escribe a Timoteo. Es posible que la iglesia esté tratando con un precursor del gnosticismo, o alguna forma de misticismo judío, o una mezcla de los dos. El contexto histórico exacto no es esencial para el entendimiento y aplicación de este pasaje, puesto que Pablo primero establece un principio general, que Timoteo debe detener a los hombres que enseñan “falsas doctrinas”. El no pretende decir que estas particulares falsas doctrinas deben ser detenidas, pero todas las otras ser permitidas. Todas las falsas doctrinas deben ser detenidas.
Un ministro cristiano que no está dispuesto o es incapaz de hacer esto es un pusilánime, e introduce una peligrosa vulnerabilidad para su iglesia. Él podría no estar dispuesto a oponerse a las falsas doctrinas porque no considera las doctrinas como esenciales. Pero ellas son es enciales, puesto que ellas proporcionan definición y guía al considerar cada aspecto de la fe cristiana. Sin la doctrina cristiana no hay fe cristiana, y así no hay conocimiento de Dios y de Cristo, no hay salvación, ni justificación y santificación, ni adoración a Dios, ni comunión con los santos, y ninguna esperanza de vida eterna. Sin doctrinas, no hay nada. Entonces, un ministro podría ser incapaz de oponerse a las falsas doctrinas porque él tiene miedo de enfrentarse a los herejes, o porque le falta el conocimiento y la inteligencia para refutarlas. Cualquiera que sea la razón, esta es una seria deficiencia en un ministro, y ello debería ser tratado con la máxima urgencia.
No debemos permitir que el mundo nos enseñe como tratar con los falsos maestros. Algunos ministros tienen más respeto por los estándares de cortesía académica no cristiana que por el Señor Jesucristo. Si ellos quieren parecer intelectuales y respetables ante el mundo, y educados según el estándar del mundo, entonces ellos no son aptos para ser predicadores del evangelio. Pablo no le dice a Timoteo que dialogue con los falsos maestros, o que aprenda de su perspectiva, sino que manda detenerlos.
Algunas personas piensan que el mejor modo para manejar las falsas doctrinas es ponerlas para debatir en un foro público, de modo que los cristianos pueden escuchar ambas partes y decidir por ellos mismos. Una vez más, este punto de vista proviene del mundo, e impone la democracia y la libertad de expresión sobre la política de la iglesia. La Iglesia del Dios Viviente no es una democracia. Jesucristo es el Rey -su opinión es la verdad, y su mandamiento es ley. Nadie tiene el derecho de oponerse a él o expresar puntos de vistas alternativos. Por supuesto que sus ministros pueden debatir las falsas doctrinas, mostrando de que manera estas enseñanzas están erradas, pero ellos no pueden hacer esto incesantemente, y ellos están para hablar con autoridad, mandando a los falsos maestros a cesar en sus herejías.