DESCARGUE  ⇒  CALVINISMO INCONISTENTE

portada de calvinimo inconsistente 2

CALVINISMO

INCONSISTENTE

 

R. K. Mc Gregor Wright

Traducción: Raul Loyola Román

 

 William G. T. Shedd escribió una Teología Sistemática extremadamente valiosa en 1888, una exposición magistral del calvinismo clásico, con un análisis detallado de cómo él pensaba que el libre-arbitrio funcionaba (vol. 2, Sec. 3). En un capítulo anterior titulado «El estado primitivo del hombre » en repetidas ocasiones utiliza términos como auto-determinación y auto-movimiento, volición, inclinación y muchos otros, dejando al lector con la idea de que Shedd fue una de las mentes más sutiles que han escrito sobre este tema.

Él subraya, en detalle, el concepto de una voluntad indeterminada y una auto-contradicción (pp. 109 y ss.). El reduce a gran detalle para explicar cómo la voluntad debe tener sus raíces en la causación moral a fin de producir carácter.

Hasta aquí todo bien. Pero hay un problema antecedente. En el primer volumen de su Teología Sistemática, Shedd da los detalles para explicar la diferencia entre predestinación y destino: «Predestinar una acción voluntaria es asumirla cierta… Asumirla cierta no es lo mismo que convincente, o asumirla necesaria… Un evento en el mundo material es asumido cierto por una fuerza física, eso es compulsivo. Un evento en el mundo morales asumido cierto por una operación espiritual; eso es voluntario y libre «(p. 413).

A primera vista se podría pensar que Shedd simplemente esta distinguiendo entre dos tipos de causación, pero no es verdad. En el volumen 3, qué es un volumen complementario, el retoma el tema, centrándose en Anselmo. Él dice que Anselmo hace una distinción entre una «necesidad antecedente » y una «necesidad subsiguiente», que él supone que podría ayudarnos a entender «el movimiento y la responsabilidad de la voluntad esclavizada».

El Cita a Anselmo: «Hay una necesidad antecedente que es la causa de una cosa, y hay también una necesidad subsiguiente surgiendo de la cosa en si «(p. 162, la cursiva es mía). Por lo tanto, Anselmo define la “necesidad antecedente » como siendo equivalente a causación.

Después de unos ejemplos mas, Shedd continua: «aplicando esta distinción a la caída de la raza humana en Adán: No hay ninguna necesidad «antecedente» de que esa caída de la raza deba ocurrir. Fue dejada a autodeterminación de la voluntad humana que ella ocurriese«(p. 163, la cursiva es mía).

En otras palabras, en su ansiedad en preservar alguna especie de autodeterminación para la voluntad, Shedd finalmente admite que las acciones de la voluntad son no-causadas. Esto no solamente está en contradicción no sólo con su rechazo de una voluntad indeterminada, sino también cierra la brecha entre su idea de voluntad y aquella que él llama de pelagiana, refiriéndose a la “idea pelagiana de libertad como » indeterminación… «(p.334). mas la indeterminación es simplemente la ausencia de causación. La posición de Shedd parece ser finalmente, auto-contradictoria.

Shedd es una de los calvinistas típicos que tienen una buena visión de la soberanía de Dios, pero no quieren renunciar algo del libre-albedrío que vuelve, en última instancia, el pensamiento de ellos indistinguible del indeterminismo arminiano. Ellos pueden tratar de ocultar sus ideas con palabras como misterio, paradoja o antinomia, pero, después de todo, una contradicción permanece.

 

UN CASO MÁS RECIENTE 

Francis Schaeffer era un calvinista serio y destinado a sustentar la Confesión de Fe de Westminster en su totalidad. Mas en L’Abri, cuando yo me di cuenta de que algunos trabajos allí realmente defendían ideas del libre -albedrío, que eran indistinguibles del Arminianismo, tratado de resolver el problema con el propio Schaeffer. Le pregunté cómo podía poner tanto énfasis sobre desafiar la «autonomía» de la persona natural a la misma vez que defendía una versión de «libre albedrío» que olía a Arminianismo. Él Dijo que quería mantener un testimonio claro contra el «determinismo», enfatizado en los cursos de psicología y sociología de las universidades seculares. Él dijo:

«Estos chicos vienen a L’Abri con una sólida formación basada en ideas seculares con respecto al hombre que los hace sentir como animales o máquinas. Yo no quiero que ellos confundan la visión cristiana de la soberanía de Dios con esta especie de cosa. «

Este fue el mismo error estratégico que la iglesia primitiva y teólogos Medieval cometieron: creían que la respuesta al fatalismo pagano seria el libertarianismo igualmente pagano.

La respuesta al determinismo racionalista no es indeterminismo no-racionalista, mas la soberanía y el plan personal de Dios de la Biblia. En esa época, fue se un gran rompecabezas para mí que aquel hombre (Schaeffer), a quien Dios había utilizado de manera notable para forzar el mundo evangélico a hacer frente a sus responsabilidades intelectuales (y quien había obtenido muchas de sus ideas de Cornelius Van Til) parecía querer, cuando confrontado por los deterministas seculares, ofrecer una alternativa no-Cristiana para un dilema no-cristiano.

Schaeffer utilizo a menudo el término «misticismo semántico» para describir el modo cómo los liberales usan los términos ortodoxos en un determinado momento, creado un sentido de ortodoxia y luego usan términos diferentes extraídos de las teorías seculares en el momento siguiente, vaciando los términos originales de su real significado. Yo Le pregunté si su negación de autonomía y la posterior insistencia en el libre albedrío no había sido un ejemplo de misticismo semántico.  Debido a que todo su método Apologético dependía del desafío a la autonomía metafísica de la persona no-regenerada, ¿por qué entonces volver a usar el término «libre-albedrío»? él Pensó un poco acerca de la pregunta, y entonces dijo que pensaría que un poco más y me daría una respuesta la próxima semana.

Dos semanas más tarde, cuando yo me acerqué a la salida de la capilla el Domingo y le preguntó si tenía la respuesta. Su respuesta fue que él se sentía que yo no había entendido lo que él quería decir por “autonomía» y me sugirió que yo leyese nuevamente sus dos primeros libros. Mas su concepción de autonomía era perfectamente clara para mí – ella era idéntica a la de Comelius Van Til.

El problema era que Schaeffer no quería cuestionar la las personas a ser calvinistas consistentes hablando en contra de la teoría del libre albedrío. Y yo ya no toque el a con él

¿LO QUÉ ES «RESPONSABILIDAD»?

Debo tener en mi biblioteca unos 50 libros que dicen acerca de la supuesta relación entre el libre-albedrío y la responsabilidad, mas solamente uno de ellos hace algun esfuerzo para preguntar si hay alguna conexión lógica entre estos dos conceptos.

En el último capítulo de su libro Religión, Razón and Revelation, Gordon Clark señala que nadie jamás ha demostrado que el concepto de responsabilidad es de alguna manera dependendiente de un estado anterior de libre-albitrio. Estos dos términos aparecen a menudo en el mismo contexto, y con frecuencia se afirma que «si no tenemos libre albedrío, no podemos ser responsables por nuestras acciones», mas nadie se preocupa de demostrarlo.

Una expresión erudito típica de esta afirmación es hecha por Una típica expresión erudita de esa afirmación es echa por D. A. Carson, en su tesis doctoral, publicada como Divine Sovereignty and Human Responsibility (1981), un excelente estudio de como la literatura de la época helenística trata el problema. Carson concluye con una explicación de la descripción joánica de ambas, la soberanía divina y la responsabilidad humana por el pecado, observando que ningún intento e echa por Juan para producir cualquier explicación especulativa de cómo los dos operan juntas, de una manera diferente de la literatura helenística en el cual este asunto es tratado. Carson se encuentra debidamente impresionado y cómo estos dos temas pueden coexistir lado a lado durante todo el Evangelio de Juan, sin ningún tipo de reconciliación filosófica. No paso por la cabeza de Carson, sin embargo, que el propio Juan no había notado ningún tipo de tensión o conflicto por el simple hecho de que no hay ninguno.

Una clave para el hecho de Carson tener la impresión de que la soberanía de Dios no puede ser reconciliada con la responsabilidad humana se puede encontrar en el capítulo titulado «Los límites de la libre-albedrio.» Luego en el comienzo, la primera frase dice así: » responsabilidad es, la certeza ligada al» libre-albedrio «de alguna manera» (p. 206). Más, a pesar de una discusión posterior de varios tipos de calvinismo inconsistente, Carson en alguna parte muestra que su suposición primera es correcta. Él sólo se suma a la larga lista de los calvinistas inconsistentes que asumen que el libre albedrío «en alguna medida» fortalece la realidad de la responsabilidad. ¿Pero en que medida?

Yo simplemente repetiré aquí el reto que Gordon Clark hace a los arminianos de escribir una prueba de que la responsabilidad es de algún modo dependiente o que puede ser derivada del concepto de ellos del libre albedrío. Naturalmente, ellos pueden definir el libre albedrío en cualquier forma que satisfaga la necesidad teológica de ellos, mas los Cristianos deben tomar sus premisas de la Biblia.

Carson reconoce libro de Gordon Clark, Biblical Predestination (1969), mas no menciona Religión, Reason and Revelation, donde el asunto de su propio capítulo final titulado «La formulación de la tensión» se discute en detalle. Simplemente se supone que hay una tensión.

Hubiera sido útil que Carson hubiera explicado por qué la literatura helenística está tan corrompida por los intentos especulativos para conciliar el concepto de responsabilidad con la soberanía de Dios y entonces hubiera explorado por qué la Biblia no trata de forma alguna, las dos cosas cómo estando en tensión o conflicto. Tal vez el simplemente habría decidido no incluir estos temas adicionales dentro del alcance del estudio. (También se debe considerar que sólo puede parecer estar en conflicto porque el pensamiento no cristiano impone presunciones contradictorias y falsas sobre el tema, como condición para la discusión. Ésto es, la mente natural presupone que la visión cristiana es imposible antes de que ella comience su consideración «objetiva» del asunto). Sin embargo, la tesis de Carson no pone a disposición del lector un excelente análisis de cómo la literatura (en su mayoría de origen judaica) de la era helenística lidia con este dilema importante de incredulidad. Ella debe ser leída por todos los cristianos interesados en la historia del debate sobre el libre albedrío.

Sin embargo, el hecho es que solamente no hay ninguna conexión demostrable entre el libre albedrío y la responsabilidad, sino también que la idea arminiana de la libertad de indiferencia es totalmente carente de cualquier sentido de la responsabilidad. Puede ser difícil para algunos entender la relación entre la responsabilidad humana y la soberanía de Dios – ellos son perfectamente honesto al decir que «No ven cómo podemos ser considerados responsables si no tenemos libre albedrío.» Mas para el cristiano que cree en la Biblia, en ninguna parte de la Biblia la responsabilidad está relacionada con el libre albedrío. Ella nunca usa el libre albedrío como una categoría de explicación, ni siquiera una sola vez.

RESPONSABILIDAD BÍBLICA

Tal vez una explicación calvinista del significado de responsabilidad ayude a aclarar el problema.

Comenzamos con una definición: responsabilidad es simplemente un sinónimo de «rendición de cuentas» y significa que debemos responder ante Dios, el juez, por nuestras acciones. Esto significa que si Dios nos llama para tratar de una de nuestras acciones, estamos moralmente obligados a responder por ello delante de Dios. Somos «responsables”» ante Dios. Aunque la Escritura no usa el término abstracto –responsabilidad-, el hecho de que seremos finalmente llamados a juicio es encontrado frecuentemente en toda la Escritura. La Biblia basa la responsabilidad en cuatro cosas.

Primero, somos responsables ante Dios porque Él es el Creador y nosotros somos criaturas. Dios es libre de llamar a cualquier elemento de su creación para responder ante El en cualquier momento, – es simplemente su prerrogativa como Señor Soberano.

La arcilla está sujeta a alfarero simplemente porque él es el Alfarero. En otras palabras, nuestra responsabilidad esta basada en nuestra ontología, o en nuestro ser como criaturas. Este es el mensaje de Job, cuando Dios le responde en medio de un torbellino (Job -4 38.1), y de Isaías, que contiene una larga polémica en contra de aquellos que se olvidan al Creador y adoran a la criatura (40-57). Pablo resume los resultados de esa irresponsabilidad moral en Romanos 1. Él Toma prestado de Isaías (29,16; 45,9, 64,8), de Jeremías (18,1 -6) la imagen del alfarero y la arcilla que usa en Romanos 9:21. Al final, todos nosotros compareceremos de pie delante del tribunal de Dios (14.10). Al final, «toda rodilla se doblará» (Isaías 45,23).

Segundo, somos responsables ante Dios porque él es el punto de referencia moral, para lo que es cierto y errado, y no nosotros mismos. Eso es lo que está relacionado a nuestro reconocimiento de Dios como Santo.

Nuestra responsabilidad ante Dios es una necesidad ética, por causa de nuestra necesidad de una norma o padrón fuera de nosotros mismos. Job se dio cuenta que como Dios es soberano sobre su creación, él también es justo permaneciendo contra la pecaminosidad de Job (40,1 -5; 42,1 -6). De hecho, Job no había hecho nada para merecer el trato que recibió de Dios. Él había sido mas recto que sus amigos «consoladores» y su entendimiento de la situación fue más teológicamente correcto que las explicaciones especulativas que ellos ofrecían para los sufrimientos de Job (1,22, 42,7). Mas el propio Dios es el estándar moral tanto para él como para nosotros, como Eliú mostró en el capítulo 34. Portal razón, Job tuvo que someterse por completo a lo que Dios hace, él habia entendido la razón de todo o no.

Ni el propio Job sabe lo que el lector del libro sabe –que Job es en realidad parte de un juego mucho más grande en la gran cuestión entre Dios y Satanás (1.6-12; 1,2 -7). Dios no está obligado a decirnos todas las cosas. Hasta el pequeño conocimiento que tenemos es un acto de misericordia.

Tercero, somos responsables ante Dios por el conocimiento que tenemos.  Todos los pecadores pecan (más o menos) contra la luz y la verdad. Nadie está totalmente desprovisto de la luz de la conciencia, y seremos juzgados de acuerdo a la luz que tenemos (Rom.2:12-16). Aquellos que tienen menos conocimientos serán juzgados menos severamente de aquellos que pecan con más luz. Daniel advierte al rey Belsasar de que el conocía más cosas acerca de los tratos anteriores con el Dios que su padre Nabucodonosor: » Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; » (Dan. 5:22). En Lucas, el criado ignorante que desobedeció, es castigado con menos severidad que el siervo que, conociendo la voluntad de su señor y aun así no hizo su voluntad (Lc. 12,42-48). Por lo tanto, hay grados de responsabilidad en este sentido. Podemos llamar a esto nuestra responsabilidad epistemológica. Somos responsables por lo que conocemos, —podría decirse que es una mayordomía de la verdad por lo cual deberemos responder finalmente delante de Dios.

Cuarto, somos responsables porque el propósito de la creación es la gloria de Dios (Isaías 43,7, Col. 1:16, Apocalipsis 4:11), y somos responsables como mayordomos de las bendiciones de Dios para cumplir con el objetivo o el propósito de Dios al crearnos en el mundo. Dios ama a su creación y, finalmente, «destruirá a aquellos que destruyen la tierra» (Apocalipsis 11:18). Podemos referirnos a esta responsabilidad como responsabilidad teleológica porque ella dice respecto nuestra tarea como siervos en el designio de la creación, que es la de dar gloria a Dios.

Parece, pues, que, lejos de basar la responsabilidad en cualquier teoría del libre-albedrío innata en el ser humano, la Biblia basa las implicaciones de la distinción entre el Creador y la criatura, y las relaciona con las cuatro áreas clásicas de la ontología, la ética , epistemología y la teología. En otras palabras, por toda la Escritura, la responsabilidad es un reflejo de nuestra relación con Dios como Creador, como el origen del significado moral, como nuestro punto de referencia para la verdad revelada y como aquel que da propósito y dirección ultima a su creación. Y si Dios es realmente el punto de referencia máximo para el significado en las cuatro áreas del ser, del conocimiento, de la ética y del propósito, ¿donde podría la criatura permanecer para elaborar una crítica racional de cualquier cosa que Dios puede hacer? Este es el punto filosófico en el que se basa el desafío de Pablo en Romanos 9:20: «¿Quién eres tú, oh hombre, que le discutes a Dios» Simplemente no hay ningún punto de partida disponible para un ser finito en un universo finito. Para una criatura, todos los puntos son relativos. Solamente por oír primero la revelación de Dios puede un ser finito tener cualquier punto de referencia fijo.

Este tema se topara de nuevo en el capítulo 11, donde se aborda la cuestión de la localización de la referencia suprema.

INCOHERENCIAS TEOLÓGICAS

Considere la doctrina de la creación, en la que presumiblemente todos los evangélicos arminianos creen. Si existe de hecho un libre-albedrio, él es necesariamente un aspecto de nuestra naturaleza humana. Más si él es creado, él debe tener con un conjunto complejo de cualidades que son colectivamente su naturaleza. Esto es, a fin de que exista una entidad temporal, debe consistir de un conjunto de propiedades que lo distinga de otras cosas. Si no tiene estas características, no posee ninguna naturaleza, el no existe. Si él tiene tales propiedades, ellas determinan a su naturaleza y por lo tanto, su conducta, lo que significa que él no es en absoluto una coincidencia. Pero si la voluntad actúa de acuerdo con sus propiedades previamente existentes, sus acciones están siendo causadas en algún grado. Eso no sirve como una ayuda para el arminiano.

Este problema no ser evitado simplemente insistiendo en que Dios creó a la voluntad con la propiedad de libertad, ya que este término aun necesita ser definido con el fin de evitar el argumento de Bertrand Russell (ver p. 53). Si añadimos que Dios simplemente se limito a no interferir en la voluntad, ¿como puede el Arminiano distinguir eso de la conclusión de que Dios creó seres que actúan de acuerdo con los estímulos del azar en sus cerebros, y que ellos pueden controlar incluso menos de lo que el?

Además, como la omnisciencia de Dios se ve socavada por la idea del libre albedrío, así también lo es la doctrina clásica de la providencia. Si Dios tiene que constantemente hacer ajustes en sus esperanzas para el futuro, modificando sus planes para ajustarse a las permutaciones múltiples y fluctuaciones fortuitas de millones de decisiones del libre-albedrio de los hombres a cada segundo del día, ¿cómo puedo tener confianza que mi oración (o promesa de Dios por decir eso) se cumplirá? No es de extrañar que algunos defensores modernos del libre albedrío hayan sido tragados por el flujo heraclitoniano de la teología del proceso. Se puede esperar de ellos que escojan la ontología que mejor les encaje en su ética relativista, y su epistemología subsecuente. El libertarialismo en última instancia conduce a la teología del proceso. En verdad el parece exigir eso.

Así que, si es realmente verdad que «Dios nunca atropella el libre-albedrio», ¿como el cristiano, puede honestamente orar a Dios por la salvación de alguien? Dios Solamente podía contestar esta oración violando la independencia de la voluntad, de ejercer una influencia indebida sobre el alma no-regenerada. Si Dios respondiese a esa oración específica, también sería injusto de acuerdo con las normas arminianas, porque eso haría a Dios un ser parcial, dado que la persona por quien estamos orando, no es más merecedora de salvación que cualquier otro pecador no regenerado. El calvinista simplemente puede responder a este dilema con un verso de los Salmos: «¡Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, » (Sal. 65,4).

Además de esto, Jesús dijo que nadie tiene la capacidad de venir a Dios, sino aquellos a quienes Dios los trae a El (Jn 6.44-45, cf Jr El 31,3 y 11,4). Los Calvinistas están eternamente agradecidos de que Dios misericordiosamente haya “atropellado» la voluntad pecaminosa rebelde de ellos juntamente con el resto de su personalidad, trayéndolos de nuevo para si mismo, para que ellos puedan ir a Cristo.

Además, todas las profecías proféticas de la Biblia se ven socavados por la introducción de la libre –albedrio como un factor causal en la historia. Considere el problema que Dios habría enfrentado con su predicción de que el Mesías nacería en Belén de Judea, cuando la mujer embarazada de Jesús vivía en la ciudad equivocada, al norte de Nazaret. Según Lucas, a fin de que la pareja fuese a la ciudad cierta, Dios se movió por todo el Imperio romano desde Augusto César a la burocracia romana en Palestina, para que cada ciudadano pueda ir a su ciudad de origen, donde se estaban guardados los registros de nacimiento de sus familias.

Imaginemos, por un momento, ¿cuántas alternativas del libre albedrío estaría involucrado en el movimiento de estas personas desde el norte de Palestina a la ciudad sureña donde el profeta dijo que Jesús iba a nacer. Supongamos que ellos hubiesen decidido comenzar una semana más tarde. Después de todo, tal censo tomaría muchos meses para completar incluso si todas las personas sin excepción resolvieran obedecer el mandado de las autoridades romanas.

Por lo tanto, porque María estaba embarazada, podrían ellos haber decidido dejarla con su prima Isabel y José viajaría solo representando a la familia entera. O podría haber decidido hacer un alto en el camino, en Samaria o Bethel, o en los alrededores de Jerusalén.

O aun, podrían haber decidido ir andando a la ciudad siguiente, al ver cuan llena estaba la pequeña ciudad de Davi, cuando finalmente llegaran allí. Tales decisiones habrían ignorado enormemente la química predeterminada del el cuerpo de aquella que iba a ser madre (de la cual los participantes no sabían prácticamente nada), y el bebé hubiera nacido en la ciudad equivocada, en algún lugar en el camino entre las ciudades. Esto socava gravemente la conocida historia de la Navidad.

Parece que para cumplir esta predicción en el Antiguo Testamento acerca de Belén, Dios tenía que tener control sobre cada átomo del cuerpo de María y cada átomo de toda la burocracia de Roma. Dios tenía que saber de antemano lo que iba a suceder después de cada decisión libremente tomada. Nada menos que eso podría asegurar el éxito de esta única predicción.

El Arminiano puede objetar a C. * S. Lewis que Dios, estando «fuera del tiempo», que simplemente vería los eventos coincidiendo con el camino y hacer una predicción basada en su presciencia, de modo cómo tendríamos presciencia de cómo una película termina por ver el trailer de la película. El calvinista es entonces, llevado a preguntar: ¿quién creó este «futuro» que Dios es capaz de ver anticipadamente? ¿Dios tiene este conocimiento del mundo del mismo modo que el empírico obtiene?

La razón por la que yo puedo ver el tráiler de una película es que alguien ya puso la historia sobre el celuloide para yo lo examinase empíricamente. ¿Si el futuro ya existe en algún sentido en la mente de Dios, este conocimiento es correcto y verdadero? ¿O él es simplemente un conocimiento incierto de aquello que puede acontecer posiblemente si César, María y José resolviesen tomar ciertas decisiones basados en su libre albedrío? Si fuese así, este conocimiento no es más que un conocimiento de múltiples posibilidades abstractas, no eventos reales. ¿Cómo podría el propio Dios hacer una predicción con base en un conocimiento incierto de un futuro aún no establecido? Por otro lado, si es un conocimiento cierto, ¿cómo podría cualquiera de las decisiones tomadas para que la historia se completase habría sido diferente?

No veo cómo un Arminiano racionalmente puede responder este tipo de preguntas sin salir de la ortodoxia cristiana, que es lo que están haciendo los arminianos recientes (como los socinianos 1600). Preguntando de otra manera: ¿cómo puede Dios tener conocimiento cierto de un futuro incierto? Algunos dicen que nosotros somos simplemente finitos, y que existe una limitación innegable en nuestra comprensión. Mas este problema de status de conocimiento que Dios tiene del futuro es un problema lógico de la inconsistencia de la teoría del libre albedrío, no es un problema de limitación.

Será establecido en el capítulo 6, que las personas caídas que trabajan bajo una discapacidad más grave que la mera limitación. Nuestra finitud nunca es tratada en la Escritura como «un problema». Más bien, somos vistos como  seres en un cierto sentido esclavos de los resultados de la caída de Adán y Eva, y esto afecta a nuestra competencia espiritual, tanto para entender el dilema humano como para responder a la interpretación que Dios da del (Ro. 8.6-8; Corintios 2:14 -15).

Ahora vamos a volver a la tesis de que debemos tener un libre-albedrio, porque hemos sido creados a imagen de Dios. Esto plantea toda la cuestión de la naturaleza humana: ¿lo Qué nos constituyo como «humanos»?

 

 

https://www.facebook.com/raul.loyolaroman