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IMBÉCILES PROFESIONALES

Vincent Cheung

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Advancing in Healing Ministry

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CONTENIDO

IMBÉCILES E IMBÉCILES PROFESIONALES___________________________________________________3

 

 ENSEÑANDO SIN SENTIDOS COMO PROFESIÓN_____________________________________________            4

 

 

 

 

NO PUEDES LLEGAR HACIA ALLI DESDE AQUÍ_______________________________________________10

 

 

 

 

CRISTO NUESTRA RAZÓN, LA RAZON NUESTRA ARMA________________________________________14

 

IMBÉCILES E IMBÉCILES PROFESIONALES

Según la Escritura, todos aquellos que no son Cristianos son idiotas.1 Incluso algunos Cristianos profesos se ofenden categóricamente de tal representación de los enemigos de Dios, y entonces me repudian y critican por hablar de este modo. Sin embargo, por más fuerte que ellos intenten retratar esto como algo que he afirmado por mi propia cuenta, simplemente repitolo que la Escritura enseña. Si tienen un problema con esto, entonces en vez de estar repudiándome o criticándome, deberían afrontar la realidad y repudiar a Cristo y criticar a la Escritura.

Algunos escritores Cristianos son muy corteses. De hecho, son tan corteses que dejan a sus críticos perseguirlos hasta la muerte mientras les explican pacientemente una y otra vez sus bíblicas pero impopulares opiniones. Por supuesto creo en la plática cordial, sobre todo en contextos en los cuales la Escritura lo ordena. Sin embargo, estos críticos a menudo no están interesados en escuchar lo que la Escritura realmente dice, sino en proteger sus propias opiniones y creencias no bíblicas, mientras insisten todo el tiempo que son creyentes genuinos.

Mi política es que, mientras respeto y aún prefiero las discusiones teológicas corteses, cuando mis críticos tratan de usarme para atacar a la Escritura a la fuerza, los expongo como los hipócritas espirituales que son, y los hago caer por el poder de Cristo el Logos, es decir por la Escritura misma y la Razón que ellos tratan de socavar.

Es importante para nosotros darnos cuenta que los No Cristianos son imbéciles y que tengo razón al declarar esto como una parte integral del acercamiento bíblico a la apologética. Es así porque si vamos a afrontar a nuestros enemigos intelectuales con la Escritura como nuestra arma, entonces mejor aceptamos primero la propia descripción de la Escritura de los No Creyentes, que ellos son estúpidos y depravados. ¡No impresiona que muchos Cristianos sean apologistas endebles! Han rechazado la propia descripción de la Escritura acerca de la situación desde el principio.

Ha menudo he dicho que la persona que afirme la cosmovisión bíblica y que practique la apologética bíblica puede fácilmente y de manera concluyente derrotar a cualquier No

Cristiano. No importa si el No Cristiano es un Ateo, un Musulmán, un Budista, o un Católico, y no importa incluso si el No Cristiano es altamente educado. De hecho, también he afirmado que incluso un niño que ha sido entrenado en apologética bíblica puede aplastar a cualquier profesor de ciencia o filosofía. Ahora iré más lejos. Afirmaré que aún una persona que sea mentalmente limitada o dañada de algún modo, pero que sin embargo pueda comunicarse en declaraciones fragmentadas (p.ej. una persona con síndrome de Down), a pesar de todo puede derrotar a cualquier No Cristiano científico o filosofo.

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1He provisto de justificación bíblica para esta declaración en numerosos lugares en mis escritos, por lo tanto no la repetiré aquí. Ver

Teología Sistemática, Preguntas Fundamentales, Confrontaciones Presuposicionales, Apologética en Conversaciones, Comentario a los

Efesios, y Un Imbécil por Cualquier Otro Nombre de Vincent Cheung; Douglas Wilson, El Borde Serrado: Una Breve Defensa de la Sátira

Bíblica y Jugueteo Trinitario (Prensa de Canon, 2003); Robert A. Morey, …y Dios Se burló de Ellos (audio); y James E. Adams, Los

Salmos de Guerra del Príncipe de Paz: Lecciones de los Salmos Imprecatorios (Empresa de Industria editorial Presbiteriana y

Reformada, 1991)

Por supuesto, algunos de nosotros somos capaces de discutir con mayor delicadeza que otros. Y si eres un niño, o una persona con graves problemas mentales, o solamente una persona que no esta familiarizada con expresiones técnicas, deberías pedir a tu oponente No Cristiano que exprese sus ideas y argumentos en un lenguaje más simple. Sin embargo, cuando llegamos a la sustancia del debate, si puedes entender los principios fundamentales de la cosmovisión bíblica y de la apologética bíblica, también puedes ser un apologista invencible de la fe Cristiana contra cualquier opositor No Cristiano.

En conexión con esto, también he dicho que aunque un científico o filósofo No Cristiano pueda hacer una mejor presentación de sus opiniones, la sustancia de sus argumentos nunca es mejor que la de cualquier otro No Cristiano, incluyendo al retrasado y al loco.

Esto es, un erudito No Cristiano puede ser capaz de argumentar su caso con mayor precisión, coherencia y meticulosidad, pero cuando llegamos a los méritos racionales de sus argumentos, su caso es tan tonto y falaz como el de cualquier No Cristiano inculto y con discapacidad mental.

Esto es verdad no solo cuando hablan acerca de Dios o la religión, sino que es verdad sobre todo lo que ellos dicen. La posición de alguien con respecto a la realidad fundamental, siendo fundamental, necesariamente afectará cada área de su cosmovisión; por lo tanto, debido a que el No Cristiano está equivocado sobre la realidad fundamental, entonces está equivocado en todo.

Digo todo esto no solamente porque disfruto insultar y desestimar a los incrédulos (aunque también eso tiene su lugar; 1 Reyes 18:27); más bien, esto es una enseñanza bíblica que pocos Cristianos son fieles en enfatizar. Aquellos que dicen algo sobre esto por lo general obscurecen la enseñanza con su lenguaje casi poético, haciendo que la depravación humana y la maldad, y que los efectos del pecado sobre la mente suenen casi hermosos.

Pero la Biblia es contundente y sin ambigüedades en este tema. Enseña que Dios ha hecho «imbécil» a todo aquel No Cristiano filósofo y erudito, incluyendo todas sus ideas (1 Corintios 1:20). Sobre esta palabra, aún la básica y popular Concordancia de Strong cede la definición, ‘hacer como un simplón’, de modo que no hay ninguna excusa en fallar en entender el verso de esta manera. Por lo tanto, con la autoridad de la Escritura, acuso de pecado a cualquier Cristiano que deforma u oculta esta enseñanza, o que trate de minar los esfuerzos de otros para proclamarla.

ENSEÑANDO SIN SENTIDOS COMO PROFESIÓN

Debido a que interactúo casi exclusivamente con trabajos de profesionales, en mis escritos ya he proporcionado una cantidad de ejemplos sobre como incluso el más educado de los No Cristianos nunca se levanta por sobre la estupidez humana en la sustancia de sus argumentos. Ahora ofreceré incluso otro ejemplo del debate entre William Lane Craig y Walter Sinnott-Armstrong.

Sinnott-Armstrong es Profesor de Filosofía y Profesor de Estudios Legales en el Dartmouth

College. Incluso si él no estuviera entre lo mejor de lo mejor entre los pensadores contemporáneos, sus referencias y logros son al menos iguales a los de muchos filósofos profesionales. Además, alguien con la fama y la importancia de William Lane Craig pensó que valía la pena debatir con él. Así que ninguno diga que deliberadamente he escogido un espécimen inferior para criticar.

Un ateo me es tan fácil de refutar como cualquiera otro, por lo tanto no tengo que usar a Sinnott-Armstrong como un ejemplo. Pero déjenme decirles por qué le he escogido.

Obtuve el libro que contiene el debate hace un tiempo, y entre otras cosas, noté las declaraciones falaces escritas por él que dentro de poco mostraré mas abajo. Pensé que podría usarlos en algún proyecto escrito futuro como ilustraciones. Entonces, un día mi esposa vino a casa y dijo que escuchó a William Lane Craig en una entrevista en un programa radial Cristiano. La entrevista era principalmente para promover este libro, y el presentador del programa le pregunto a Craig acerca de varios de los asuntos que fueron discutidos en el debate. Mi esposa consideró que las respuestas de Craig eran demasiado inciertas, demasiado provisionales, y se preguntó si aquellas débiles respuestas hacen más daño que bien a la causa Cristiana.

Yo podía entender su sentir, porque incluso si pasamos por alto los defectos de la apologética clásica, siempre he pensado que los argumentos y conclusiones de Craig son típicamente tan «modestos» que son a lo más sub-bíblicos, y fallan en emanar la confianza y certeza que un líder Cristiano debería manifestar tanto en su actitud como en sus argumentos, y ni hablar de inculcar esta misma confianza y certeza en otros Cristianos. De todos modos, no dejaré que este artículo se convierta en una crítica de la exposición de Craig; simplemente explico por qué mi esposa y yo nos sentimos insatisfechos con ella.

De todas formas, mientras hojeaba el debate nuevamente, me di cuenta que sería demasiado ineficiente escribir una respuesta completa y alternativa a los argumentos de Sinnott-Armstrong.

Esto es debido a que muchos de sus desafíos están dirigidos a los argumentos de la apologética clásica o evidencial, y ni siquiera tocan los argumentos bíblicos o presuposionalistas, de modo que incluso si sus argumentos fueran exitosos, de ninguna forma afectarían el acercamiento bíblico que enseño y práctico. Además, sus ensayos son presentados en el contexto de su debate contra Craig, de manera que a menos que mis lectores hayan leído el debate, tendría que explicar el contexto desde el principio antes de presentar mi propia respuesta.

Por lo tanto, aunque me gustaría hacerlo, no presentaré una crítica meticulosa de los argumentos de Sinnott-Armstrong. En cambio, criticaré un aspecto particular de su pensamiento y presentación; me refiero principalmente a sus argumentos con respecto al problema del mal.

Aunque el resultado no ascienda a una destrucción total de todos sus argumentos, es suficiente para demostrar que, aunque es profesor en filosofía, su habilidad de razonamiento no sobrepasa la del Ateo medio, y por lo tanto un imbécil profesional sigue siendo un imbécil. Con todo esto en mente, consideremos ahora el caso de Walter Sinnott-Armstrong. En un lugar, él explica porque se preocupa bastante por el asunto que incluso le lleva a aceptar participar en un debate público. Escribe lo siguiente:

Mi respuesta es que soy profesor, por lo tanto mi trabajo es educar. Soy también un filósofo. Los filósofos cuestionan supuestos comunes e inspeccionan los motivos a favor y en contra de estos supuestos. Es por esta razón que quiero ayudar a los lectores a que tengan clara la evidencia a favor y en contra de la existencia de Dios, de modo que ellos puedan decidir por ellos mismos.2

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2 William Lane Craig y Walter Sinnott-Armstrong, ¿Dios? Un debate entre un cristiano y un ateo.(Oxford UniversityPress, 2004), p. 81.

Esta afirmación sobre su motivo es muy provechosa para nuestro análisis, porque esto lo compromete a cierta política intelectual contra la cual podremos comparar sus argumentos reales. Y cuando falle en vivir de acuerdo a lo que declaró arriba, hará que su hipocresía e incompetencia sean aún más obvias.

Notaremos que aunque su política indicada es «cuestionar supuestos comunes», él de todas formas depende de numerosas premisas subjetivas/intuitivas y supuestos comunes a lo largo de su presentación.

Por ejemplo, en la página 34, escribe, «Craig aún podría preguntar, ‘¿Qué es lo inmoral en el hecho de causar daños serios a otros sin justificación?’ Más ahora parece natural contestar, ‘Simplemente lo es. Objetivamente. ¿No está de acuerdo? ‘» No, no estoy de acuerdo. Su respuesta es lo mismo que decir, «Parece objetivo», pero si una creencia está basada sólo en lo que «parece», entonces es por definición subjetiva, no objetiva. Cuando dices «parece» en uncontexto como este, nos estas diciendo algo sobre ti, y nada acerca de algo que esté fuera de tu propia mente.

Exijo más que un «parece natural»; exijo una justificación racional. ¿Que pasaría si lo qué a él «le parece natural» me parece antinatural? ¿Qué, si lo que le parece natural a una persona normal le parece antinatural a una persona demente? Ahora bien, ¿Qué es normal y que es demente? ¿Y quién es normal y quien es demente? ¿Cómo sabemos? ¿Es la respuesta «parece natural» una justificación adecuada en cualquier argumento? Si no ¿Cuándo es adecuado y cuando es inadecuado? ¿Cómo sabemos? Este «parece natural» parece bastante irracional, por no decir descaradamente perezoso.

Luego escribe, «Asimismo si miramos extensa y cuidadosamente un mal natural, como una obstrucción intestinal, y no encontramos nada que sugiera una compensación adecuada, entonces estamos justificados en creer que no hay ninguna compensación adecuada por aquel mal.»3 Este patrón de argumentación ocurre a través de toda su presentación; es decir nuestras inversiones intelectuales subjetivas en una situación se supone que son suficientes para producir una justificación racional a fin de hacer una inferencia sobre la realidad objetiva.

Sinnott-Armstrong parece pensar que la justificación racional consiste en nuestra satisfacción subjetiva, y no en inferencias necesarias.

En otro lugar, escribe, “Estoy tratando de demostrar que el sentido común te obliga a aceptar las premisas de mi argumento” 4. Sea cierto o no que el “sentido común” nos compromete a aceptar sus premisas, ¿Cómo es que sabe que aquello que creemos de acuerdo con nuestro “sentido común” es verdadero? El no desafía ni establece el “sentido común” como un camino confiable a la verdad, sino que simplemente lo asume en sus argumentos.

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3 Ibid., p. 95.

4 Ibid., p. 144.

En la página 145, dice, «Podría sonar bonito decir que Dios no esta sujeto a nuestros parámetros, pero esta táctica no deja claro que es lo que hace bueno a Dios. Al final, tenemos que usar nuestros propios parámetros, porque no podemos entender ningún otro». Pero no es automáticamente verdadero que si Dios no esta sujeto a nuestros parámetros, entonces esto no deja claro que es lo que hace bueno a Dios. La doctrina bíblica de la bondad de Dios contesta la pregunta, y Sinnott-Armstrong debe confrontar esta doctrina antes de hacer tal afirmación; es decir, debe demostrar que la Biblia no es la revelación escrita de Dios.

Luego, noten que él dice que «tenemos que usar nuestros propios parámetros, porque no podemos entender ningún otro». Pero esta es una razón puramente pragmática, y no lógica. Esto equivale a decir, “necesitamos fingir que esto es verdadero porque no tenemos nada más”. ¿Y quién es él para hablar por todos nosotros? Que él no pueda «entender ningún otro» no significa que el resto de nosotros no pueda; que él sea estúpido e ignorante no significa que pueda arrastrar al resto de nosotros con él. Pero incluso si realmente no pudiéramos «entender ningún otro», esto no significa que nosotros debamos fingir que lo que tenemos es verdadero. ¿Por qué no nos rendimos al escepticismo y a la ignorancia? Además, los filósofos constantemente discuten sobre cuales deberían ser «nuestros parámetros» en primer lugar. Sostengo que los criterios bíblicos deberían ser «nuestros parámetros».

Sinnott-Armstrong concluye el debate diciendo, «En contraste, traté de basar mis argumentos en los parámetros del sentido común de la creencia razonable y la compensación adecuada»5. Por lo tanto, a lo largo del debate parece completamente inconsciente del hecho que él había dicho, «También soy un filósofo. Los filósofos cuestionan supuestos comunes e inspeccionan los motivos a favor y en contra de estos supuestos». La única forma de reconciliar su declarada política intelectual (cuestionar supuestos comunes) con su actual estrategia de debate (apelar al sentido común) es que haga una distinción muy definida entre supuestos comunes y sentido común. Esto es, supuestos comunes se refiere a ciertas creencias compartidas, mientras el sentido común se refiere a una intuición o habilidad intelectual compartida que en sí misma no tiene contenido. Pero aún si hace esto, sigue siendo inexcusable para un filósofo profesional dejar este punto sin especificar claramente cuando ambas ideas son fácilmente confundibles e incluso identificables.

De todas formas, numerosos problemas permanecen incluso si hace una distinción muy definida entre supuestos comunes y sentido común. Por ejemplo, si el sentido común se refiere solo a una intuición o habilidad intelectual compartida sin contenido, entonces ¿Cómo puede este «sentido» que es tan común producir estos “supuestos” comunes que ahora cuestiona usando el “sentido» común? Es decir, si el “sentido» y los “supuestos» se contradicen el uno al otro, entonces ¿Cómo puede ambos ser «comunes»?

Quizás los supuestos comunes (que Sinnott-Armstrong cuestiona) fueron adoptados porque la gente falló al usar el sentido común, en cuyo caso el sentido común se refiere a una intuición o capacidad común que no es comúnmente usada. O los supuestos comunes fueron producidos por un defecto común en el pensamiento que causó que la gente se desviara del sentido común. Pero entonces ¿Cuál es este «defecto»? ¿Este «defecto» no forma parte «del sentido»? ¿Por qué o por qué no? ¿Y cómo lo sabe? Ambos puntos de vista tienen problemas, pero ya hemos complicado el tema demasiado.

5 Ibid., p. 149.

La verdad es que Sinnott-Armstrong no hace una distinción definida entre supuestos comunes y sentido común. Él escribe:

En contraste, traté de basar mis argumentos en los parámetros del sentido común de la creencia razonable y la compensación adecuada. Estos principios no son peculiares a los Ateos. La mayor parte de los Cristianos también usan los mismos parámetros en sus vidas diarias. Más importante aún, estos principios son aceptados por casi todos los que no están comprometidos de antemano a favor o en contra de la existencia de Dios. Esto los convierte en puntos de partida neutrales.6

Él identifica «los parámetros del sentido común» con «estos principios». En otras palabras, por sentido común no se refiere a un potencial o habilidad intelectual compartida aparte de cualquier contenido, sino que se refiere a actuales creencias comunes. En otras palabras, en su mente, los parámetros del sentido común son creencias comunes. Pero si la tarea del filósofo es «cuestionar supuestos comunes», entonces ¿Porqué no cuestiona los mismos supuestos comunes («principios», «parámetros», etc.) que usa, y sobre los cuales sus argumentos dependen?

Él ha declarado que argumenta en contra de la existencia de Dios porque es su trabajo como filósofo cuestionar los supuestos comunes, pero luego da la vuelta y argumenta como si la verdad fuera un tema de acuerdo y opinión popular. En otro contexto, él podría cuestionar la misma falacia en su oponente, pero cuando se queda sin razones, emplea la estrategia de «todo el mundo lo sabe». Noten que su error no esta escondido, sino que ambas caras de su auto contradicción son explícitamente afirmados. Por un lado, el objetivo del debate para él es cuestionar supuestos comunes, pero por otra parte, basa las partes esenciales de sus argumentos en principios comunes («supuestos», «parámetros», etc.) sin primero cuestionarlos o justificarlos.

Aunque errores muy evidentes invaden su presentación, esta ilegítima apelación a la opinión popular es el único disparate filosófico que intento documentar. Sin embargo, debido a que el párrafo anteriormente citado contiene afirmaciones adicionales hechas por él, brevemente trataré con ellas antes de seguir adelante.

Él dice que los principios comunes en los que basa sus argumentos son sostenidos no sólo por Ateos, sino también por Cristianos. Incluso si esto fuera verdad, no demostraría que sus argumentos son verdaderos, ya que aún tiene que demostrar estos principios, de manera que en el mejor de los casos puedan servir como base para un argumento ad hominem. Es decir, quizás estos principios comunes son falsos, de manera que tanto Ateos como Cristianos estén equivocados al creer ellos. Mas yo digo que ellos pueden «en el mejor de los casos» sostener un argumento ad hominem porque ni siquiera esto pueden hacer, ya que son sólo principios con los que supuestamente concordamos en nuestra «vida diaria“.

Aún tiene que demostrar que aquellos principios que se aplican en nuestra «vida diaria» se aplican necesariamente al debate en curso.

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6 Ibid.

Pero su caso es aún más débil que esto. Debido a que apela a estos supuestos principios comunes como premisas esenciales de sus argumentos (y no como meras opiniones personales que no afectan la solidez de sus argumentos), esto quiere decir que también es esencial para sus argumentos que estos principios realmente sean comunes. Él falla en demostrar, o incluso intentar demostrar esto; en vez de esto, solamente afirma una y otra vez lo común de sus premisas. En otras palabras, dice «todo lo saben» cuando en realidad nadie sabe si todos lo saben. ¿Cómo sabe él lo que «la mayor parte de los Cristianos» cree? ¿Acaso sabe quizás lo que la mayoría de los Ateos cree?

Al menos igualmente de problemática es la siguiente declaración, “Más importante aún, estos principios son aceptados por casi todos los que no están comprometidos de antemano a favor o en contra de la existencia de Dios.

Esto los convierte en puntos de partida neutrales.” Él dice que sus premisas son aceptadas por casi todas las personas neutrales. ¿Cómo sabe esto? ¿Y quiénes son estas personas neutrales? ¿Dónde están? ¿Cómo sabe él que es posible ser neutral acerca de la existencia de Dios? ¿Y cómo sabe él que estas personas son neutrales?

Además, si hay tantos Ateos y personas neutrales por ahí, entonces ¿Porqué las creencias

Cristianas son consideradas como «supuestos comunes» que, él afirma, es su tarea cuestionar como filósofo?

Él habla como si casi el cien por ciento de la población humana afirmara sus premisas esenciales, mas si es así, esto hace que sus premisas sean mucho más comunes. Pero entonces, ¿No debería él comenzar por cuestionar aquellos supuestos comunes, en vez de los supuestos Cristianos, que ahora, después de todo, no parecen tan comunes? He incluso si hubieran tales cosas como «puntos de partida neutrales», ¿Porqué ellos están exentos de ser examinados críticamente? ¿No son estos mucho más peligrosos, debido a que son tan comunes y aparentemente neutrales, y tan fácilmente pasados por alto?

Afirmar que uno debiera argumentar desde puntos de partida neutrales conlleva otro problema, a saber, podemos preguntar si el punto de vista de alguien sobre la neutralidad es neutral. Para Sinnott-Armstrong, ser «neutral» es “no estar comprometido de antemano» (al menos con respecto del tema del debate en curso), pero ¿Es él neutro sobre la neutralidad, o esta «comprometido de antemano” con la neutralidad? Si él esta «comprometido de antemano” con la neutralidad, entonces ¿Porqué deberíamos confiar en él cuándo habla acerca de la neutralidad?

Si hago este el punto principal del debate – es decir, si propongo discutir acerca de si debiéramos ser neutrales sobre la neutralidad, y si propongo primero establecer este asunto como una previa condición lógica necesaria para el debate sobre la existencia de Dios – entonces ¿Podrá Sinnott-Armstrong apelar a los puntos de partida neutrales otra vez para fundamentar su preferencia por los puntos de partida neutrales? Es decir, ¿Apelará a los supuestos comunes de las personas que son neutrales (no «comprometidos de antemano») sobre la neutralidad (si existe tal gente) para argumentar por su preferencia por la neutralidad?

De acuerdo a su parámetro, debiese encontrar gente que sea neutra sobre la neutralidad, luego descubrir lo que esta gente cree acerca de cosas que sean relevantes a la neutralidad, y luego usar estas creencias como supuestos puntos de partida neutros para abogar por su preferencia por puntos de partida neutrales. ¿Pero sabes que pasa después de esto? Propondré que como una precondición necesaria y lógica al debate sobre ser neutros hacia la neutralidad, primero discutamos sobre si aquellos que son neutros hacia la neutralidad son neutros sobre ser neutros hacia la neutralidad, etc. Esto provoca un retroceso infinito, y esto también significa que Sinnott-Armstrong no tiene ningún derecho racional a sus supuestos puntos de partida neutrales al debatir sobre la existencia de Dios en primer lugar.

¡Mira cuán lejos ha caído la raza humana, para que alguien pueda ser tan estúpido! Como todos eruditos No Cristianos, Sinnott-Armstrong es un fraude intelectual. Él se hace pasar por un filósofo profesional, y clama ser alguien que examina los supuestos detrás de las creencias de la gente. Sin embargo, en puntos esenciales de sus argumentos, recurre a la intuición subjetiva, al sentido común, y a la opinión popular. ¿Profesor de filosofía? Yo no confiaría en él para enseñar debate ni en primaria. Estaría mejor vagando por las calles y recogiendo latas de refresco – al menos así estaría llevando una vida honesta. ¿Dónde están los eruditos? ¿Dónde están los filósofos? ¿Dónde están los profesores de este mundo? ¿No ha hecho Dios picadillo intelectual con ellos? Podrías exclamar, “¡¿Qué?! ¿Se llama a sí mismo filósofo, y así es cómo argumenta? ¡¿Qué pasa con él?!” Ya lo dije anteriormente – él es un imbécil. Y recuerda, él es un entrenado y experimentado filósofo profesional, y no solo algún vagabundo borracho. Pero mientras continúe siendo un incrédulo y rechazando la sabiduría divina, todo lo que puede hacer es disfrazar su estupidez un poco. Aunque algunos filósofos puedan arreglar una presentación más cuidadosa, ninguno de ellos es racionalmente superior en la sustancia de sus argumentos. Si yo puedo demolerlos, ustedes también. Lo que necesitan es aprender a pensar bíblica y lógicamente, y ganar confianza en la superioridad de la sabiduría divina.

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¿Por qué los No Cristianos piensan como Sinnott-Armstrong y creen que todavía practican el razonamiento válido? Es porque no pueden alcanzar sus conclusiones deseadas mediante inferencias necesarias, y por lo tanto simplemente se ponen de acuerdo entre ellos en redefinir el estándar de la argumentación racional en algo mucho menor, esto es, algo que es evidentemente inválido. El razonamiento «válido» es definido entonces por acuerdo, y no por necesidad lógica.

Anteriormente de su debate contra Craig, Sinnott-Armstrong escribe:

Si no nos es permitido alcanzar cualquier conclusión sin estar completamente seguros, entonces no podríamos alcanzar nunca cualquier conclusión sobre cualquier tema importante, ya que nunca podemos estar completamente seguros acerca de cualquier asunto importante (al menos si es polémico). La demanda de la certeza conduce a la ignorancia y la pasividad7,

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7 Ibíd., p. 95.

Esta es una admisión significativa. Él reconoce que «nunca puede estar completamente seguro acerca de cualquier asunto importante».8 Es decir las conclusiones de sus argumentos nunca son alcanzadas por inferencias necesarias desde las premisas, sino por saltos lógicos, y esto es lo que hace sus conclusiones «inciertas», o como yo diría, inválidas e irracionales, para ser descartadas en el debate racional.

Aunque él añade, «al menos si es polémico», esto no le ayuda en absoluto; más bien, esto confirma que él considera la validez y la certeza como directamente relacionados con el acuerdo, y no con la necesidad lógica. Lo que implica esto es que una conclusión es más

«cierta» mientras mas se este de acuerdo con ella y no sea polémica.; su certeza no es medida por el rigor lógico por el cual es alcanzado. Por otra parte ¡Más adelante él dice que un filósofo debe «cuestionar los supuestos comunes «!

Desde luego, algunos no Cristianos todavía insisten en definir el razonamiento válido mediante la necesidad lógica, pero entonces se enfrentan al problema de no ser capaces de formular argumentos válidos. Algunos de los que son conscientes de este dilema se rinden a la posibilidad de lograr conocimiento positivo sobre cualquier cosa, y se hacen Escépticos y Agnósticos. Sin embargo, como lo he demostrado en muchos lugares, no pueden lógicamente permanecer en estas posiciones, ya que el Escepticismo y el Agnosticismo se contradicen a sí mismos. Más bien, debiesen o adoptar la visión bíblica del mundo o volverse locos. La mayoría escoge lo último.

Sinnott-Armstrong se da cuenta de que lógicamente no puede establecer «nada importante»,9 y por lo tanto hace de la lógica y la certeza un tema puramente pragmático.

Es decir, dice que si debemos estar completamente seguros, entonces nunca alcanzaríamos ninguna conclusión sobre ningún tema importante. Entonces, en vez de decir, «Por lo tanto, nunca podremos alcanzar ninguna conclusión sobre ningún tema importante», él dice en efecto, «Pero queremos alcanzar algunas conclusiones cueste lo que cueste, por lo tanto solo cambiemos las reglas».

Esto es, «Si seguimos las reglas, entonces nunca llegaremos hasta allí; pero queremos llegar hasta allí, así que solamente hay que cambiar las reglas». Aunque lógicamente no pueda escapar del Escepticismo, se mantiene lejos del Escepticismo solamente porque no le gusta, y porque quiere conservar el derecho de hacer afirmaciones sobre varias cosas, incluso aunque no tenga tal derecho.

Los No Cristianos no solamente practican esta redefinición pragmática de la racionalidad, sino que activamente la enseñan. Nuevamente, somos conscientes que algunos No Cristianos todavía piensan que pueden establecer sus conclusiones por necesidad lógica, pero, en realidad, realmente no pueden. De hecho, ninguno de sus argumentos es racionalmente superior a los argumentos de Sinnott-Armstrong en sustancia. La diferencia es que rechazan admitirlo; esto es una clase diferente de auto-engaño de lo que la gente como Sinnott- Armstrong práctica. Por lo tanto, una de las cosas que deberíamos hacer cuando debatamos contra ellos es mostrar que sus argumentos son

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7 Ibíd., p. 95.

¡8 Él aplica el “nosotros» a todos nosotros, pero yo contestaría, «¡Hable por usted mismo! » Él no nos representa cuando nuestra visión del mundo y argumentos son diferentes de los de él e inmunes al problema.

9 Yo le recordaría al lector que él puede hablar sólo por sí mismo.

solamente una falacia. Sin embargo, ahora mismo estamos hablamos de aquellos No Cristianos (mucho más numeroso de lo que usted podría pensar) que admiten que no pueden establecer «nada importante» (yo diría «nada de nada») por necesidad lógica, pero que todavía desean considerarse a si mismos racionales, de modo que simplemente redefinen la racionalidad y el razonamiento válido.

A continuación, usaré a David Zarefsky como ejemplo. Entre sus numerosas referencias y logros, Zarefsky es profesor de Argumentación y Debate y profesor de Estudios de la Comunicación en la Universidad de Northwestern. Por lo tanto, como con Sinnott-Armstrong, que nadie se atreva a decir que he escogido deliberadamente a un espécimen inferior como ejemplo de la insensatez No Cristiana.

En su programa de estudios para un curso de argumentación, 10 él se refiere a la deducción y la inducción, y expresa su visión sobre la validez lógica en estos términos, de manera que sería provechoso definirlos brevemente, y examinar sus diferencias.

La deducción es el proceso de razonamiento por el cual la conclusión es inferida desde las premisas por necesidad lógica; por otra parte, la inducción es el proceso de razonamiento por el cual la conclusión no es inferida desde las premisas por necesidad lógica. En la deducción, la conclusión incluye sólo información que ya está contenida en y necesariamente implícita por las premisas; pero en la inducción, la conclusión incluye nueva información que no está contenida en y necesariamente implícita por las premisas.11

En otras palabras, un argumento inductivo nos da una conclusión que supuestamente, pero no necesariamente está implícita en las premisas. Por esta razón, la inducción es siempre una falacia formal; esto es, la conclusión nunca es certera, nunca es racionalmente establecida. De hecho, debido a que la conclusión no esta necesariamente implicada en las premisas, no hay forma de demostrar lógicamente que exista alguna relación necesaria entre la conclusión y las premisas.

Con lo anterior en mente, él escribe, «El razonamiento formal no es visto como el prototipo de argumentación en la erudición actual».12 Por «razonamiento formal» se refiere a la deducción, cuando «en realidad uno razona en forma silogística».13 Según su opinión, «La mayor parte de la argumentación no es representada por una forma en que la conclusión no contenga información nueva». 14 Pero no concluye como yo lo haría, «Por lo tanto, la mayor parte de la argumentación es falaz». En vez de eso, dice que la argumentación «involucra permitir a la audiencia moverse de lo que ya se sabe y se cree a alguna nueva posición», y «Este movimiento implica un salto de fe que aquel que argumenta busca justificar». 15

Continúa diciendo, «El juicio es necesario porque la prueba absoluta no es posible, aunque se deben hacer decisiones». 16 En otras palabras, la subjetividad es introducida en el proceso

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10 David Zarefsky, Argumentación: El Estudio del Razonamiento Eficaz, Parte 1 y Parte 2 (TheTeachingCompany, 2001).

11 Zarefsky está de acuerdo con estas definiciones (Argumentation, Parte 1, p. 13-15).

12 Parte 1, p. 15.

13 Ibíd.

14 Ibíd.

15 Ibíd.

16 Ibíd., p. 17.

debido a preocupaciones pragmáticas, es decir, porque «se deben hacer decisiones». Continua, «se busca el juicio al dar razones suficientes para que el oyente crítico se sienta justificado en aceptar la afirmación». 17 En vez de ser objetiva y lógicamente demostrada, la afirmación es «aceptada» si el oyente «siente» que esta justificada. Así para Zarefsky, «la adhesión del oyente crítico se convierte en el substituto de la prueba absoluta». En otras palabras, al darse cuenta que para ellos la deducción es poco realista y a menudo imposible, los filósofos No Cristianos han decidido abandonar la deducción, y han decidido, en cambio, confiar en juicios subjetivos hacia argumentos inductivos.

Pero entonces, esto quiere decir que todos sus argumentos son lógicamente inválidos. Zarefsky admite, «Aplicar el concepto de validez más allá de la lógica formal es difícil». 18 ¿Por qué? «Debido a que la afirmación no procede de la evidencia con certeza, no podemos decir que si la evidencia es verdad, la afirmación debe de ser verdadera». 19 Podemos preguntar, «Si esto no procede con certeza, ¿Procede entonces de alguna manera?» En cualquier caso, ¿qué es lo que hace él? ¿Escribe entonces, «Por lo tanto, debemos reconocer que nuestros argumentos son inválidos, y debemos ser honestos y admitir que nuestras conclusiones son meras opiniones subjetivas no racionales o aún irracionales y especulativas»?

¡De ningún modo! En vez de decir que todos sus argumentos de uso diario son inválidos dice, en efecto, «¡Vamos a redefinir la validez! ¡Convengamos en que aún nuestros saltos de fe son lógicamente válidos!»20 Usted podría decir, «Pero aún debemos ‘revisar el proceso de razonamiento’, 21 ¿O no?» «Desde luego», responde Zarefsky, «Esta función es alcanzada si nos enfocamos en la experiencia en vez de en la forma». 22 Esto es, en lugar de pensar en la validez como un asunto de inferencia necesaria, él propone que «Una tendencia general se desarrolla en el tiempo por ciertos patrones de razonamiento a fin de producir buenos o malos resultados».23 Como Sinnott-Armstrong, él hace del razonamiento un esfuerzo puramente pragmático en lugar de racional. Es también sugestivo que su curso se titule, «La Argumentación: El Estudio del Razonamiento Eficaz», mientras que si yo fuera a dar un curso sobre argumentación lo titularía en cambio, «La Argumentación: El Estudio de Inferencia Necesaria».

Como ve, los No Cristianos han desistido de la racionalidad, porque no pueden cumplir con sus demandas. A pesar de ello, quieren ir a través de los movimientos del razonamiento, y quieren considerarse a sí mismos racionales. Así que han redefinido la racionalidad como un asunto de convención en lugar de necesidad lógica. Ellos no pueden ir desde «aquí» hasta «allá», pero aun quieren llegar «allá», por lo tanto deciden solamente tomar un salto de fe. Si esto suena irracional e inválido, entonces solamente estarán de acuerdo en definirlo como racional y válido.

Por lo tanto, para ponerlo claramente, su estrategia es que, «Si no puedes llegar desde aquí hasta allá, simplemente haz trampa. Y si todos hacen trampas, entonces estaremos bien los unos con los otros. Aunque nuestras

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17 Ibid.

18 Part 2, p. 8.

19 Ibid.

20 Ibid., p. 8-10. 2

21 Ibid., p. 8.

22 Ibid., p. 9.

23 Ibid.

conclusiones hayan sido alcanzadas mediante saltos de fe, todavía nos gustaría seguir pensando de nosotros mismos como racionales, por lo tanto solamente convengamos en que somos racionales cueste lo que cueste». En otras palabras, esto es racionalidad por convención o por pura fantasía, y no por necesidad lógica o inferencia necesaria.

Podrías exclamar, «¡¿Qué?! ¿Son estúpidos o que?» Sí, son estúpidos, y estos son los mismos imbéciles que atacan tu fe y te llaman irracional. Están desesperados y son deshonestos.

Encuentran imposible permanecer racionales aparte de la confianza en la revelación de Dios, pero rechazan admitirlo. El acercamiento pragmático se deriva de la comprensión de que no pueden llegar a las conclusiones que desean demostrar mediante deducción, porque dadas sus epistemologías No Cristianas, sería imposible comenzar por premisas que se justifiquen a sí mismas desde las cuales podrían deducir conclusiones verdaderas por medio de necesidad lógica. Y aun cuando hay todavía algunos No Cristianos que intentan vivir de acuerdo con el estándar de la deducción, no pueden hacerlo sobre la base de sus epistemologías y primeros principios No Cristianos. Por lo tanto, por donde sea, nosotros ganamos.

CRISTO NUESTRA RAZÓN, LA RAZÓN NUESTRA ARMA

La Biblia nos dice que Cristo es el Logos de Dios – es decir, Él es la Palabra, la Sabiduría, la Lógica, o la Razón de Dios (Juan 1:1). Por lo tanto, cualquiera que rechace a Cristo rechaza la Razón misma. Aquellos que atacan al Cristianismo hacen guerra contra la Razón; por lo tanto, que no se diga nuevamente que los Incrédulos usan la razón o la lógica para desafiar Al Cristianismo – eso nunca sucede. Más bien, la estrategia de ellos es atacar nuestra fe con afirmaciones y especulaciones irracionales e injustificadas. Por otra parte, Cristo es nuestro Campeón, y la Escritura/Razón es nuestra arma.

Los No Cristianos afirmaran que la Razón les pertenece, y esto confunde a muchos Cristianos mal informados. Pero como he ilustrado antes, aunque intenten sostener la Roca de la Razón sobre sus propios hombros, y la proclamen como su Dios y a ellos como sus siervos, no pueden aguantar sus demandas, y en última instancia la Razón los asfixiará y aplastará. Ellos se deslizan bajo ella y tratan de excusarse y redefinirla. Entonces, se les ocurre la idea de que pueden remendar juntos una gran bola de estiércol y llamar a eso Razón y Lógica – ¡es mucho más ligera, y seguramente nadie lo notaría! Pero el apologista bíblico les aplastará tanto a ellos como a su bola de estiércol con la Roca de la Razón, de la que han intentado escaparse arduamente.

He usado a Sinnott-Armstrong y Zarefsky sólo como ejemplos, pero todos los demás pensadores No Cristianos son mentalmente débiles al igual que ellos. Ya sea Michael Martin, Kai Nielsen, o algún otro No Cristiano en el pasado o en el presente, no hay diferencia alguna. Su irracionalidad está necesariamente conectada con su rechazo de la cosmovisión bíblica; cualquiera que juegue en el estiércol apestará. Y ya que su forma de argumentación no es simplemente practicada de manera desconocida, sino deliberada y sistemáticamente enseñada a sus estudiantes, las futuras generaciones de No Cristianos solo pueden ir de mal en peor.

Esto nos lleva a un punto importante anteriormente mencionado. ¿Pueden incluso los niños derrotar a estos profesores No Cristianos en debate? Ciertamente podrán, si son correctamente entrenados por sus padres y pastores. Dios ya ha hecho a los incrédulos tontos (1 Corintios 1:20), y se deleita en utilizar lo humilde para humillar al orgulloso (vs. 28).

Aunque todos deberíamos participar ¿quién mejor para avergonzar a los eruditos No Cristianos que los niños, el discapacitado mental y el inculto? Pero para tener éxito, deben abrazar a Cristo como su Razón y deben afirmar toda la Escritura como la revelación de Dios. Así que deben ser correctamente enseñados.

Padres, enseñen a sus hijos teología sistemática y apologética bíblica. Deberían comenzar en cuanto ellos comiencen a entender la lengua. Entrénenlos para pensar bíblica y lógicamente.

Desde el comienzo de sus vidas, enséñenles a estimar lo que Dios estima, y a despreciar lo que Dios desprecia.

Pastores, prediquen sobre la insensatez de los incrédulos – ¡expónganlos! Úsenlos como ejemplos públicos y muéstrenle a su gente como demolerlos racionalmente y reducirlos a nada.

Encontrarán los peores argumentos incluso en sus mejores trabajos. Imparta en su gente la habilidad, el conocimiento, y la confianza que ellos necesitan para abordar a los incrédulos y ganar. Nuestro objetivo es la humillación y aniquilación total de la erudición No Cristiana; nuestro objetivo es de golpear su espalda y aplastar su cabeza con la Razón hasta que se inclinen ante el trono de Cristo. Para hacer esto, debemos trabajar para levantar un ejército de apologistas bíblicos, capaces de demoler a cualquier No Cristiano en debate de manera inmediata.

Desde luego, algunos de ustedes aun están vacilantes; todavía están encadenados al estándar del discurso y decoro social que los No Cristianos han impuesto sobre ustedes.24

Esto es un mecanismo de defensa que ellos han instalado en sus mentes para protegerse contra la Razón.

¡Dejen de ser estúpidos! ¡Dejen de ser débiles! Dejen de adular y fantasear con aquello que Dios ha condenado. En cambio, pónganse en línea con el método y tono de la proclamación y defensa evangélica. Levántense y tomen su lugar en el ejército de Dios, y peleen por su causa.

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24 Ver Vincent Cheung, «Un Idiota por Cualquier Otro Nombre. «

https://cheungyclarkenespanol.wordpress.com/

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 ATEÍSMO

Gordon H. Clark

 Introducción

Los ateos son personas quienes aseveran que no hay Dios. Puede ser que digan que los átomos o las partes que las componen en el espacio son la suma de toda la realidad. Cualquiera que sea el análisis, estas personas aseveran que la realidad física finita es todo lo que hay – y que no hay nada más. Existen varias divisiones en este grupo. Un grupo históricamente prominente es el de los Positivistas Lógicos. En base a un análisis lingüístico, concluyen que la teología no es tanto falsa, sino una pura insensatez. Para ellos, hablar sobre Dios es como decir que la máquina de escribir es el sonido azul-verdoso de la raíz cuadrada de menos uno. La Teología no es suficientemente buena como para ser siquiera falsa; es una pura insensatez. Otros devotos del cientismo no son Positivistas Lógicos. Sus teorías se pueden llamar Naturalismo o Humanismo, y denotarían a la Teología como una falsedad pretenciosa. Algunos liberales políticos son ateos, y frecuentemente su credo socialista ataca de forma reaccionaria a la Teología, diciendo que es un impedimento al avance social.

– Panteísmo y Agnosticismo

Sería instructivo distinguir entre dos formas de ateísmo, pues la segunda forma,

el panteísmo, tiene la apariencia de creer mucho en Dios. De hecho asevera la existencia de Dios, y la teoría pudiera ser llamada «teología». Estas personas no quisieran ser denominadas como ateos ni como irreligiosos. Pero definen a Dios como todo lo que existe. Epinoza utilizó la frase Deus sive Natura: Dios, es decir, la Naturaleza. Algunos usan el término Ser Puro, o la frase del teólogo Paul Tillich, La Base de Todo Ser. Por tanto, Dios es el universo mismo. Dios no es el Creador del Universo. Ya que dicen que Dios es el Todo, a estas personas se les llama Panteístas.

Lógicamente no existen diferencias entre el Ateísmo y el Panteísmo. Negar que haya un Dios, y aplicar el nombre «Dios» a todo, son ideas conceptualmente idénticas. Por ejemplo, es como si aseverara la existencia de un grumpstein y tratara de probarlo señalando hacia jirafas, estrellas, montañas y lo demás, y diga, por tanto Dios existe. Tanto aquellos quienes niegan a Dios – ateos – como los que dicen que Dios lo es todo – panteístas – están aseverando que no existe nada más allá del universo físico que sea real. En lenguaje Cristiano, al igual que en lenguajes comunes alrededor del mundo, Dios es tan diferente del universo como lo es una estrella de una jirafa, y así por el estilo.

En realidad existe otra variedad del ateísmo, aunque sus adherentes mismos quizás se opongan con firmeza a ser llamados ateos. Técnicamente no son ateos, aunque bien pudieran serlo. Estos son los agnósticos. No aseveran que haya un Dios, ni tampoco aseveran que no haya Dios; simplemente dicen que no lo saben. Afirman su ignorancia. La ignorancia, sin embargo, no es una teoría por el cual se pudiera argumentar. La ignorancia es un estado mental individual. A una persona ignorante no se le requiere probar por vía de argumentos que es ignorante. Simplemente no sabe. Tal persona necesita ser educada.

Probablemente la mayoría de las personas en los Estados Unidos son ateos en alguna medida. Si se les preguntara, probablemente dirían que creen en Dios. Pero bien pudieran no creer en Dios, pues no les hace ningún bien. A menos que alguien les mencione a Dios, ni siquiera piensan en El; nunca le oran; El no entra en sus planes ni cálculos diarios. Sus vidas, sus mentes, su pensar, esencialmente no tienen diferencia de las vidas de los ateos y de los agnósticos. Son «ateos practicantes».

– El Argumento Ateo

Puede ser que el lector espere encontrar acá una refutación directa del ateísmo, pero tal lector terminará defraudado, ya que la situación es un poco compleja. En primer lugar, uno pudiera acusar al ateo de no haber probado que el universo físico sea la única realidad y que no hay seres sobrenaturales. Esto sería satisfactorio, si el término «ateísmo» significase la argumentada negación de una Deidad.

Pero los ateos, como los agnósticos, trasladan la carga evidencial y dicen que es el teísta que está bajo obligación de demostrar la veracidad de su visión; pero el ateo se considera a sí mismo bajo ninguna obligación semejante. Los ateos usualmente se mecen hacia delante y hacia detrás. Sin embargo, Ernest Nagel, quien pudiera ser denominado como un filósofo naturalista, parece argüir:

«la ocurrencia de eventos [y él pretende indicar todos y cada uno de los eventos sin excepción]… es contingente sobre la organización de cuerpos localizados espacio-temporalmente… Que esto sea así es una de las conclusiones mejor probadas de la experiencia… No existe lugar para un espíritu inmaterial dirigiendo el curso de los eventos, no existe lugar para la supervivencia de la personalidad luego de la corrupción del cuerpo que la exhibe.»

Esto es un enunciado ateo, no agnóstico. El arguye que la ciencia ha probado la no-existencia de Dios, pero el argumento es inválido. Ningún científico jamás ha producido la evidencia de que el intelecto del hombre cese su funcionamiento después de la muerte. Ya que sus métodos no han descubierto ningún espíritu, Nagel asume que no puede existir. El se rehusa a cuestionar sus métodos. El ateísmo no es una conclusión desarrollada por sus métodos; en cambio, es un asumido sobre el cual sus métodos están basados.

El agnóstico, sin embargo, no es tan dogmático. El transfiere la carga y demanda que los teístas prueben que un espíritu omnipotente haya creado y que ahora controle el universo. Esto es un gran reto, y es uno que el Cristiano deberá tomar bajo mandato. Ningún Cristiano con habilidad intelectual puede excusarse diciendo que la teología es una minuciosidad innecesaria. Pedro le ha dicho que no es así. Los «ateos practicantes» en realidad son agnósticos, y debemos predicarles el Evangelio – y que el Dios omnipotente reina es parte de el Evangelio. Pero ellos responden, «¿Cómo sabes que hay un Dios? ¿No puede ser un trance, una impresión, una experiencia extática? ¿Será tan trascendente que no podemos conocerle ni hablar sobre él? ¿Será que no es así de trascendente?» Note que el apologeta Cristiano – es decir, el evangelista Cristiano – deberá tener una concepción de Dios decentemente clara antes de que pueda satisfacer a sus cuestionantes. Debe ser un conocedor de teología.

– La Respuesta Equivocada

Ahora bien, la respuesta a la pregunta bastante pertinente por parte del agnóstico es un poco compleja, y el lector no deberá esperar algo más simple.

Más aún, la respuesta ofrecida acá les parecerá insatisfactoria y decepcionante a algunos Cristianos muy honestos. Por estas razones la presente respuesta al agnosticismo empezará con una explicación de cómo no responder a la pregunta. Si esto parece ser una vía cansona e indirecta de llegar a la meta, y el no-teólogo impaciente querría resultados inmediatos, deberá ser señalado que la opción inicial entre dos caminos determinará el destino. Si uno escoge la ruta equivocada, terminará perdido y confundido. Recuerde al Cristiano de Bunyan, y cómo él miró por dos vías, tratando de ver cuál era derecho. Luego vino un peregrino moreno en una bata blanca quien le señaló, con gran confianza, cuál camino Cristiano debía tomar. Terminó casi en el desastre. Por tanto, empezaremos indicando el camino incorrecto.

Ahora, no quisiera decir que aquellos quienes recomienden la vía equivocada en cuanto al presente asunto son engañadores lisonjeros cuyas batas blancas son disfraces hipócritas. Por el contrario, un gran número de autores respetables y honestos, desde Aristóteles hasta Charles Hodge y Robert Sproul, insisten que el mejor, y de hecho el único camino para probar la existencia de Dios es estudiar el crecimiento de una planta, la trayectoria de un planeta, el movimiento de una canica. Ellos sostienen este método aparentemente secular citando al Salmo 19:1- » Los cielos declaran la gloria de Dios y el firmamento revela la obra de sus manos.» Por tanto debemos estudiar astronomía para refutar al ateo e instruír al agnóstico. Pablo dice que la omnipotencia de Dios puede ser deducida por la forma en que un niñito dispara una canica- algo que ha sido hecho. Algunos Romanistas incondicionales hacen alarde de que Pablo vio y colocó un sello de aprobación desde mucho antes sobre el argumento Aristotélico Tomista.

Existen dos dificultades con esta entusiasta recomendación. La primera no es conclusiva, pero aquellos quienes aprueban este argumento deberán prestar atención. La dificultad es su dificultad: Es un método muy difícil. La segunda dificultad es su inutilidad.

La primera dificultad – evidencia inconclusiva y un método difícil de probar – puede ser mejor explicado por medio de algunos ejemplos. Suponga que podamos usar un micrófono para examinar la flema interna del esculento Licopersicon. (La botánica es aún peor que la teología en su uso de palabras largas y técnicas). Observaremos una imagen clara de la estructura interna de una planta, pero no descubriremos a Dios a través de una mirada larga y detenida a un tomate. Si observamos cuidadosamente el movimiento de los planetas, veremos que las raíces cuadradas de sus tiempos periódicos son proporcionales a la distancia promedio del Sol. Si tenemos éxito en recopilar esta información, concluiremos que Dios es un gran matemático y que la salvación depende de comprender las matemáticas. Esencialmente, esto era lo que la antigua escuela de filosofía Griega de Pitágoras decía. Creían que una vida feliz después de la muerte era la recompensa por haber estudiado artimética y geometría.

Aquellos en este tiempo quienes piensan que todos los problemas de este mundo pueden ser solucionados por la ciencia sostienen una visión similar. Pero a diferencia de los Pitagoreanos, los contemporáneos no creen en una vida después de la muerte, ni piensan que las leyes de la astronomía pueden probar que hay un Dios. Cambiar su parecer por medio de la deducción de la existencia de Dios a través de las leyes de la ciencia sería extremadamente difícil y quizás hasta imposible. Si por algún otro método pudiéramos primero saber que hay un Dios, el estudio de la astronomía pudiera revelar que él es un matemático. Pero primero necesitaríamos conocer a Dios.

Sin embargo, el mero hecho de que un argumento sea difícil y complejo no prueba que sea una falacia. Puede ser que la geometría y el cálculo lleven a algunos estudiantes a la desesperación, pero los teoremas usualmente son considerados como deducciones válidas. Por el contrario, cuando uno examina el argumento tal y como Tomás [de Aquino] lo escribió, serios defectos pueden encontrarse. En otra obra, he detallado algunas de las falacias de Tomás. Una de ellas es un caso de circularidad, en que él utiliza como premisa la conclusión que él deseaba probar. Otro es el caso de un término que tiene un significado en las premisas, y un significado diferente en la conclusión. Ningún silogismo puede ser válido si la conclusión contiene una idea que no sea ofrecida en las premisas.

La conclusión, por tanto, es: El tal-llamado «argumento cosmológico» no es sólo extremadamente difícil – ya que requiere una gran cantidad de ciencia, matemáticas, y filosofía para probarla – pero es inconcluso e irremediablemente falaz. Esta no es la forma de responder a los ateos.

La segunda dificultad es que aún si tal argumento fuese válido, sería inútil. Esta objeción aplica más a autores modernos que a Aristóteles. La noción Aristotélica de dios era bastante clara: El Movedor Estático, el pensamiento que piensa pensamientos; y esta mente metafísica tiene un rol definitivo en la explicación de los fenómenos naturales. Pero el dios de los empiricistas contemporáneos parece no tener un rol en lo absoluto; principalmente porque el significado que le atribuyen a la palabra «Dios» es demasiado vago.

Como ejemplos de estos argumentos, uno pudiera mencionar la experiencia de Dios por parte del Profesor de Filosofía de Yale, John E. Smith; Cómo la Filosofía Modifica la Teología, por Frederick Sontag; algunos años antes, Geddes MacGregor de Bryn Mawr publicó su Introducción a la Filosofía Religiosa. Existen muchos libros semejantes; no es mi intención discutir sobre ninguno de estos individualmente. Mi punto es: Cuando tratan de sustentar la creencia en dios, sus argumentos no son mejores – y muchas veces son peores

–   que los de Aristóteles; y si alguna plausibilidad ha de ser encontrada en ellos, la razón es que su noción de lo que significa dios es tan vaga y ambigua que el lector termina imponiendo sus propias ideas finitas. En su contexto, los argumentos son virtualmente insignificantes. Más aún, el dios vago de estas visiones es inútil. Nada puede ser deducido a partir de su existencia. Ningunas normas morales se deducen de la definición de dios; ninguna práctica religiosa está contenida en la descripción de dios.

Uno pudiera tener cierto respeto académico por un ateo que de plano niega a Dios y a la vida después de la muerte. El dice claramente lo que pretende decir, y usa el término «Dios» en su significado común. Una pudiera tener igual medida de respeto por el panteísta, aunque este no utilice el término «Dios» en su significado ordinario. Por lo menos Baruch Spinoza y otros identificaron a dios explícitamente con el universo. ¿Pero cuál debería ser nuestra reacción a la visión del Profesor H. N. Wieman? El insistió en la existencia de dios, pero para él, dios ni siquiera es todo el universo – él, o mejor dicho, eso es sólo una parte del universo. Específicamente, dios es un complejo de interacciones en la sociedad sobre el cual dependemos y a cuya estructura esencial deberemos conformarnos si el valor máximo ha de ser alcanzado a través de la experiencia humana. ¿Y? ¿De qué forma esta definición pudiera ponérsele al lado del Catecismo Corto? Por tanto, los Cristianos deberán estar más procupados con qué tipo de Dios existe, y no tanto con la existencia de Dios.

El Sin-Sentido de la Existencia

En primer lugar, lucirá extraño que el conocimiento de lo que Dios es, sea más importante que el conocimiento de que Dios es. Que su esencia o naturaleza sean más importantes que su existencia parecerá inusual. Los existencialistas insisten en que la existencia precede la esencia. Sin embargo, los Cristianos competentes están en desacuerdo por dos razones. Primero, hemos visto que los panteístas indentifican a dios con el universo. ¿Qué es dios? – El universo. El mero hecho de que usan el nombre «dios» para el universo, y por tanto aseveran que dios «exista» no es de ayuda a la Cristiandad.

La segunda razón para no estar muy interesado en la existencia de Dios es en alguna medida similar a la primera. La idea de la existencia es una idea sin contenido. Las estrellas existen – pero esto no nos dice nada sobre las estrellas; las matemáticas existen – pero esto no nos ayuda a entender las matemáticas; las halucinaciones también existen. El punto es que un predicado, como por ejemplo la existencia, que puede ser atado a cualquier cosa sin discriminación no nos dice nada sobre nada. Una palabra, para que signifique algo, debe no significar algo. Por ejemplo, si yo dijera que algunos gatos son negros, la oración tiene significado sólo porque algunos gatos son blancos. Si el adjetivo fuese atado todos los sujetos posibles – de tal forma que todos los gatos sean negros, todas las estrellas sean negras, y todos los políticos sean negros, al igual que todos los números en la aritmética, y Dios también – entonces la palabra «negro» quedaría sin significado. No serviría para distinguir una cosa de otra. Ya que todo existe, la existencia está carente de información. Por eso es que el Catecismo pregunta «¿Qué es Dios?», y no «¿Dios existe?».

Ahora bien, muchos de los autores contemporáneos son extremadamente vagos respecto a qué tipo de Dios se refieren; y ya que el término es tan vago, el concepto es inútil. ¿Pueden estos autores usar a su dios para apoyar una creencia en la vida después de la muerte? Ninguna norma ética puede ser deducida de su dios. Aún más aguzadamente, su dios no le habla al hombre. Ese dios no es mejor que «el silencio de la eternidad» aún sin ser «interpretado por el amor». El ateísmo es más realista, más honesto. Si hemos de combatir lo segundo, necesitamos un método diferente.

La Respuesta Apropiada

La explicación de un segundo método deberá empezar con una confrontación más directa con el ateísmo. Si la existencia de Dios no puede ser deducida a partir de la cosmología, ¿será que hemos esquivado la carga evidencial, y le hemos concedido el campo de batalla a nuestros oponentes? No; de hecho hay una respuesta teísta. Superficialmente, no es difícil de comprender; pero, desafortunadamente, una apreciación completa de su fuerza requiere un poco de experticio filosófico. Un conocimiento de geometría es de mucha ayuda, pero ya casi no se enseña en las escuelas secundarias públicas. Uno no puede esperar que los Cristianos hayan leído y comprendido a Spinoza; y las iglesias protestantes usualmente anatemizan la lógica Aristotélica sencilla y ordinaria.

En la geometría existen axiomas y teoremas. Uno de los teoremas más antiguos es «el ángulo exterior de un triángulo es mayor que cualquier ángulo interior opuesto.» Otro es el famoso teorema de Pitágoras: la suma de los cuadrados de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa. ¡Cuán teológico suena todo esto! Estos dos teoremas y todos los demás se deducen lógicamente a partir de un cierto conjunto de axiomas. Pero los axiomas nunca son deducidos. Son asumidos sin evidencia.

Existe una razón definitiva por qué no todo puede ser deducido. Si uno pudiese probar los axiomas de la geometría, uno tendría que hacer referencia a proposiciones anteriores. Si estos también han de ser deducidos, deberá haber proposiciones anteriores a este, y así por el estilo, ad infinitum. De lo cual deducimos: Si todo debe ser demostrado, nada puede ser demostrado, pues no habría un punto inicial. Si no puedes empezar, de seguro no podrás terminar.

Cada sistema teológico o filosófico debe tener un punto inicial. Los Positivistas Lógicos empezaron por el asumido sin evidencia de que una oración no podía tener un significado a menos que pudiese ser probado por vía de los sentidos. Hablar sobre un asunto sin referirse a algo que puede ser tocado, visto, olido y especialmente medido, es hablar disparates. Pero ellos nunca dedujeron este principio. Ese es su axioma indemostrable. Aún peor, es auto-contradictorio, pues no ha sido visto, olido ni medido; por tanto se condena a sí mismo como un disparate.

Si los axiomas de otros secularistas no son disparates, de seguro que son axiomas. Todo sistema deberá empezar en algún punto, y no puede haber empezado antes de haber empezado. Un naturalista puede agregarle al principio del Positivista Lógico, diciendo que todo conocimiento se deriva de la sensación.

Esto no es un disparate, pero todavía es un axioma empíricamente inverificable. Si no es auto-contradictorio, por lo menos no tiene ninguna justificación empírica.

Otros argumentos contra el empiricismo no necesitan ser ofrecidos acá: El punto es que ningún sistema puede deducir sus propios axiomas.

La inferencia es esta: Nadie puede objetar consistentemente contra el Cristianismo, arguyendo que está basado sobre un axioma indemostrable. Si los secularistas ejercitan su privilegio de basar sus teoremas sobre axiomas, entonces los Cristianos también. Si los anteriores se rehusan en aceptar nuestros axiomas, entonces no tienen ninguna objeción lógica a que rechacemos los suyos. Por eso, rechazamos la base misma del ateísmo, el Positivismo Lógico, y en general, el empiricismo. Nuestro axioma será, Dios ha hablado. Más completamente, Dios ha hablado en la Biblia. Más precisamente, lo que la Biblia dice, Dios lo ha hablado.

(De «Atheism», por Gordon H. Clark)

TRADUCION: Alexander Rodríguez