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PORTADA CRISTIANISMO FINAL

CORAZON

Amor

Vicente Cheung

Fuente: Extraído y traducido del libro El Sermón de la Montaña, Vicente
Cheung, páginas 93-96,

 

 

AMOR (Mateo 5:43-47)

“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? «.

 

El mandamiento del amor no es una idea revolucionaria, ya que este ha sido la enseñanza en la ley desde el principio, a pesar de que es una enseñanza muchos la distorsionan y la desobedecen. Jesús vino a reafirmar este mandamiento importantísimo, y llamó a su pueblo a obedecerlo verdaderamente.

Específicamente, Jesús está aludiendo a la interpretación judía y la aplicación de Levítico 19:18, donde dice: » No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo.» El versículo se refiere en realidad a «uno de los suyos», pero no establece el mandamiento «odiarás a tu enemigo “aunque eso puede ser un no legítimamente, entendido a partir de varios pasaje del antiguo testamento.

En una ocasión, «un perito en la ley» (Lucas 10:27), que estaba preocupado por “justificarse (v. 29), prueba a Jesús con esta pregunta. Jesús responde con lo que  ahora llamamos la parábola del buen samaritano, que muestra que el prójimo no es sólo alguien que está dentro de nuestro pequeño y  exclusivo grupo, mas el prójimo puede ser alguien que nunca conocimos  en la vida y que necesita nuestra ayuda y compasión, incluso a alguien que por lo general consideramos nuestro enemigo (v. 33).

De hecho, parece que Jesús revierte la pregunta y dice en efecto: «En lugar de enfocar tanta atención sobre la definición de su ‘prójimo’, con la intención perversa de limitar el alcance de su amor, El pregunta ¿por qué usted no es un prójimo para alguien que esta en necesidad?”(ver36).

Contra el mal uso frecuente de esta ley, Jesús declara: «Pero yo os digo: Amad a sus enemigos «(Mateo 5:44). Hoy en día, tanto cristianos como  no cristianos tienen una concepto tan distorsionado y no bíblico el amor que, para que  este mandamiento sea claro, debemos especificar el significado bíblico del amor.

Muchos teólogos y comentaristas coinciden que el amor ordenado en las Escrituras es una benevolencia volitiva, más no emocional que resulta en palabras edificantes y acciones auxiliadoras para las personas. Sin embargo, unas pocas personas quieren incluir un elemento emocional con el concepto bíblico del amor.

Por ejemplo, cuando se refiere a la definición anterior, D. A. Carson escribe: «Si esto fuera así, 1 Corintios 13:3 no desaprobaría el  «amor» que le da todo a los pobres y sufre incluso el martirio, pues esas son ‘acciones concretas’ «.1 Sin embargo, este es un argumento no válido, Pablo está estableciendo el punto de que alguien puede exhibir acciones que demuestren «amor» sin tener realmente amor, a partir de eso, Carson se infiere que el elemento debe ser defectuoso, o por lo menos debe incluir la emoción. ¿Por qué? El No da ninguna justificación real para esta afirmación.

Luego se menciona 2 Samuel 13:1, 2 Timoteo 4:10 y Mateo 5:46 para presumiblemente, señalar que, como la Biblia usa la palabra amor incluye la emoción.

Sin embargo, se reconoce explícitamente que el primer ejemplo se refiere al incesto,y segundo a lo mundano, y el tercer al propio tipo de amor restrictivo sobre el cual Jesús está hablando en contra.

Dado que la mayoría de las palabras en cualquier idioma acarrean más de un posible significado, y el significado de la palabra debe ser discernido de la observación del contexto, el hecho de que la palabra «amor» a veces incluye un elemento emocional, cuando se usa en la Biblia el mismo es irrelevante. ¿o si es qué necesitamos  saber si es que   que la Biblia nos manda a tener como un elemento emocional. Carson falla en  demostrar  que sí, y, en cambio, comete el los  mismos errores que denuncia en su libro Las falacias exegéticas [Falacias Exegéticas],  en donde el apunta correctamente que la palabra puede significar diferentes cosas, dependiendo del contexto, de la forma que se origina, las definiciones de diccionarios, y el uso de la palabra en contextos no-similares no puede ser determinante. Sin embargo, Estas son las estrategias que el  utiliza para tratar de demostrar que el amor bíblico incluye la emoción.

Cuando Carson cita su concordancia de que el amor debe incluir acciones, el incluye varias Referencias bíblicas, tales como Lucas 6:32-33 y Mateo 5:44. Sin embargo, cuando afirma que el amor debe incluir la emoción, el no cita ninguna referencia bíblica.

La Definición bíblica real de amor, esto es, el amor que la Biblia nos manda a tener, se define por obediencia a la ley en todas nuestras relaciones (Romanos 13:9-10) – y eso   incluye los mandamientos que hace tanto a la mente como al cuerpo.

Así, aunque la ley puede prohibir ciertas emociones negativas, tales como nos ordena a  dominar nuestra ira (Mateo 5:22), el amor que ordena no es principalmente una emoción positiva en  un sentido romántico, este es ante todo una voluntad benevolente que resulta en la acción práctica. POR LO TANTO, EL AMOR BÍBLICO PUEDE SER SINCERO Y BENEVOLENTE SIN SER NECESARIAMENTE EMOCIONAL.

1 Carson, Matthew, p. 158.2 D. A. Carson, falacias exegéticas, Baker Book House, 1996.

En el mismo pasaje que estamos considerando ahora, Jesús parece afirmar ese entendimiento de amor cuando cita el ejemplo del Padre para ilustrar su punto, diciendo: «Él hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos «(Mateo 5:45). Es decir, el padre no necesariamente tiene que sentir cierta emoción por los malvados, pero es el tipo específico de «amor» sobre el cual Jesús está hablando demostrado por benevolencia practica del Padre, tanto para los malos como para los buenos  tal como para darles el sol y la lluvia.

Aquí hay otro ejemplo en el que el contexto determina el significado de la palabra. Jesús no estamos hablando de un amor que salva, mas aquí Él se está refiriendo a un amor que no necesariamente incluye ningún beneficio espiritual deforma alguna, sino que más bien se trata de un amor que se traduce en beneficios puramente prácticos. Por lo tanto, El se está refiriendo a una benevolencia general que  Dios nos para con todas sus criaturas – tanto malas como  buenas – no el amor específico que resulta en salvación, que El muestra  solamente para sus escogidos o electos. Cuando se trata de este segundo tipo de amor -un tipo de amor salvífico – Dios dice: «A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí» (Romanos 9:13,NVI) 0.3

Es ese  tipo de amor práctico que debemos  mostrar para con todos los seres humanos, de modo que un pasaje paralelo, Jesús dice: » Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; Bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.  «(Lucas 6:27-28). Este tipo de amor se ofrece a los malos y buenos, pero al decir esto, también estamos diciendo que ese amor no oculta las diferencias teológicas entre cristianos y no cristianos, buenos y malos, justos e injustos (v. 5). Este amor no demanda en modo alguno que penemos  que los no cristianos son mejores que lo que realmente son, porque en verdad  son injustos y malos, el sólo exige que les ofrezcamos  el mismo tipo de benevolencia práctica que ofrecemos a los  justo y bien. Sin embargo, parece que deliberadamente debemos preferir a los cristianos sobre todo cuando tenemos que elegir entre los dos: «por tanto en cuanto tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos, especialmente a la familia de la fe» (Gálatas 6:10).

Una vez más, lo que Jesús enseña aquí no es totalmente nuevo. Es un error pensar Antiguo Testamento, demanda que amemos sólo nuestro círculo íntimo y que Jesús, este este ahora expandiendo este mandamiento para incluir a los de fuera. Por el contrario, Jesús esta  reafirmando lo  que la ley había enseñado desde el principio. El Antiguo Testamento nunca limita la práctica del  amor sólo  al círculo íntimo de uno, pero en el mismo capítulo donde dice: «Amaras a tu prójimo como a ti mismo» (Levítico 19:18),  También dice: » Cuando el extranjero morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis.  Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. «(v. 33-34)

Además, el Antiguo Testamento expresamente ordena el amor, o benevolencia práctica, incluso para el enemigo de uno: » si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo. «

(Éxodo 23:4-5) «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, y si tiene sed, darle la
beber «(Proverbios 25:21)..

Pablo se hace eco de esta enseñanza en Romanos 12:20, y escribe: Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber;». Pero cuando se trata de cosas espirituales, Pablo no se compromete  con el no creyente en el nombre de «amor», mas el antes mismo los maldice, diciendo: » El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema  » (1 Corintios 16:22). Tener una comprensión clara de lo que significa amar a nuestros enemigos promoverá una obediencia más precisa, y también evitara que los incrédulos nos manipulen, haciendo apelaciones ilegítimas a este mandamiento bíblico, como frecuentemente lo hacen.

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EL LEGADO DE CHARLES FINNEY. PDF

 

PORTADA EL LEGADO DE FINNEY

 EL LEGADO DE CHARLES FINNEY

Por Michael S. Horton

Vol.1, No.1

© 2011, Editora os Puritanos

 Cuando no se especifica todas las citas son de Teología Sistemática de Finney (Teología Sistemática de Finney – Charles G. Finney – betany, 1976).

 

Michael Scott Horton (nacido en 1964) es profesor de Teología y Apologética en Westminster Seminario California, editor en jefe de la revista Reforma Moderna. Fue presidente de Cristianos Unidos por la Reforma (CURE), que más tarde formó la ACE – Alianza de evangélicos Confesionales, pero hoy en día ya no es afiliado.

Horton recibió su MA en el Seminario Westminster de California, y su doctorado en Wycliffe   Hall, Oxford y la Universidad de Coventry, de posgrado de Yale Divinity School. Actualmente es Ministro es la Iglesias Reformadas Unidas en América del Norte, donde pastoreó dos Iglesias en el sur de California. Autor de más de 15 libros, traducidos a varios idiomas.

 

Jerry Falwell lo llama “uno de mis héroes y un héroe de muchos evangélicos, incluyendo a Billy Graham.” Yo recuerdo una visita que hice al Centro Billy Graham hace algunos años, y observé el lugar de honor que la tradición evangélica le da a Finney. Esto fue reforzado en la primera clase de teología que tuve en una universidad Cristiana, en la cual era requisito leer las obras de Finney. El cantante Keith Green citaba mucho a su campión, el evangelista de Nueva York, y la organización “Youth with a Mission” lo estima mucho. Finney es estimado particularmente por líderes de la “derecha” evangélica y de la “izquierda” evangélica en los EE.UU., tanto por Jerry Falwell como por Jim Wallis (de la revista Sojourner’s). Así la influencia de Finney parece haber influenciado movimientos muy diferentes, pero en realidad son todos herederos de él. Esto incluye el movimiento “La Viña” (Vineyard), el movimiento de iglecrecimiento, las cruzadas políticas y sociales, los “tele evangelistas”, el movimiento “Promise Keepers”

(Guardianes de sus Promesas) – como un presidente anterior de la universidad Wheaton se regocijaba diciendo: “¡Finney aún vive!”

Todo esto es porque el impulso moralístico de Finney apuntaba hacia una iglesia que en gran medida era agente de reforma personal y social, en lugar de ser una institución que era medio de la gracia de Dios – la Palabra y los Sacramentos – los cuales se ofrecen a los creyentes quienes llevan el Evangelio al mundo.

En el siglo 19, el movimiento evangélico llegó a ser identificado más y más con causas políticas – incluyendo la abolición de la esclavitud, legislación contra el trabajo de los niños, derechos de la mujer, y la

prohibición de beber alcohol. A principios de este siglo, y con la llegada de muchos inmigrantes Católicos que ponían incómodos a muchos Protestantes, el secularismo comenzó a meterse a las instituciones que los Protestantes habían creado y sostenido durante muchos años – tales como sus universidades, hospitales y organizaciones de caridad. En un esfuerzo desesperado por recuperar este poder institucional y la gloria de una “América Cristiana” (una visión poderosa en la imaginación de muchos, pero ilusoria después que pasó Nueva Inglaterra bajo los Puritanos), los Protestantes lanzaron campañas morales para “Americanizar” a los inmigrantes, aplicar instrucción moral y “la educación de carácter”. Los evangelistas promovían su evangelio Americano en términos de su uso práctico para el individuo y la nación.

Es por estas razones que Finney es tan popular. Él es la medida más alta en el giro desde la fe ortodoxa recuperada en la Reforma Protestante hacia un evangelio Arminiano (¡mejor dicho, Pelagiano!). La fe reformada se evidenció en el Primer Gran Avivamiento (bajo Edwards y Whitefield), y la fe Arminiana al estilo de Finney se ve desde el Segundo Gran Avivamiento hasta el presente. Para poder demostrar la deuda que tiene la iglesia evangélica de hoy con Finney, veremos primero sus desvíos teológicos. Estos desvíos engendraron algunos de los desafíos más grandes dentro de la iglesia evangélica de hoy – tales como el iglecrecimiento, el pentecostalismo y los avivamientos de carácter social.

¿Quién es Finney?

Rechazando el Calvinismo del Primer Gran Avivamiento, los sucesores de este gran movimiento del Espíritu de Dios volvieron de Dios al hombre, de predicar el contenido objetivo del evangelio (es decir, a Cristo crucificado) a un evangelio cuyo énfasis era llevar una persona a “hacer una decisión”.

Charles Finney (1792-1875) pastoreó en los años justo después del Segundo Gran Avivamiento, como ha sido llamado. Finney era un abogado Presbiteriano, y experimentó un día “un bautismo poderoso del Espíritu Santo” que “me atravesaba una y otra vez como electricidad…y parecía como olas de amor líquido.” Al día siguiente, Finney le informó a su primer cliente que “tenía una comisión del Señor Jesús a defender su causa, por tanto no puedo defender la tuya.” Se negó a asistir al Seminario Princeton (y a ningún otro, tampoco), y comenzó a hacer reuniones de avivamiento en la parte norte del estado de Nueva York. Uno de sus sermones más famosos era “Pecadores Ceñidos en Cambiar sus Propios Corazones.”

La única pregunta de Finney para juzgar cualquier enseñanza era “¿sirve para convertir a los pecadores?” Un resultado de los avivamientos de Finney fue la división de los Presbiterianos de las ciudades de Filadelfia y Nueva York en dos campos – los Arminianos y los Calvinistas. Las “Nuevas medidas” de Finney incluían la “banca de los ansiosos” (precursor del “llamado” en muchas iglesias evangélicas de hoy), tácticas emocionalistas que conducían a desmayos y llanto, otras “emociones” como les decían Finney y sus seguidores. Finney llegó a ser más y más hostil hacia el Presbiterianismo, refiriéndose en la introducción de su Teología Sistemática a la Confesión Westminster y a sus autores de manera muy crítica, como que hubieran creado un “papa de papel”, y que hubieran “elevado la Confesión y el Catecismo al trono papal y al lugar del Espíritu Santo.” Es notable que Finney demuestra qué tan cerca al liberalismo está el

Arminianismo de “avivamientos.” Demuestra los mismos sentimientos racionalistas, y tiende a ser simplemente un liberalismo teológico menos refinado. Ambos cedieron ante el racionalismo al exaltar la capacidad racional y moral del hombre natural. Dice Finney:

Que ese instrumento que formó la asamblea (La Confesión de Westminster) deba ser reconocido en este siglo como la regla para la iglesia, o de una rama inteligente de ella, no sólo es de maravillarse, sino – debo decirlo – es ridículo en extremo. Es tan absurdo en la teología como lo sería en cualquier otra rama de las ciencias. Es mejor tener un papa vivo que uno muerto.

¿Cual es el problema con la teología de Finney?

En primer lugar, no hace falta proceder más allá que la página de contenido de su Teología Sistemática para saber que toda la teología de Finney giraba en torno a la moralidad humana. Los capítulos uno a cinco tratan gobierno moral, obligación y la unidad de la acción moral; los capítulos seis y siete tratan “La obediencia total”, y capítulos ocho a catorce tratan los atributos de amor, egoísmo, y virtudes y vicios en general. Uno no lee nada que sea específicamente Cristiano, con su interés en la muerte sustitutiva de Cristo, ¡hasta el capítulo veintiuno! Después siguen discusiones sobre la regeneración, el arrepentimiento y la fe. Hay un capítulo sobre la justificación seguido por seis sobre la santificación. En otras palabras, Finney no escribió una Teología Sistemática, sino una colección de ensayos sobre la ética.

Esto no quiere decir que la Teología Sistemática de Finney no tenga declaraciones teológicas muy significantes. Primero, respondiendo a la pregunta: “¿Deja de ser Cristiano si un Cristiano peca?”, Finney responde:

Cuando uno peca, deja de ser santo. Esto es evidente. Cuando uno peca, debe ser condenado; debe incurrir la pena de la ley de Dios…Si alguien dijera que el precepto de la ley todavía se le aplica pero que con respecto a las penas, para el Cristiano son puestas a un lado o abrogadas, yo respondo, que abrogar una pena es revocar el precepto; porque un precepto sin pena no es ley. Es solamente consejo. El Cristiano, por tanto, no es justificado mientras desobedece; de lo contrario sería verdad el Antinomianismo…En estos aspectos, entonces, el Cristiano que peca y el pecador no convertido paran exactamente sobre el mismo terreno (página 46). Finney creía que Dios demandaba la perfección absoluta, pero en lugar de buscar su perfección de justicia en Cristo, concluyó que …plena obediencia presente es la condición para la justificación. Pero de nuevo, la pregunta ‘¿puede el hombre ser justificado mientras perdura el pecado en él?’ De ninguna manera, ni sobre principios legales ni evangélicos, a menos que se abrogue la ley…Pero, ¿puede ser perdonado y aceptado, y justificado en el sentido del evangelio, mientras queda el pecado en cualquier grado? Definitivamente no (página 57).

Con la Confesión de Westminster en la mira, Finney declara en cuanto a la frase de la Reforma “simultáneamente justificado y pecador” – “Este error ha matado más almas, me temo, que la doctrina universalista jamás ha hecho.” Porque, “cuando un Cristiano peca, cae bajo condenación, y debe arrepentirse y hacer las primeras obras o perderse” (página 46).

Regresaremos a la doctrina de Finney de la justificación, pero nótese que ella descansa sobre una negación del pecado original. Esta doctrina es sostenida tanto por Católicos como Protestantes, y dice que

todos nacemos como herederos de la culpa y corrupción de Adán. Por tanto somos esclavizados a una naturaleza pecaminosa. Como alguien ha dicho, “pecamos porque somos pecadores”, o sea, nuestra condición pecaminosa determina los hechos de pecar, no al revés. Pero Finney le siguió a Pelagio al negar esta doctrina. Pelagio fue un hereje del siglo quinto, ¡quien ha sido condenado por más concilios eclesiásticos que cualquier otra persona en toda la historia!

Finney creía que el ser humano era capaz de escoger ser corrupto o redimido, y se refirió al pecado original como un “dogma antiescritural y sin lógica” (p. 179). En otras palabras, Finney negó la idea de que los seres humanos poseyeran una naturaleza pecaminosa (ibid). Por lo tanto, si Adán nos conduce a pecar, – no porque heredamos su culpa y corrupción, sino porque imitamos su ejemplo malo – esto lleva lógicamente a ver a Cristo, el Segundo Adán, como quien salva por su ejemplo también. Y esto es precisamente lo que hace Finney al explicar la muerte expiatoria de Cristo.

Lo primero que debemos notar de la expiación de Cristo, dice Finney, es que Cristo no podía morir por los pecados de ningún otro fuera de sí mismo. Su obediencia a la ley y su justicia perfecta fueron suficientes para salvarse a sí mismo, pero no podrían ser aceptadas legalmente en cuanto a otros. Se ve que toda la teología de Finney es impulsada por una pasión por mejorar la condición moral del individuo en este mismo punto: “Si él (Cristo) hubiera obedecido la ley como nuestro sustituto, entonces ¿cómo se puede exigir nuestra propia obediencia como parte de la salvación?” (página 206). En otras palabras, “¿por qué Dios insistiría que nos salváramos a nosotros mismos si la obediencia de Cristo fuera suficiente?” El lector

debe recordar las palabras de San Pablo en este respecto, “no desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:21). Parecería que la respuesta de Finney es que está de acuerdo (que Cristo murió ‘por demás’). Pero la diferencia es que ¡él no tiene dificultad en creer ambas premisas!

Por supuesto, esto no es hacer justicia del todo con Finney, porque él creía que Jesús murió por algo – no ‘alguien’ sino ‘algo’. Es decir, murió con un propósito – pero no por un pueblo. El propósito de su muerte era demostrar de nuevo el gobierno moral de Dios y llevarnos a la vida eterna por el ejemplo, tal como el ejemplo de Adán nos incita a pecar. ¿Por qué Jesús murió? Dios sabía que “la muerte expiatoria de Cristo les presentaría las motivaciones más sublimes hacia una vida virtuosa. El ejemplo es la influencia moral más alta que pueda ser ejercida…Si la benevolencia que Dios manifiesta en la muerte de Cristo no doblega el egoísmo del pecador, su caso es sin esperanza” (página 209). Así que, no somos pecadores incapaces quienes necesitamos ser redimidos, sino pecadores desviados quienes necesitamos una muestra de bondad tan profunda que dejaremos el egoísmo. Finney no sólo creía que la cruz de Calvario se debía interpretar en términos de este “gobierno moral”, sino negó explícitamente que la muerte de Cristo fuera sustitutiva, lo cual “…asume que la muerte sustitutiva de Cristo fue un pago literal de una deuda, lo cual hemos visto no concuerda con la naturaleza de la muerte de Jesús…Es verdad, la muerte de Jesús, en sí, no asegura la salvación de nadie” (página 217).

Después viene el asunto de aplicar la redención. Despojándose de la fe ortodoxa de los Calvinistas Presbiterianos y Congregacionalistas, Finney se oponía arduamente a la posición de que el nuevo

nacimiento fuera un don divino, insistiendo en que “la regeneración consiste en que un pecador cambia su meta última, su intención y preferencia; o que cambia del egoísmo al amor o benevolencia,” movido por la influencia moral del ejemplo de Cristo (página 22). “El pecado original o constitucional, la regeneración física, y todos esos dogmas parecidos, son todos subversivos al evangelio, y repulsivos a la inteligencia humana” (página 236).

Repudiando el pecado original, la muerte expiatoria de Cristo y el carácter sobrenatural del nuevo nacimiento, Finney procede al ataque contra “el artículo sobre el cual la iglesia se queda en pie o cae” – la justificación por la sola gracia y por la sola fe.

Los Reformadores Protestantes insistían, con base en los textos claros de la Biblia, que la justificación era un veredicto forense, legal (la palabra en el griego significa “declarar justo”, no “hacer justo”). En otras palabras, mientras Roma enseñaba que la justificación era un proceso de cambiar una persona mala en una persona mejor, los Reformadores enseñaban que era una declaración o veredicto que tenía como base la justicia de otro (en este caso la de Cristo). Por lo tanto, era un veredicto perfecto, una vez por todas, al comienzo de la vida Cristiana – no a medio camino o al final.

Las palabras claves en la doctrina evangélica son “forense” (que quiere decir “legal”) e “imputación” (que quiere decir “acreditado” de otra cuenta, en lugar de la idea de ser una santidad “infundida” en el alma). Sabiendo todo esto, Finney declara:

Pero que los pecadores sean pronunciados justos de manera forense es imposible, es absurdo…Como luego veremos, hay muchas condiciones pero sólo una base para la justificación de los pecadores…Como ya se ha

dicho, no puede haber ninguna justificación en sentido legal o forense, sino solamente sobre la base de una obediencia universal, perfecta e ininterrumpida de la ley. Esto, Por supuesto, es negado por los que sostienen que la justificación evangélica, o la justificación del pecador arrepentido, es de naturaleza forense o judicial.

Estos adhieren al dogma legal que lo que hace un hombre con base en otro lo hace él mismo, así piensan que la obediencia de Cristo puede servir como base para nosotros.

Finney responde a esta posición así:

“La doctrina de la justicia imputada de Cristo, o que la obediencia de Cristo a la ley es reconocida como nuestra, se fundamenta sobre una presuposición sumamente falsa e ilógica.” Porque la justicia de Cristo “no podía hacer más que justificarlo a él mismo. Nunca podía ser imputada a nosotros…Era naturalmente imposible que Cristo obedeciera por nosotros.” Esta “representación de la obra sustitutiva de Cristo como fundamento de la justificación del pecador ha sido la causa de caída para muchos.” (páginas 320-322)

La perspectiva que la fe sola es la única condición para ser justificado es “la perspectiva antinomiana” asevera Finney. “Veremos que la perseverancia hasta el final de la vida es otra condición para la justificación.” Además, “la santificación presente, en el sentido de una presente consagración plena a Dios, es otra condición…para la justificación. Algunos teólogos han hecho de la justificación una condición para la santificación, en lugar de la santificación una condición de la justificación. Pero veremos que esto es un error” (páginas 326-327). Cada pecado requiere “una nueva justificación” (página 331). Refiriéndose a

los “autores de la Confesión Westminster”, y su enseñanza de la justicia imputada, Finney se pregunta, “si esto no es el antinomianismo, no sé qué es” (página 332). Estos asuntos forenses no son lógicos para Finney, y concluye diciendo: “Yo considero estos dogmas como fábulas, y más de acuerdo a una novela romántica que un sistema de teología” (página 333). Concluye esta parte en contra de la Asamblea Westminster:

La relación entre la perspectiva vieja de la justificación y su perspectiva de la depravación es obvia. Sostienen, como hemos visto, que toda facultad de la naturaleza humana es pecaminosa. Así que, un retorno a la santidad personal y presente, en el sentido de una conformidad a toda la ley, no puede ser para ellos una condición de la justificación. Ellos creen en una justificación que admite por lo menos en algún grado la presencia del pecado.

Esto se debe ejecutar por medio de la justicia imputada. Pero la mente se rebela contra la idea de un estado de justificación junto con la presencia del pecado. Tal esquema es diseñado para desviar el ojo del pecador, de la ley y el dador de la ley, a su sustituto, quien obedeció perfectamente por él (página 339).

Esto Finney llama “otro evangelio”. Insiste que el relato realista de Pablo en Romanos 7 de la vida Cristiana se refiere a la vida del apóstol antes de experimentar la “santificación completa”. En esto Finney sobrepasa a Wesley en afirmar la posibilidad de alcanzar la santidad completa en esta vida. Juan Wesleyenseñaba que era posible que un creyente alcanzara la santificación plena, pero cuando reconoció que aún los Cristianos más santos todavía pecan, acomodó su teología a este hecho sencillo y empírico. Esto lo hizo

al decir que la experiencia de la “perfección Cristiana” era un asunto del corazón, y no de hechos. En otras palabras, un Cristiano puede ser perfeccionado en amor, para que el amor sea la única motivación de sus hechos, y todavía equivocarse. Finney rechaza esta perspectiva, e insiste que la justificación es condicionada en la completa y total perfección – es decir, “conformidad a toda la ley de Dios,” y no sólo es el creyente capaz de hacer esto; cuando él o ella transgrede la ley en algún punto, se requiere una nueva justificación.

Como señaló con tanta elocuencia el teólogo de Princeton, B.B. Warfield: existen dos religiones en toda la historia – el paganismo, el cual el Pelagianismo es una expresión, y la redención sobrenatural. Y como Warfield y aquellos que con tanta seriedad advertía a sus hermanos contra los errores de Finney y sus sucesores, nosotros también debemos encarar este torrente heterodoxo dentro de los grupos evangélicos americanos. Con sus raíces en los avivamientos de Finney, tal vez algunos “evangélicos” y “liberales” no están tan lejos los unos de los otros. Las “nuevas medidas” de Finney (como el movimiento moderno de iglecrecimiento), ponían en el centro la escogencia humana y las emociones humanas, ridiculizaban la teología, y reponían la predicación de Cristo con la predicación de la conversión.

Es sobre el moralismo humanista de Finney que las cruzadas políticas y sociales se fundamentan, con su fe en la humanidad y la auto-salvación. Casi en términos de los deístas, Finney declaró, “No hay nada en la religión más allá de los poderes ordinarios de la naturaleza. Consiste totalmente en el ejercicio correcto de las capacidades normales de la naturaleza. Es esto y nada más. Cuando el hombre llega a

ser verdaderamente religioso, no puede hacer otra cosa que no pudiera antes. Ejerce los mismos poderes que tenía antes, en otra forma, los usa para la gloria de Dios”.

Por tanto, ya que el nuevo nacimiento es un fenómeno natural, también lo es un avivamiento:

“Un avivamiento no es un milagro, ni depende de un milagro de ninguna manera. Es totalmente un resultado filosófico del uso correcto de los medios establecidos – tanto como cualquier otro efecto es producido por otros medios.”

La creencia que el nuevo nacimiento o un avivamiento depende de la actividad divina es peligrosa.

“Ninguna doctrina,” dice Finney, “es más peligrosa para la prosperidad de la Iglesia, y ninguna más absurda” (Avivamiento de Religión [Revivals of Religion], página 4-5). Cuando los líderes de iglecrecimiento enseñan que la teología estorba el crecimiento, e insisten en que no importa lo que cree una iglesia – el crecimiento es un asunto de seguir los principios correctos – ellos muestran su deuda a Finney.

Cuando los líderes de la Viña (Vineyard) alaban una práctica sub-cristiana, junto con los ladridos, rugidos, gritos, risas y otro fenómenos raros con base en que “funciona”, uno debe juzgar por los frutos – y podemos ver los frutos, que son seguidores de Finney y el padre del pragmatismo Americano, William James, que declaró que la verdad debe ser juzgada con base en su “valor en términos prácticos.”

Así que, en la teología de Finney, Dios no es soberano; el hombre no es pecador por naturaleza; la muerte sustitutiva de Cristo en realidad no era un verdadero pago por el pecado; la justificación por

imputación es un insulto a la razón y moralidad; el nuevo nacimiento es sencillamente el efecto de técnicas exitosas, y un avivamiento es el resultado natural de campañas astutas. En su nueva introducción a la edición bicentenaria de la Teología Sistemática de Finney, Harry Conn nos recomienda el pragmatismo de Finney: “Muchos siervos del Señor deben buscar con diligencia un evangelio que ‘sirve’, y con gozo les diré que lo podrán encontrar en este volumen.” Pero como Whitney R. Cross ha documentado muy cuidadosamente en su libro El Distrito Quemado: Una Historia Social e Intelectual de la Religión Emocional en el oeste de Nueva York, 1800-1850 (Cornell University Press, 1950), el territorio donde se realizaban con más frecuencia los avivamientos de Finney llegó a ser la cuna de las sectas perfeccionistas que plagaron ese siglo. Un evangelio que “sirve” para los perfeccionistas celosos un día sólo crea mañanalos super-santos desilusionados y gastados.

No hace falta señalar que el mensaje de Finney es radicalmente diferente de la fe evangélica, tal como lo es la orientación básica de los movimientos hoy que llevan sus huellas: el movimiento de “iglecrecimiento”, el perfeccionismo y emocionalismo pentecostal, el triunfalismo político basado en la idea de una “América Cristiana”, y las tendencias anti-intelectual y anti-doctrinal de los evangélicos y fundamentalistas Americanos. El perfeccionismo de Finney llegó a dominar el naciente movimiento Dispensacionalista a través del movimiento de la “Vida Superior” (Higher Life Movement) por medio de

Lewis Sperry Chafer, fundador del Seminario Dallas y autor del libro “El que es espiritual” (He that is spiritual). Por supuesto, Finney no es el único responsable; él es más un producto que productor. Sin embargo la influencia que ejerció y continúa ejerciendo hasta hoy es masiva.

El evangelista Finney no sólo abandonó el principio fundamental de la Reforma (la justificación sólo por la fe), haciéndolo un renegado contra el Cristianismo evangélico; repudió doctrinas tales como el pecado original y la muerte expiatoria de Cristo, doctrinas que han sido abrazadas por Católicos y Protestantes. Por lo tanto, Finney no es sólo Arminiano, sino Pelagiano. No es sólo un enemigo del Protestantismo evangélico, sino del Cristianismo histórico del índole más amplio.

No señalo estas cosas con agrado, como uno que se goza en denunciar a los héroes de los evangélicos Americanos. Sin embargo, siempre es sabio, cuando uno ha perdido algo, volver hacia atrás para determinar dónde y cuándo uno lo tenía en su posesión la última vez. Esto ha sido el propósito de este ejercicio, encarar con honestidad el desvío serio del Cristianismo Bíblico que ha ocurrido en los movimientos de avivamientos Americanos. Hasta que enfrentemos este desvío, seguiremos promoviendo un camino distorsionado y peligroso. En una cosa Finney tenía absoluta razón: El Evangelio enseñado por los autores de Westminster que él atacaba, y el Evangelio sostenido por todos los verdaderos evangélicos, es “otro evangelio” comparado con el que proclama Charles Finney. La pregunta candente para nosotros es:

 

¿Con cuál evangelio estamos identificados nosotros?

 

 

 

 

 

Este artículo fue publicado primero en inglés bajo el título: “The Legacy of Charles Finney”, por Michael Horton, Modern Reformation, Alliance of Confessing Evangelicals, 1998.

 

Traducido y publicado por La Confraternidad Latinoamericanade Iglesias Reformadas (CLIR)1999.

 

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CRISTIANISMO Y RELIGIÓN

Vincent Cheung

Traducción: Raul Loyola Román

 

Siempre que oramos por ustedes, damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues hemos recibido noticias de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen por todos los santos a causa de la esperanza reservada para ustedes en el cielo. De esta esperanza ya han sabido por la palabra de verdad, que es el evangelio que ha llegado hasta ustedes. Este evangelio está dando fruto y creciendo en todo el mundo, como también ha sucedido entre ustedes desde el día en que supieron de la gracia de Dios y la comprendieron plenamente. Así lo aprendieron de Epafras, nuestro querido colaborador y fiel servidor de Cristo para el bien de ustedes. Fue él quien nos contó del amor que tienen en el Espíritu. ( Colosenses 1:3-8)

Algunas personas tienen una aversión a la palabra «religión» y prefieren no tener nada que ver con ella. Entre ellos, los que se consideran a sí mismos cristianos se oponen a la palabra con el argumento de que el cristianismo no es una religión sino una «vida » o » Relación”. Pero este desprecio por la palabra se basa en la ignorancia y la falsa piedad.

En primer lugar, nos preguntamos si la palabra «vida» y «relación» son de hecho descripciones adecuadas de la fe Cristiana. El relato Bíblico de viada y relación es mucho más rico de lo que piensan la mayoría de las personas que prefieren esas palabras como descripciones de fe. De hecho, la Escritura incluye muchas cosas en su exposición de esa vida y  relación que estas personas tratar de excluir o  rechazar en la palabra » religión».

En el diccionario Merriam -Webster , una definición principal de  religión es «el servicio o adoración a Dios . » Esto puede parecer muy específico para algunos filósofos, mas el cristiano promedio apenas protestaría. A pesar de que la definición es insuficiente, no hay nada repulsivo o no espiritual en él. Y sin duda «, el servicio o la adoración de Dios» puede incluir la idea de una vida o un relación, pero también es lo suficientemente amplio como para incluir más, o otras cosas que están involucrados en esta vida o relación.

Luego, una segunda definición es un » conjunto personal o sistema institucionalizado de actitudes, creencias y prácticas religiosas. » esto probablemente es la idea de la «religión » que muchos cristianos se disocian de su fe o de cualquier vida espiritual legítima. Sin embargo, no hay nada inherentemente errado en esta idea de religión, sino más bien necesitamos saber lo que se ha personalizado o institucionalizado.

Si se trata de una religión verdadera, entonces debe ser personalizada. Si esta religión verdadera respaldar una organización formal en sus operaciones, entonces debería institucionalizarse.

Institucionalizar algo significa » incorporar un sistema estructurado y con frecuencia altamente formalizado”. Esto puede ser correcto o errado, y como se hace puede ser correcta o errada. Un «sistema altamente formalizado… “podría canonizar a un conjunto de tradiciones humanas, lo que resulta en el rechazo del ortodoxia doctrinal y la libertad espiritual. Sin embargo, la falta entonces reside en que es formalizado, y no la idea en sí de una organización formal. Por lo tanto, incluso institucionalización no tiene nada inherentemente objetable, ni es necesariamente oposición a , o al cristianismo.

Así, por ejemplo , si no está mal para un creyente decir que «el cristianismo es el único servicio de adoración verdadera a Dios «, entonces no está mal decir que «el cristianismo es la única religión verdadera . » Del mismo modo, no hay ningún problema con la primera y segunda definición de Webster New World Dictionary: » la creencia en un poder o poderes divinos o sobrenaturales, que debería

ser obedecido y adorado como la ( s ) creador ( s ) y gobernador ( s ) del universo «, y «Cualquier sistema específico de creencias y adoración , frecuentemente envuelto  con un código de ética y una filosofía. «

Si una persona insiste en una definición particular de religión que lo vuelva errada o no bíblica, entonces podría decirse que no debe aplicarlo al cristianismo, pero que no tiene ningún fundamento para imponer esa definición a las personas otras. El punto es que si tenemos en cuenta las definiciones de los diccionarios comunes, la declaración «El cristianismo no es una religión » es falso y de echo anti-bíblico. Sin duda de que el cristianismo es una religión. Y si estamos considerando estas definiciones, entonces la persona que dice: «Denme a Jesús , y no religión » nos está diciendo que ella no quiere nada que tenga que ver con «el servicio y la adoración de Dios. «

La necesaria distinción no es entre la religión y la relación, ya que el menos por las definiciones del diccionario, una religión puede incluir una relación. Más bien, la distinción necesaria es entre una religión, buena y mala, una religión verdadera y falsa. El cristianismo es superior al Islam y el budismo y otros, no porque sea una relación, mientras que otros no son más que meras religiones.

¡Todas son religiones! La diferencia es que el cristianismo es verdadero y el resto es falso. El cristianismo es una religión definitivamente revelada por Dios. Es la palabra de Dios mismo sobre apropiado servicio y adoración de Dios. Todas las demás religiones son invenciones humanas y demoníacas.

Por lo tanto, la cuestión fundamental no es si el cristianismo es una religión, sino ¿qué tipo de  religión es. Una manera en que la escritura caracteriza la religión cristiana es con las palabras fe, amor y esperanza (v. 4-5). Cuando significados subjetivos y emocionales se asignan a estas palabras, ellas no pueden transmitir algo sustancial sobre Cristianismo o acentuar sus características distintivas de otras religiones y filosofías. Mas cuando se entiende de acuerdo con su uso bíblico, estas palabras son capaces de expresar algunos aspectos centrales de la religión cristiana, por lo que algunos escritores han organizado su dogmática en torno de ellas. Sin duda, la misma información se puede presentar en diferentes formas con respecto a términos de estructura y énfasis.

La fe no es una creencia o confianza general. Algunas personas alientan a » tener fe «, sin mención del contenido de esa fe. Incluso los incrédulos son animados a tener fe en ese sentido. Si se pretende que esa fe produzca un resultado deseable, o hacer esfuerzo y obligar a alguien a prosperar, entonces ¿cuál es la base de esta confianza? «Fe» en este sentido, a menudo no se refiere a nada, sino a una fuerza de voluntad o expectativa irracional.

La Escritura habla de la fe de diferentes maneras. Aquí mencionaremos sólo dos de sus significados más amplios. En primer lugar, «fe » puede referirse a la religión cristiana en sí , es decir , a la serie de doctrinas y prácticas que la definen , como cuando decimos «La fe cristiana » y » el contenido de la fe » (Judas 3 ) . O, » fe » puede referirse a una creencia personal en esa religión, como cuando decimos » tenga fe en Dios » (Marcos 11:22) y «habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús» (Colosenses 1:4). Ese tipo de fe es un don de Dios, producido por su Espíritu Sonto en aquellos a quien   eligió. Cuando afirmamos la doctrina de la justificación por la fe , afirmamos que Dios nos salva dándonos fe en Jesucristo .

Cuando se habla de la fe, amor y esperanza juntos, estamos interesaos en ese sentido de fe – es » la fe en Cristo Jesús. » Hay una idea falsa popular según el cual » creer en » Dios no es lo mismo que » creer que » lo que reveló sobre si mismo es verdad, es decir, creer en cosas «sobre» Dios. A veces, la distinción e echa entre confianza y creencia o confianza y asentimiento. Sin embargo, la distinción correcta entre la fe verdadera y falsa, no entre una fe » creer en «y» creer que»o entre confianza y asentimiento. Sería absurdo decir: «Creo en Cristo, pero no creo nada sobre El” — creer en » Cristo de esa forma no tiene sentido. Tener fe en alguien es creer en algo sobre el, y es imposible tener fe en alguien de una forma mas allá o diferente de la que tenemos fe con respecto a él o sobre el.   Ofrece una base para usted hacer eso, que a su ve significa que esa “confianza” permanece idéntica a lo que usted cree “sobre” ele. , así la distinción o “distancia” hecha entre confianza y asentimiento es la misma u otro objeto de asentimiento. Y eso significa que la distinción es en realidad falsa, y la » distancia» no existe.

Así que decir que tenemos fe en Cristo es una abreviatura para decir que creemos en diversas proposiciones sobre Cristo. La palabra «fe» indica la naturaleza positivas y deseables de las cosas que creemos sobre el, y en la medida en que esta fe es Bíblica, estas cosas son proposiciones bíblicas.

Fuente: http://www.vincentcheung.com/

Traducción: Raul Loyola Román

https://www.facebook.com/raul.loyolaroman

 

 

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Creacionismo vs. Traducianismo

VICENT CHEUNG

 

 traducción : Raul Loyola Romàn

La visión bíblica de la metafísica requiere el creacionismo, que Dios directa e inmediatamente crea cada nueva alma.

Entre otras, hay dos excepciones a esta regla. En primer lugar, algunas personas piensan que esto contradice la opinión de que Dios ha descansado después de la creación de Génesis 1. Mas el resto es relativo a los seis días de la creación, y no es como si Génesis 2:1-3 se volvió del teísmo al deísmo. Jesús dijo que el Padre nunca dejó de trabajar, y lo dijo cuando fue acusado de trabajar en el Sábado (Juan 5:16-17). En segundo lugar, la idea de que Dios tiene de crear cada alma individual necesariamente significaría que Dios crea cada alma pecadora (después de que Adán y Eva). Esto entonces significa que Dios es el autor del pecado. Me empeño en reconocer esto e incluso insistir en ello, ya en otros lugares he demostrado que no hay ningún problema con esto.

La Biblia enseña que «de la misma masa» de arcilla – no eligió la arcilla, no arcilla reprobada, sino sólo arcilla – Dios crea a los elegidos y réprobos. Es decir, Dios no llama a los elegidos de un grupo más grande de los pecadores, como muchos teólogos afirman. Él no rescata a algunos y «deja» el resto a su propia destrucción, como si los réprobos mismos se crearan. Un alfarero no hace un gran montón de vasos comunes y transforma a algunos en los vasos honrosos, y deja el resto permanecer como vasos comunes. Si es así, ¿quien creó el gran montón de vasos comunes? ¿Hay algún otro alfarero? Eso sería dualismo o alguna otra herejía. ¿Los vasos comunes se crean a partir del barro? Eso sería aún más increíble, y no se ajusta a la imagen bíblica. Más bien, Dios crea directamente a los hombres o bien como pecadores elegidos (que luego se convertiría en Cristo y ser salvos), o como los pecadores reprobados (que no creerán).

Dios es el autor metafísico del pecado, más no aprobador moral del pecado. Las dos son completamente diferentes, al igual que su decreto y su precepto son diferentes. Su decreto es una determinación de lo que iba a pasar, o lo que iba a hacer que suceda. Su precepto es una definición de lo que es bueno para que los hombres crean, hagan o no hagan. Una vez más, se trata lo primero de una determinación, y la otra es una definición. Así él puede decretar que una persona podría transgredir su precepto. No es un problema sólo si decimos que él puede decretar que una persona podría transgredir su decreto, o que emite un precepto de una persona a transgredir el precepto mismo. En cualquier caso,  tiene que ser el autor metafísico y la causa de todo, ya que ninguna criatura es Dios (lo cual sería una contradicción), ninguna criatura tiene el poder de Dios, por lo que ninguna criatura tiene «vida en sí mismo» – para sostenerse , así mismo, para  propagar, o para crear nuevas almas.

Cuando nos referimos a la metafísica, el creacionismo debe ser correcto y el traducianismo debe estar mal. Podemos hacer un lugar para traducianismo sólo si no hablamos en este nivel. Es decir, se puede utilizar como una descripción de la relación entre los padres y sus hijos en un nivel no metafísico. En el lenguaje ordinario, si empujo Tommy en el pecho, sería correcto decir que «Vincent empujó Tommy». Pero si estamos hablando de metafísica, acerca de la causalidad y tal, entonces debo decir que «Dios hizo que Vincent levantara la mano (es decir, Dios levantó la mano de Vincent) e hizo que se extienden hacia Tommy y tocar el pecho de Tommy. Entonces Dios hizo a Tommy sentir un impacto en el pecho e hizo que su cuerpo cayera hacia atrás. “Es decir, no existe una relación directa y necesaria entre yo empujando a Tommy y Tommy retrocediendo, ya que yo no tengo el poder metafísico para crear (como si yo fuera Dios) o para cambiar nada en la creación (como para «crear» un nueva configuración del universo). Así el traducianismo podría ser aceptable sólo en el sentido relativo y cuando no se habla en el nivel creativo. ¿Más por qué dejar espacio si es realmente inútil? Y que parece que casi todo el tiempo, el asunto se plantea en efecto en el nivel metafísico, de modo que el creacionismo debería ser la respuesta. El hombre no puede crear almas.

Al igual que la doctrina de la compatibilismo, la doctrina de traducianismo hace la pregunta en un sola nivel y luego la contesta en otro nivel, y termina perdiendo el punto. Los que afirman traducianismo olvidan la metafísica, o afirman un principio como la causalidad secundaria. Los calvinistas dicen a menudo que Dios es la causa última del pecado, tal vez por un «permisivo» decreto o alguna otra tontería, mas ellos  utiliza al hombre como una de la  causas «secundarias» – el hombre es el que tiene contacto directo con el mal. Esto no responde a la pregunta metafísica. ¿Tiene El hombre un poder metafísico para ejercer causar algo o no? Si él puede ejercer este poder aparte de Dios, entonces el hombre es Dios. Si el hombre lo ejerce «con» Dios, entonces Dios es al menos un co-autor del pecado. ¿Y quién tiene el poder para mover al hombre si no de Dios? Si el pecado es un efecto que tratamos de explicar, ¿no es la acción del hombre también es un efecto? Si el hombre no tiene tal poder metafísico, entonces la «causa segunda» no es una «causa» pues no hace nada en absoluto. Es sólo una descripción de la relación aparente (pero no real) entre los objetos, y no una causa real de nada. La palabra «causa» es engañosa, y porque es engañosa, la palabra «secundaria» se convierte en inútil y engañoso también. Si un «algo» es realmente nada, entonces una nada “secundaria» sigue siendo nada.

Esto se aplica exactamente al creacionismo vs traducianismo. Los que afirman traducianismo no creo que lo hacen precisamente por esto. El resultado es que si ellos afirman que Dios es el único autor metafísico, entonces acaban de perder a su traducianismo. Mas si ellos afirman que Dios no es el único autor metafísico (que el hombre es el único o algún tipo de co-autor, como si esto fuera posible), entonces ellos acaban de perder a Dios.

Vincent Cheung

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